lunes, 29 de marzo de 2010

Dos caminos


Hay dos caminos en mi vida. Siempre
los hubo. En cada uno hallé un ánfora
con el agua hasta los bordes. De las dos
aguas he bebido hasta saciarme. Mas
ahora, he llegado al final de cada trecho
y las aguas han sido consumidas.
Me coloco el peplo y te escojo a ti, vida,
como tercer camino.

Mía Gallegos, 


Versos que me recordaron que cuando dos tendencias tiran de nosotros en igual medida, no hay una de ellas que pueda ser correcta para nosotros, aunque ambas lo sean en sí mismas, y en la ausencia de la otra. Cuando dos fuerzas tiran de nosotros en direcciones distintas, algo se rompe en nosotros, salgo se rasga en nuestra manera de entender el mundo y a nosotros mismos, creando un umbral que cruzar, una puerta única que está ahí sólo para nosotros.  Y, a veces, al dar el primer paso adelante, lo que nos espera no es otra cosa que la vida misma que habíamos dejado olvidada en cualquier rincón.

jueves, 25 de marzo de 2010

Recordar lo que ya sabemos

Muchas veces vemos en nuestros recuerdos de infancia el esbozo de lo que, a veces sin prestar demasiada atención, planeábamos ser. Como asomándonos a la puerta entreabierta de una habitación prohibida, nos parece ver que en algún momento nos fue entregado, o bien recolectamos, un saco de semillas para plantar a lo largo de nuestra vida. Entonces, cuando jugábamos con ellas en la palma de nuestra mano, como si no fueran más que un puñado de guijarros estériles, podíamos fantasear acerca del tipo de plantas que de ellas surgirían, pero estábamos aún muy lejos de la experiencia de su realización.
Si nos detenemos a observar nuestra trayectoria vital, podemos darnos cuenta de cómo muchas de esas semillas han germinado, crecido, y florecido, entregando sus frutos a las mismas manos que las conservaron tan pronto como si guardan un tesoro, como por mero descuido, a lo largo de los años. Y a su debido tiempo, también se han marchitado y deshojado, y sus despojos han abonado la tierra para nutrir una nueva generación. Muchos de nuestros deseos han sido, de hecho, concedidos ya; Incluidos aquellos que se han manifestado en el momento más inesperado o incluso inoportuno, y los que han servido para confirmar el dicho que hay que tener cuidado con lo que se desea.

Hace unos meses hablé de modelos y planos. Independientemente de la existencia de un plan mayor que escape a nuestra capacidad de comprensión, y del mismo modo que la semilla contiene en sí todo lo necesario para manifestar la planta que será, todos tenemos una estancia situada en algún lugar de nuestra mente en la que guardamos estos diseños, planos y proyecciones garabateados en la infancia, sobre los que trabajaremos el resto de nuestro tiempo. Mucho de lo que llegamos a aprender no es más que un refinamiento acerca de las herramientas, los materiales, los modos de construir para que esa imagen intuitiva, plana y esquemática adquiera la forma y la fuerza necesarias para su manifestación en el plano concreto, cuyos matices y texturas son a la vez nuestra firma única y la huella de nuestro paso por la vida.

En este sentido, podemos decir que estemos en el momento en el que estemos, ya sabemos - y tenemos conocimiento necesario para lograr- muchas más cosas de las que en un primer momento consideraríamos. El escollo contra el que chocamos a menudo es la dificultad de ir más allá de este conocimiento, entrando en la práctica. Curiosamente, solemos acumular muchas más instrucciones de las que realmente necesitamos para cumplir nuestros proyectos, pues por lo general basta con un puñado de reglas y principios sencillos. Pero insistimos en acumular más y más palabras y planos, a menudo además ajenos, no sólo por el mero placer de incrementar nuestra colección, sino con frecuencia debido a una sensación crónica de no tener nunca lo suficiente.

Muchos de nuestros problemas pueden proceder de esta dificultad de identificar cuando ha llegado el momento de abandonar una acción y pasar a otra cosa. Nos quedamos petrificados como conejos ante los faros de un camión; Por más que la situación exija moverse a la brevedad, allí estamos, quietos. En nuestro caso, en la mayoría de ocasiones, en lugar de terminar aplastados por la amenaza inminente, ocurre que nos encerramos en una trampa de muros invisibles, en la que no hay alimento ni bebida, y vamos desgastándonos lentamente. Seguramente este proceso es más doloroso, pero tiene la ventaja de que podemos darnos cuenta a tiempo y escapar del lugar y, con suerte, aprender algo acerca de cómo no volver a meternos en él.
La indolencia, el orgullo, o cualquier otra cosa que nos esté impidiendo ver las cosas como son en lugar de cómo creemos que deberían o como tememos que sean forman parte de ese ejército de fantasmas que tratan constantemente de extraviarnos de nuestro camino. El único modo de exorcisarlos es conservar la mirada fija en el centro de las cuestiones, a la caza de su núcleo de realidad sobre el que se elabora toda esta suerte de disfraces barrocos que con frecuencia pueden confundirnos, si andamos distraídos, si no prestamos la suficiente atención.

Este andar distraídos es también lo mismo que nos impide, con frecuencia, darnos cuenta de que ya tenemos lo suficiente para alcanzar la realización de nuestros proyectos o deseos, o de resolver los problemas que van surgiendo o bien hace tiempo que arrastramos como una pesada roca amarrada a nuestros tobillos.
No solemos darnos cuenta que en la mayoría de ocasiones en las que pedimos ayuda o consejo, no hacemos otra cosa que buscar que alguien nos recuerde parte de lo que ya sabemos. Es cierto que de vez en cuando es conveniente adquirir un punto de vista alternativo, pero desgraciadamente por lo general en lugar de esto, o de simplemente buscar un enlace que lleve a la reserva de recursos con la que todos contamos, lo que en realidad estamos haciendo es cometer el error de desplazar nuestra responsabilidad a la hora de actuar (o incluso de opinar) hacia una fuente a la que marcamos como autoridad externa... todo por no aceptar la propia.

Volcamos sobre esta fuente (que puede ser una persona, un grupo, un libro, una doctrina, una tradición...) todo nuestro poder de discernir y actuar, y devenimos dependientes en la medida que sentimos que sin su apoyo o aprobación no seremos capaces de hacer nada bien. La lógica consecuencia es que empujamos más lejos los recuerdos de lo que ya sabemos, pues ni siquiera hacemos el mínimo esfuerzo por ir a buscar esos recursos, perdiendo la conciencia de nuestros propios recursos y valores. Como necesitamos de ellos para construir la vida que nos corresponde, a menudo tratar de seguir las instrucciones de otro no va a funcionar, por más que nos empeñemos en ello como quien insiste en golpearse la cabeza contra un muro.

Este proceso por el que nos convertimos en una especie de satélite de otra cosa, no puede funcionar cuando contamos con la fuerza y el peso suficiente para mantenernos por nosotros mismos(1). Intentarlo tendrá a menudo consecuencias desastrosas porque o bien implicará que nos desplacemos de nuestro propio curso y toda nuestra natural resistencia actúe contra nosotros, o bien que nos "vaciemos" para poder adherirnos a la corriente ajena más cercana.
Esto no significa que debamos vivir aislados en el universo, en el que por otra parte existe una multiplicidad de relaciones, de equilibrios y tensiones necesarias, simplemente, se trata de no olvidar que el referente último debemos ser nosotros mismos, un pequeño núcleo capaz de abrirse y florecer como un microuniverso completo en el que podemos estar seguros de hallar cuanto necesitemos.

Una vez bien establecido este punto de referencia, encontraremos que el mundo que nos rodea está lleno de espejos, pero ya no confundiremos si nuestro lugar está detrás o delante de ellos.


Notas:

1. Enésima vez que recuerdo la idea de Crowley según la que "Cada hombre y cada mujer es una estrella" y cómo la desarrollaba en la novela del mismo autor La hija de la Luna, que es donde la leí por primera vez, aunque desgraciadamente no conservo el ejemplar. La idea aparece también en El Libro de la Ley y en Magia en Teoria y Práctica. Al respecto de esta última se pueden leer algunas notas interesantes en Zona de Caos.

lunes, 22 de marzo de 2010

Spam en comentarios

La pasada madrugada Perro Aullador, a pesar de tener habilitada la verificación de palabras, recibió una oleada de comentarios spam (15), de contenido ininteligible, que redirigían a una página erótica taiwanesa .
Tras haber sido eliminados, permanecían los enlaces en "últimos comentarios" por lo que, para evitar posibles confusiones/molestias a los lectores he reiniciado esta muestra de comentarios. En unos días aparecerá como siempre.

Gracias.

sábado, 20 de marzo de 2010

El Horticultor Autosuficiente, de John Seymour



A raíz del comentario de Francis Ashwood en el post anterior, me acordé de que muchas personas de las que decidieron probar suerte a la hora de trabajar con la tierra, creando sus propios huertos, siguieron las obra de John Seymour titulada "El Horticultor Autosuficiente" (que se puede visualizar en línea y descargar en formato pdf ) a la que realmente vale la pena echar un vistazo porque se trata de una verdadera joya.

John Seymour (1914 - 2004) fue una influyente figura del movimiento de autosuficiencia, o DIY ("Do It Yourself"). Fue escritor, ecologista, activista contra el consumismo y la industrialización y en defensa de la independencia, la responsabilidad personal, el cuidado de la Tierra y el buen vivir.




jueves, 18 de marzo de 2010

Aprendizaje y técnicas sobre el modelo agrícola

En muchas ocasiones, el aprendizaje mágico puede ser equivalente al aprendizaje de las técnicas agrícolas: Ser capaces de seleccionar las semillas que sembramos, con una idea clara de la planta que devendrán, saber qué tipo de tierra, abono y condiciones ambientales precisan para crecer sanas, conocer a sus enemigos naturales y los cuidados específicos que requieren para protegerlas, para finalmente conseguir una cosecha que abastezca nuestras necesidades.
Por supuesto, al margen de esta domesticación milenaria existen aún semillas no domesticadas que corresponden a la vegetación salvaje; Especies que pueden alimentar, sanar, indigestar y matar, tanto por un mal uso como por ellas mismas... Pero éstas merecen otro post.

Pero el hecho es que, para un buen número de practicantes de magia, las plantas y los frutos (los resultados de su trabajo) crecen básicamente por azar, porque cayeron en el lugar y momento correcto, como esas semillas desechadas que un día cualquiera nos sorprenden en forma de brote entre el montón de compost del huerto. Aquello a lo que llamamos magia no deja de ser en gran medida una serie de fenómenos naturales, cuyo mecanismo funciona incluso sin necesidad de nuestra intervención constante. Hacer uso de este tipo de magia es algo así como descubrir que el fuego para cocinar y calentarse: Podemos llamarlo magia, como a la cocción se le puede llamar tecnología. Y lo cierto, siendo sinceros, muchas personas no tendrán necesidad de avanzar un solo paso más por esta larga senda, capaz de llevarnos a distancias insospechadas.

En última instancia dependerá del practicante decidir el nivel de rendimiento de su trabajo; desde el ir tirando semillas al azar de vez en cuando para ver si es verdad que crecen, hasta organizar una serie de cultivos cuidadosamente planificados en régimen de explotación intensiva. En este punto es importante estar atentos para reconocer nuestras auténticas necesidades para no agotar o malograr los recursos de que disponemos. Pero en cualquier caso, los momentos clave del ciclo agrario - que en muchas ocasiones coinciden con las festividades del Ciclo Anual-, pueden ser la ocasión perfecta para detenernos a evaluar nuestro trabajo, darle coherencia, corregir errores, profundizar en nuestros conocimientos o introducir nuevas técnicas. El proceso siempre es el mismo, ciclo tras ciclo: observar, entender, aplicar, corregir y mejorar.

Supongamos que contamos con un terreno mágico con el que trabajar en nuestra vida, para empezar necesitamos una idea de lo que queremos o, mejor aún, necesitamos. En función de esta idea seleccionamos las semillas y preparamos adecuadamente la tierra que las acogerá, para que puedan desarrollarse en ella. Luego las regamos y damos otros cuidados que incluyen la eliminación de aquello que se oponga al crecimiento que estamos auspiciando, como las "malas hierbas" o las plagas. Tendremos que entender que, así como no conviene descuidarla por completo, la planta no va a crecer más rápido por mucho que la reguemos cada cinco minutos (con lo que, además podemos matarla). Cuando madure y de fruto, deberemos cosechar, pero también saber qué hacer con sus restos. Luego decidir si sembramos de nuevo las mismas semillas o necesitamos otra cosa. Echaremos mano de guías, pero la experiencia aún nos mostrará lo que no está escrito. Después de unos cuantos ciclos sabremos detectar cuando las cosas no están yendo bien, y donde hay que actuar, sabremos qué especies consumen los nutrientes de la tierra o los acrecentan y como conviene intercalarlas, o cuando necesitamos un periodo de barbecho por lo tanto y hay que buscar otras fuentes para complementar el abastecimiento de nuestra despensa. Habrá temporadas de malas cosechas y de cosechas abundantes, tanto por nuestra acción como por cosas que no dependen de nosotros, y cada año que pase no sólo sabremos más, sino que seremos capaces tanto de conseguir más fácilmente aquello que precisamos como de sobrevivir aún cuando esto no aparezca.

Hay muchas formas de ver la magia. Desaprovechar los recursos técnicos que la cultura nos ha heredado puede no ser la opción más sensata. Sin embargo, no creo que sea tampoco conveniente cambiar una fe ciega hacia la providencia por una fe igualmente ciega - pero a menudo inconfesa- en la tecnología, el método o los resultados. Es necesario comprender que tal vez no necesitamos todo lo que podemos conseguir ( esa manía de "explotar el potencial al máximo" como niños estresados por las actividades extraescolares a los que no queda tiempo ni energia para jugar), y que no tiene demasiado sentido empeñarse en correr más rápido si no tenemos ni siquiera una idea de a dónde deberíamos llegar.

He conocido personas que parecen no conocer lo que el error es, pero observando con cuidado uno se da cuenta de que los errores están ahí, negados bajo una capa de tierra u hojas secas que se les ha echado encima. Ganar siempre no sólo no tendría demasiado sentido, simplemente es imposible, otra cosa es que nos demos por vencidos.
No todo depende de nosotros - al menos no de nuestro nivel consciente -, y saber equivocarse y saber perder es necesario para poder corregir en vez de ahondar en posibles errores o respuestas desacertadas, evitando que una herida que pudiera curarse fácilmente no se convierta en una lesión que nos inutilice a futuro en una o varias áreas de la vida, llevándonos a la pérdida de nuestra integridad.


PD: Las analogías agrícolas pueden parecer un poco desfasadas cuando la mayoría de nosotros vivimos rodeados de cemento y asfalto; pero lo cierto es que nuestras condiciones de vida y nuestro mundo de significado, siguen mucho más próximos a las de cualquier sociedad agrícola, que a las que existían entre los cazadores-recolectores. Las culturas han emergido y sucumbido al paso del tiempo, mientras que los cultivos que eran una necesidad básica para los miembros de unas y otras seguían madurando en unas mismas fechas. Como una senda pisada millones de veces o un pozo excavado generación tras generación, la construcción de la agricultura es la de un modelo tan firme y fiable en sus bases como flexible en sus manifestaciones, cuyo conocimiento no tiene sentido despreciar.

Por otro lado, el principio de la agricultura sigue siendo un reto vigente que, al contrario de lo que pueda parecer, nos impulsa antes a mirar hacia el futuro que a volver la vista atrás. La humanidad observó a la naturaleza hasta empezar a entender cómo funcionaba, y a aplicar este conocimiento en su propio beneficio... Sin embargo, éste conocimiento permanece en demasiadas ocasiones incompleto. Ni el aprendizaje ni el trabajo respecto a la naturaleza, sus vínculos y sus procesos han terminado; Prueba de ello es que sigamos a un paso de acabar con la misma tierra que nos ha sustentado desde que aparecimos sobre su faz.

domingo, 14 de marzo de 2010

La voz del lobo entre los hombres

Triumph of the Wolves, Ernest Thompson Seton, 1883


En los últimos años se ha popularizado la imagen del animal totémico o animal de poder, que a raíz de la influencia de la New Age ha pasado a significar algo como: "animal con el que quisiéramos identificarnos y - sobretodo- ser identificados aunque en realidad no sepamos casi nada de él". Una de las especies preferidas en la lista de candidatas es, sin duda, el lobo.

Como a menudo buscamos en la dirección equivocada, ignorando lo más cercano, creo que merece la pena dejar de lado, al menos por esta vez, las discusiones acerca de lo que es o no es un animal totémico/de poder, para hablar directamente de dos personas criadas en la cultura moderna y occidental, cuyos respectivos encuentros con el lobo, al que llegaron a conocer y respetar profundamente, supusieron una revelación que rompió con aquello que creían o creían conocer hasta el momento, abriéndoles las puertas a nuevos conocimientos que posteriormente serían parte de la educación de los "cachorros humanos" a nivel global y hasta la actualidad.


Felix Rodríguez de la Fuente

La primera de esas personas es Félix Rodríguez de la Fuente, de cuya muerte se cumplen hoy 30 años. Nació en Burgos en 1928, y pasó su infancia en el medio rural, en contacto directo con la naturaleza. En este entorno el lobo era considerado una alimaña y un mal a erradicar, por lo que no es de extrañar que Félix decidiera unirse a una batida de lobos. Sin embargo, en el momento en que su mirada se cruzó con la de una de aquellas bestias perseguidas, la imagen heredada del lobo como una fiera cruel y despiadada se desmoronó por completo, impactándolo profundamente. Desde aquel momento decidió conocer al lobo por sí mismo, dejando de lado los prejuicios heredados.

Con el tiempo, Félix se convirtió en un importantísimo divulgador científico. Tras una esporádica aparición en televisión con motivo de sus conocimientos en cetrería - técnica de caza que el mismo Félix se encargó de recuperar a raíz de documentación medieval- se recibieron centenares de cartas de un público que solicitaba nuevas intervenciones, lo que le abrió las puertas a los medios de comunicación. Félix fue un pionero al hablar de los auténticos valores de la fauna y flora, además gracias a sus dotes comunicativas supo ganarse la atención y admiración del gran público con sus intervenciones en prensa, radio y televisión.

Un par de décadas después de aquel encuentro con la mirada del lobo, Félix rescata a dos lobeznos, Remo y Sibila, de morir apaleados en un pueblo. Félix crió a estos y otros lobeznos junto a su mujer, vinculándose a varias manadas de las que llegaría a convertirse en líder. Felix fue, en muchos aspectos un lobero moderno, la voz del lobo entre los hombres. A través de esta experiencia se dedica a divulgar lo que consideraba "la verdad del lobo" en una época en que éste aún era ampliamente odiado y perseguido, lo que llegaría a acarrearle amenazas de muerte.

Félix se implicó en la protección del lobo, que probablemente le debe su supervivencia en la península ibérica, pero también de otras especies en peligro, tales como el oso ibérico, el lince y el águila, así como en la preservación de espacios naturales. En la década de los '70 realiza las series que le darían fama mundial, entre las que destaca El Hombre y la Tierra , y coordina el proyecto editorial de la Enciclopedia Salvat de la Fauna ibérica y europea, obra que sería traducida a 14 idiomas.

Félix murió en 1980, en un accidente de avioneta ocurrido durante la grabación de una carrera de trineos en Alaska. Pero su legado aún vive, especialmente por haber conseguido sembrar la semilla de la conciencia ecológica, medioambiental y conservacionista. Entre sus muchos cuentan también la protección por ley del halcón peregrino y el lobo.

Nos queda también su visión personal del ser humano, del que consideraba que debería dedicarse al constante perfeccionamiento de su físico, cultura y espiritualidad. Félix creía que el estadio ideal de la humanidad era el de la caza-recolección, y que la irrupción de la cultura neolítica había supuesto un cambio al que el hombre aún no se había adaptado. Sin embargo, su propuesta no era añorar ese pasado como una época dorada, sino incorporar a la actualidad aquellos elementos positivos perdidos. Félix abogó con frecuencia por la ruptura de mitos y tópicos, y pero en lugar de cargar contra el pensamiento "mítico" tradicional, señaló enfáticamente aquellas creencias artificiales, publicitadas, cuyo orígen radica en los intereses creados, que escinden al hombre de la naturaleza que no sólo lo rodea, sino de la que forma parte. Creía que a través de la ciencia y el conocimiento, se llegaría a las mismas conclusiones del animismo; el considerar a la tierra como una totalidad viviente.

El material disponible sobre el trabajo de Félix Rodriguez de la Fuente es abundante. Creo que vale la pena recomendar el reportaje "Los lobos aún lloran" (15 min) elaborado por la web de temática medioambiental NSD. Otros recursos audiovisuales en línea, como trabajos de radio y tv de Félix, o sobre él, pueden encontrarse a través del buscador de RTV.es Como curiosidad, Google dedica en España un hermoso doodle al autor, que rescato de la nota de microsiervos.




Ernest Thompson Seton

El segundo autor es Ernest Thompson Seton, un nombre que hasta hace unos años fue completamente desconocido por mi, a pesar de haber crecido nutriéndome de las adaptaciones de sus obras. Seton nació en Inglaterra, en 1860. A los seis años emigró con su familia a Canadá. Además de pasar largas temporadas temporadas en la granja de su hermano en Canadá, durante sus años de formación estudió arte en Londres, Nueva York y Paris, especializándose en las obras de temática animal. En 1882 fue nombrado naturalista provincial, por el gobierno de Manitoba, Canadá.

Uno de los acontecimientos más importantes en la vida de Thompson Seton se produce en 1883, cuando por sus conocimientos acerca de la naturaleza es solicitado en Nuevo México (USA) para colaborar en la caza de "Lobo", un lobo que había alcanzado fama local por su habilidad para evitar a los cazadores y sus trampas, cuyo comportamiento parecía ir más allá de las capacidades naturales de la especie. Después de muchos fracasos, Seton consiguió matar al espléndido animal, algo de lo que se arrepentiría desde aquel mismo momento. El hecho lo afectó profundamente, transformando el resto de su vida. Ante la imposibilidad de resucitar a Lobo, se comprometió a mantener vivo su espíritu. Seton incluyó desde entonces la huella del lobo como parte de su firma.

Ese mismo año expone en Chicago la pintura "El Triunfo de los Lobos" (misma que encabeza el presente artículo), en la que aparecía una manada de lobos devorando los restos de un humano. La obra causó una gran controversia, y fue duramente criticada, al considerarse una provocación que situaba a la naturaleza por encima del dios cristiano y contradecir el orden que éste había establecido al ser humano como cumbre de su creación.

En 1884 publica la "Historia de Lobo" en una destacada revista americana. Según el relato, Lobo aprendió a sortear las trampas más elaboradas, no servían los cebos envenenados, ni siquiera aquellos que habían sido preparados para que no quedara en ellos olor humano; del mismo modo no sirvieron las trampas, ni siquiera aquellas estratégicamente colocadas en varias combinaciones, después de analizar sus huellas y movimientos. Se burlaba de sus persecutores amontonando las trampas y dejando sus excrementos y orín sobre ellas, y parecía que los castigaba, matando a más ganado del que necesitaba (normalmente esto sucede con las ovejas, por razones biológicas de ambas especies, pero no con las vacas). Además, parecía que tanto los lobos de su manada, como aquellos de otras cercanas, aprendieron de sus técnicas.
La única manera de atraparlo fue capturando a su compañera. Esta pérdida afectó mucho más de lo que cabía sospechar al animal, que finalmente cayó en una trampa para la que usaron el cadáver de la loba. Lobo pasó varios días atrapado en el cepo antes de que lo fueran a buscar. Entonces, aún trató de atacar; pero en lugar de matarlo, lo ataron. Lobo se quedó muy quieto, sin llamar a sus compañeros y sin responder a sus llamados, sin comer o beber nada de lo que le era ofrecido, hasta que varios días después, murió en la misma postura.

En 1898 publica Wild Animals I have Known , en el que vuelve a incluirse la Historia de Lobo. La obra, que sirvió de inspiración a Rudyard Kipling para escribir el Libro de las Tierras Vírgenes (más conocido como "El libro de la Selva"), fue traducida a 12 idiomas y nunca ha dejado de publicarse. La reputación de Seton como naturalista, escritor e ilustrador fue reconocida en todo el mundo, pero también fue criticado por el naturalista John Burroughs, por adjudicar a los animales conciencia de sí mismos y emociones, sin embargo, tras aceptar la evidencia de las fieles observaciones de Seton sobre la naturaleza, la antigua oposición se convirtió en amistad.

A partir de 1900 profundiza en el trabajo conservacionista, inspirado en gran medida por las culturas nativas norte americanas, con las que tuviera su primer contacto durante su etapa de formación. En 1902 funda los "Woodcraft Indians", grupo juvenil inspirado en la ética y conocimientos de los nativos americanos, escribiendo un manual práctico que relataba muchas de sus experiencias en los bosques. En 1906 Seton decide colaborar con el militar inglés Baden-Powell en la creación de un proyecto común, el movimiento de los Boy Scouts, del que Seton sería nombrado Jefe Nacional cuatro años más tarde. Sin embargo, el fervor pro-bélico y patriótico de los Boy Scouts durante la Primera Guerra Mundial alejó a Seton del proyecto, que finalmente abandonó. Decidió entonces revivir su idea pacifista de los "Woodcraft Indians", creando la "Woodcraft League of America", cuyos ecos llegaron a países como Irlanda, Bélgica, Francia, Austria, Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Rusia, así como a la formación de grupos de scouts en Latinoamérica.

La obra de Thompson Seton ha sido objeto de numerosas adaptaciones. Para mi generación, que creció con ellas, destacan las series de animación japonesa basadas en Monarch, The Big Bear of Tallac (1904) y Bannertail: The Story of Gray Squirrel (1922).

Existe una série de manga basada en la vida del autor, con guion de Yoshiharu Imaizumi e ilustraciones de Jiro Taniguchi, "Seton, el naturalista viajero", en cuyo primer volúmen se cuenta la historia de Lobo.

En la web de PSB se puede ver en línea la serie "The Wolf that changed America" dedicada a la historia de Thompson Seton y Lobo, descargar un cómic basado en la misma.



Bibliografía

Conoce a Félix: Su vida, su obra, su legado, su futuro...
, por Miguel Pou.
Félix Rodríguez de la Fuente, artículo en Wikipedia (español).
Chronology, The Ernest Thompson Seton pages.
Ernest Thompson Seton, artículo en Wikipedia (inglés).

sábado, 13 de marzo de 2010

Hun Nal Ye, y el ciclo del Maíz

Algo parecido a lo que ocurre en Europa en referencia a las celebraciones masivas y fuera de lugar del Solsticio de Verano, ocurre en México y algunos paises de América del Sur durante el Equinoccio de Primavera, en el que se lleva a cabo una larga lista de despropósitos "rituales" que atentan contra la conservación y el conocimiento del mismo patrimonio cultural del que ya muchos se sirven de excusa para el lucro (1).

Bastante lejos del del turismo mágico, y sin querer abusar de los paralelismos a uno y otro lado del Atlántico entre el trigo y el maíz, mientras buscaba información en relación a los ciclos bajo/sobre tierra, encontré la siguiente referencia (2) al mito de Hun Nal Ye, dios creador que desciende al Inframundo emergiendo con el tesoro de las semillas:

(...) Los mitos más antiguos de Mesoamérica narran que el mundo que hoy habitamos fue creado por los dioses del maíz, quienes al mismo tiempo crearon a los seres humanos y les dieron el alimento para sustentarlos.

Un mito cosmogónico maya, inscrito en el año 690 d.C., en los templos del llamado Conjunto de la Cruz de Palenque, cuenta que el cosmos fue creado en el lejano año de 3114 a.C. En esa fecha (...), se dice que nació el Primer Padre, quien es llamado Hun Nal Ye, que quiere decir Uno Maíz. Según esta cosmogonía, Hun Nal Ye creó una casa en un lugar llamado Cielo Levantado y la dividió en ocho partes, siguiendo las cuatro direcciones cardinales y los cuatro rumbos intercardinales.

En el mismo lugar ubicó las tres piedras que señalaban el centro del cosmos y levantó el árbol cósmico llamado Wakah Chan, nombre que tiene el árbol que se ve en el centro del tablero del Templo de la Cruz en Palenque.

Luego de estos hechos prodigiosos, Hun Nal Ye protagoniza el acto central de la cosmogonía: su resurrección del inframundo en la forma de un joven de belleza extraordinaria que lleva consigo las semillas preciosas del maíz, rescatadas de Xibalbá, el nombre que los mayas le dieron al inframundo. La historia de la resurrección del dios del maíz la conocemos no por el desciframiento de los glifos mayas, sino gracias a una serie de escenas pintadas en los vasos funerarios de la época Clásica.

Aun cuando esas imágenes corren dispersas, un posible ordenamiento de ellas sería el siguiente. Las primeras describen la caída de Hun Nal Ye en el medio acuoso y oscuro de Xibalbá. Al penetrar en esta región enfrenta unos personajes que lo amenazan con hachas y otros instrumentos de decapitación. Sigue luego su encuentro, probablemente sexual, con unas mujeres jóvenes y desnudas, y un episodio donde se ve al dios del maíz viajar en canoa por las aguas frías del inframundo. Como sabemos por la lectura del Popol Vuh, el libro sagrado de los quichés de Guatemala, Hun Nal Ye baja al inframundo en busca de la montaña escondida de los mantenimientos, el lugar donde se guardaban las mazorcas amarillas y blancas del maíz.

En otro vaso se describen tres episodios del viaje de Hun Nal Ye por el inframundo. En la parte inferior el dios aparece en la posición de los recién nacidos, como si acabara de nacer de las fauces de una serpiente. En la parte superior, donde se le representa con apariencia juvenil, los dioses remeros lo conducen en la canoa y lleva abrazada sobre el pecho una bolsa con granos de maíz. Es decir, en estas imágenes Hun Nal Ye regresa del lugar donde estaban escondidos los mantenimientos, y por eso lleva las preciosas mazorcas del maíz. En la escena final de la izquierda, dos mujeres le ayudan a ponerse su vestido de cilindros y esferas de jade.

Finalmente están las escenas que describen el clímax de esa sucesión de acontecimientos dramáticos: el brote del dios del maíz de las profundidades de la tierra. Una vasija muestra a los dioses remeros acompañando a Hun Nal Ye a su renacimiento glorioso. El dios del maíz brota de un caparazón de tortuga, y lleva una bolsa que contiene en su interior las preciosas semillas del maíz. En otro plato de dibujo muy fino, Hun Nal Ye sale de una hendidura en el carapacho de una tortuga (símbolo de la tierra entre los mayas), y es recibido por Xbalanqué y Hunahpú, los famosos Gemelos Divinos del Popol Vuh. Muchos vasos y platos de la época Clásica representan la misma escena jubilosa, con los Gemelos Divinos a uno y otro lado, ayudando al Primer Padre a salir del inframundo. (...)

En el mismo artículo, del historiador Enrique Florescano, se señala el vínculo entre los cultos agrarios y la identificación de la agricultura con la civilización, señalando que este mismo mismo vínculo se puede identificar en culturas aisladas entre sí.


El ciclo agrícola del maíz

El ciclo agrícola del maíz (3) guarda relación con las mismas fechas que nos son conocidas por la tradición católica y las festividades del ciclo anual pagano europeo.

Las fiestas de la Candelaria (2 de Febrero, corresponde en el calendario neopagano a Imbolg), la Santa Cruz (3 de Mayo, Beltane), la Asunción (15 de Agosto, Lammas) y el Día de Muertos (31 de Octubre, Samhain) marcan los tiempos desde la siembra del maíz hasta que éste está listo para su recolección. Tras la cosecha del maíz se recogen los restos de la planta: Tallo, hojas y raíz.

El ciclo completo del maíz se relaciona con cuatro fechas cercanas a los equinoccios y solsticios; San José (19 de marzo, Equinoccio de Primavera), San Juan (24 de junio, Solsticio de Verano), San Mateo (21 de septiembre, Equinoccio de Otoño) y Navidad (24 de diciembre, Solsticio de Invierno). Desde la Candelaria hasta la Asunción se llevan a cabo los trabajos de cultivo y desde la Asunción a la Candelaria se goza de los frutos de este trabajo.

El 2 de febrero, fecha en la que también se realiza la primera siembra, se realiza la bendición de la semilla. Coincidiendo con el equinoccio de primavera se lleva a cabo una segunda siembra. La siembra mayoritaria, no obstante, se realiza entre la primera quincena de abril y el 15 de mayo. Los trabajos de siembra incluyen también el cuidado de las plantas, el abono de la tierra, la limpieza de las malas yerbas, etc.

La Asunción marca ritualmente el inicio de la cosecha de los frutos tiernos del maíz. En el equinoccio de otoño el maíz está en proceso de endurecimiento, mientras que en el Día de Muertos, ya se encuentra completamente maduro. A partir de este momento se realiza la cosecha de la planta y el grano seco de maíz, hasta el solsticio de invierno.


Bibliografía y Notas:

(1) "Numerosas personas arriban desde la madrugada del 21 de marzo a las zonas arqueológicas de nuestro país, con la falsa idea de que los indígenas concurrían a estos lugares para “cargarse de energía”; sin embargo, esta tendencia es de origen moderno y responde a las creencias denominadas “New Age” (...) por lo que esta tendencia nada tiene que ver con la cosmovisión e idiosincrasia de los antiguos mesoamericanos, ni con los rituales que se llevaban a cabo en los templos. Sin embargo, y a pesar de ello, las secretarías de turismo de gran parte del país, han hecho una gran publicidad para fomentar la visitas los días 20 y 21 de marzo a numerosas zonas arqueológicas, propiciando el deterioro, vandalismo y contaminación de nuestro patrimonio, desatinadamente autorizados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (...)" Extracto de : El Equinoccio de primavera: mitos y realidades, por Rosalba Delgadillo Torres.

(2) El Maíz y los Origenes de Mesoamérica, por Enrique Florescano.

(3) Las fiestas religiosas mexiquenses, por Beatriz Albores Zárate, El Colegio Mexiquense, 2004.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Imagenes que se arremolinan

Hay días de primavera que son una auténtica tortura... como un ataque de transitoria demencia. Procesos de construcción y deconstrucción que se llevan a cabo sin que nos sea permitido asomar un ojo a la zona en la que se está trabajando, pero de cuyo escándalo no podemos evadirnos, siendo prácticamente imposible concentrarse en otra cosa. Tiene su razón de ser, es el momento de remover la tierra y sacarlo todo al sol, de hacer limpieza y reservar un lugar para lo que queremos en nuestras vidas, apartando aquello que además de no servir para nada, estorba. Sin embargo, no deja de ser sorprendente lo que en ocasiones, sumergidos en esta labor, nos sale al encuentro.

El sol pinta destellos dorados en el mismo cabello que conserva aún hebras de noche entre sus desatadas trenzas. Una figura tan inocente como la hierba bajo su cuerpo, y el mundo parece girar demasiado rápido entorno a ese pequeño centro, en una danza frenética de imágenes entrelazadas, claros y obscuros sucediéndose y pisoteando sin cuidado alguno el sentido de las palabras.

Le gustaba contemplar el horizonte, especialmente cuando el sol se ponía tras las montañas liláceas, o cuando rasgaba la noche al levantarse sobre el mar, precedido por el brillo de Venus. Miraba hacia adelante, sin importar donde se encontrara, buscando la fina línea donde el mundo parecía terminar y dejaba que su vista se perdiera en ella. Pensaba en llegar a ese lugar pero sabía que, aún cuando llegara a pisar ese último punto que la visión podía captar, palpando esos árboles, o esa construcción ruinosa, no habría alcanzado en realidad más que un nuevo horizonte que perseguir... El camino era una sucesión de horizontes, y una vez emprendido, uno no podía estar seguro siquiera de que la muerte pudiera decretar su fin.

No había nada de él que se pudiera guardar en los bolsillos, y menos las piedras de río. Al caminar se veían como gemas preciosas en el fondo de las aguas. Redondas y suaves parecían reír con la corriente y lanzar destellos caprichosos sobre el paisaje. Sin embargo, cuando quería apoderar del tesoro sacándolas del agua, pronto se convertían en rocas pequeñas, romas, secas y terriblemente silenciosas. Las privaba de su encanto y se privaba a un tiempo de él, para empezar a acumular un peso innecesario del que, tarde o temprano, debería deshacerse de todos modos. Tantas cosas que no podían ser apresadas ni retenidas... como los copos de nieve que descendían suavemente a la palma de su mano para fundirse en un segundo, sin darle a penas tiempo de poderlos contemplar.

Por todo esto sabía que incluso las estrellas podían morir entre nuestros brazos. Cuando perseguimos lo que creemos un sueño y no deja de ser una ilusión y, como el protagonista del Rayo de Luna, recorremos sin descanso los senderos para hallar al fin una amarga decepción.
Otras veces nuestro sueño es real, pero no puede vivir mucho más allá de nuestro reencuentro. Con suerte llegamos a tiempo para despedirnos, y verlo morir en paz sabiendo que ha cumplido su misión al conducirnos hasta ese abrazo. Puede que naciera de una necesidad extinta a lo largo del trayecto, tal vez perdió sentido al crecer. Todo parece perder sentido cuando su luz se apaga, y quisiéramos morir junto a esa estrella que nos guió tantas noches.


Pero el camino sigue, desapareciendo tras nuestros pasos, y abriéndose frente a ellos.

Por eso en esas noches más oscuras, y aún bajo la sombra de la luna, uno se acerca a la orilla del mar, como un niño que abraza las faldas de esa abuela querida, cuyos ojos y oídos han sido testigos de la aparición y la desaparición de generaciones enteras. Entonces ella comparte con nosotros el manto de oscuridad y nos acuna en su regazo con ese arrullo que como un encanto, sin necesidad de ser entendido, devuelve algo de paz a nuestras pequeñas y torturadas existencias. Como olas que se alejan para regresar, mientras vivimos todo nos es arrebatado y todo nos es devuelto: Nada se pierde, todo se transforma.

Un hocico húmedo, o cualquier otro tacto, nos sorprende buscando nuestra mano, rompiendo la quietud de este templo de soledad, casi molestándonos... Poco después en la arena se enciende un fuego entorno al que se empiezan a reunir viejos conocidos, llegados tal vez de muy lejos, a los que hacía tiempo que no veíamos, a los que incluso creíamos haber olvidado. La tristeza de la despedida se convierte en el gozo del reencuentro.

Todo vuelve a empezar, otra vez.

lunes, 8 de marzo de 2010

Una bruja como las otras

En relación con las reivindicaciones obsoletas, o no tanto, hace un tiempo encontré por casualidad esta canción de Guillermina Motta, y me pareció que tenía más sentido que mucho de lo que he leído al respecto, así que ahí va la traducción;


Por favor, sed como las plumas de ave, sed como el plumón de un edredón de cuna. Qué pesado, este gran fardo que llevo, por favor volveros ligeros. Yo, creedme, no puedo más.

Yo os he llevado de niños, ¡Dios sabe lo que pesabais! Me ha hecho falta tanto valor para cargar con vuestro peso de amor. He llevado vuestro recuerdo, cuando os ha llegado la muerte. Os he traído ramos de flores y mi corazón roto en llantos. Cuando jugabais a la guerra, yo aventaba mis fogones, y removía cielo y tierra para abrir vuestras prisiones. Si os deshacía una bomba yo os buscaba entre lamentos. Ahora soy como una tumba que recibe todos los sufrimientos.

Soy sólo yo, es ella o yo, es la que calla o la que habla, la que llora o la que ríe, Juana de Arco o Salomé, moza de convento o de calle. Y es mi corazón o bien el suyo, es la que no se ha conocido, es la que nunca ha venido, la que ha venido y ya era tarde, la de una noche, la de una mirada. Y es una madre como hay muchas. Es una bruja como somos todas.

Debéis ser como ríos, o quizá como el claro cristal de los lagos que me describe sin halagos. Por favor, observadme con rigor, soy de carne, ¿Por qué me inventáis, como habéis hecho aquí y en todas partes? Me habéis querido servicial, ignorante y conyugal. Fuerte me habéis hostilizado, débil me habéis humillado. Me amabais en los burdeles, y cubierta de joyas. Sucios los labios de carmín, convertida en maniquí. Demasiado vieja y desvalida, de mi os habéis desentendido. Me habéis negado vuestra ayuda cuando ya no os servía para nada. Cuando todavía era bella aplicabais por un baile, ahora soy una capilla sobre todo el oprobio.

Soy sólo yo, es ella o yo, es la que ama o ha amado, es la que reina o siega el trigo, la Pompadour, la Miserachs, moza de lujo o de harapos. Y es mi corazón o bien el suyo, es la que espera en todos los puertos, es la de los monumentos a los muertos, la de la danza y la del llanto, chica de asfalto y chica flor. Y es una madre como hay muchas. Es una bruja como somos todas.

Por favor, sed como un gran cielo azul, como el pensamiento os ve , fuertes y libres como el viento. Yo también soy así, miradme bien, indagad sin omitir nada, yo hace tiempo que os he aprendido. Yo me quedaba esperando, pero puedo ir delante. Era astillas y haz, y también puedo ser el fuego. La diosa más sublime era poco más que polvo, tierra bajo vuestros pies, ignorando que me pisáis. Se abrirá la tierra un día y los volcanes hasta ahora mudos, parirán la sinfonía de tesoros desconocidos. Con pujanza refrenada bate el océano, ahora soy como una ola que no os quiere ahogar.

Soy sólo yo, es ella o yo, es la que se regala o la que se vende, la que os sigue, la que se defiende, se llama Dolores o Soledad, mujer de amor o de combate. Y es mi corazón o bien el suyo, es la que vive su abril, es la que permanece en un asilo, es la de ojos color miel, hija la niebla o del cielo. Y es una madre como hay muchas. Es un bruja como somos todas. Por favor, por favor, volveos ligeros. Yo, creedme, no puedo más.

domingo, 7 de marzo de 2010

Reivindicaciones obsoletas, o no tanto.

Es comprensible que más de uno pueda sentir cierto hastío ante la celebración del "día internacional de la mujer" , dado que los motivos que llevaron a la lucha asociada a esta fecha parecen haber sido superados desde hace mucho tiempo. Se trata del mismo hastío que provoca el hecho que algunas personas insistan en recordar las antiguas persecuciones de brujas adoptando un rol de víctimas que nunca han sido, puesto que sus creencias nunca les han supuesto mayor problema que el descontento de algunos allegados.

Cualquier reivindicación obsoleta o fuera de lugar se convierte en una especie de representación cuya finalidad se acerca más al entretenimiento que a la concienciación. No es demasiado difícil darse cuenta que en más de una ocasión un sistema opresivo se apropia de aquello que se le opone aplicando una densa capa de barniz que cumple la doble función de embellecer el cuadro y sellar aquellas bocas desde las que pudiera surgir una auténtica reivindicación.

No creo que ser mujer (o pertenecer a una determinada etnia, franja de edad, clase social, etc.) en sí mismo conlleve mérito alguno - no es algo que escojamos, y tampoco algo que nos haga mejores personas - , pero tampoco debería ser motivo para convertirse en víctimas. En el ambiente en el que me eduqué, ser mujer no presentaba realmente ningún obstáculo, la lucha por la igualdad de género, parecía algo superado, y entretenerse en hablar de ello en presente parecía tan insustancial como discutir acerca de si al día siguiente saldría el sol.
Ahora bien, con los años, me he visto en situaciones que por más increíbles que me parecieran, no dejaban de ser reales. Estas experiencias, - que no son tampoco lo peor que me podría haber pasado en el mundo actual -, me llevaron, más allá de la sorpresa y decepción, a replantearme seriamente aquellos logros que damos por supuestos y que, si nos descuidamos, podemos terminar perdiendo en cualquier momento. Algo en lo que, por cierto, me volvió a hacer pensar Persépolis.

Tal vez por eso, no quiero pensar en el día de la mujer como una jornada de celebraciones institucionales vacías de sentido, sino como en una excusa para recordar los motivos que llevaron a esa lucha que permitió que, al menos en el ambiente en el que tuve la suerte de ser educada, ser mujer no representara ningún obstáculo, ni tampoco ventaja alguna.
Una excusa para poner el tema sobre la mesa, reflexionar acerca de los muchos aspectos en los que esta y otras luchas siguen siendo algo vigente y necesario, e identificar los tópicos en los que debemos evitar caer para no echar a perder el legado de esos logros que nos pueden parecen tan básicos que se nos haga difícil creer que son a penas un manojo de frágiles hilos cuya custodia se dejó en nuestras manos... Sin olvidar nunca que lo que realmente importa no será nunca tanto ser mujer como ser persona.


viernes, 5 de marzo de 2010

Tiempo de crecer

Tras la germinación de las semillas, llega el tiempo de crecer. Del mismo modo que nos sincronizamos con los diferentes momentos del ciclo anual, es necesario comprender que cada época de nuestra vida tiene sus propios retos y encantos y estar atentos para identificar en qué punto estamos, ya que si tratamos de adelantarnos o retrasarnos respecto al momento que nos toca vivir, ese momento se nos escapará para siempre.

Sin embargo, parece que la tendencia actual es que mientras se insta a los adultos a conservar comportamientos inmaduros y tratar de borrar las huellas del paso del tiempo, los niños sean inducidos a asumir conductas propias de edades más avanzadas. Esto ni hace madurar antes a los jóvenes, ni rejuvenece a los adultos, pero crea una franja de edad ilusoria en la que todos quieren entrar, pues no pertenecer a ella parece restar valor a la persona.

Existe un gran contrastaste entre esa actual "franja de edad fantasma" (en la que nunca se es completamente niño o adulto ) y el rigor de los antiguos ritos de paso, encargados de marcar una clara línea divisoria entre lo uno y lo otro. Y es en esta segunda visión acerca del crecimiento en la que debería encajar la idea del retorno cíclico.

Algunos árboles pierden sus hojas en otoño, para renovarlas en primavera y cómo en otros crecen nuevos brotes claros y tiernos a partir de las viejas y oscuras ramas. Hay un momento en el que nuestro crecimiento físico se detiene, mientras otras partes de nuestro ser pueden y, de hecho, deberían, seguir creciendo. La naturaleza nunca vuelve atrás, pero la vida se renueva constantemente, incluso dentro del individuo. Cíclicamente podemos tener acceso a un contacto más profundo con estas fuerzas de renovación, vigorizándonos.

Cuando ya somos adultos, este aumento del vigor puede interpretarse como un rejuvenecimiento, por la asociación de una mayor fuerza vital con la idea de la juventud. Pero lo cierto - por suerte- es que nunca rejuveneceremos; sólo estaremos más cerca, o más lejos, de esa fuerza de la Vida que permite la renovación de nuestro ser.

Algo parecido pasa con "el niño que llevamos dentro". A veces pensamos en cuando éramos más jóvenes, o en cuando éramos niños, buscando una referencia para evaluar hasta qué grado estamos siendo fieles a nuestra propia esencia. Sin embargo, ese niño o niña no es exactamente lo que fuimos hace 10 o 20 años, pues no en vano ha estado con nosotros esos 10 o 20 años (para confirmarlo, bastaría hojear cualquier diario de la época). La imagen de esta criatura, por más que sea tomada del pasado no permanece en él, muy al contrario, crece con nosotros, según su propia naturaleza, que tampoco es exactamente la de un niño aunque nos lo pueda parecer.

Madurar significa, en cierto modo, convertirse en el padre y la madre de esa criatura interna; Cuidarla, comprenderla, protegerla y también hacerle entender ciertas cosas. Es una valiosa ayuda, pero no puede dirigir. Puede llamarnos la atención sobre aquello que que queremos, pero seguramente no tenga la paciencia para identificar el momento o los medios adecuados para ello. Puede recordarnos lo que necesitamos, pero no puede proporcionárnoslo. Nosotros somos los adultos, y ésa es nuestra tarea, misma que no podremos eludir. Hemos crecido lo suficiente como para cruzar esa línea sin retorno que marca el hacernos responsables de nuestra vida y de nosotros mismos.

Por otro lado, la misma tendencia a las asociaciones precipitadas provoca que se consideren como infantiles comportamientos, actitudes o posicionamientos que, en realidad, no tienen porqué ser exclusivos de la infancia, o que simplemente no pueden relacionarse con la edad que se tenga. Se trata usualmente de los mismos que en una cultura o sociedad determinadas son tolerados en los niños y vetados a partir de cierta edad, abarcando desde la expresión de emociones hasta la conciencia de la propia independencia. En este sentido el veto impuesto a los adultos en lugar de favorecer la madurez, está precisamente impidiendo el crecimiento de los individuos afectados; es el equivalente a recortar las alas a las aves para impedir que, siendo capaces de volar, escapen.

Crecer puede ser doloroso en ocasiones; recibir golpes, ser desengañados, sentirnos solos, o torpes, o estúpidos. Pero crecer nos enseña que, pase lo que pase, contamos con nosotros mismos; que por alto que sea el precio que pagamos por ello, el que el trazo de nuestra trayectoria vital esté en nuestras manos es algo que no cambiaríamos por nada.

jueves, 4 de marzo de 2010

Pasaje de Sombras

La buena madrugada es como una tranquila reunión entre los tuyos, cuando el tiempo vuela o se escurre como agua por un sumidero, a la que sorprende el amanece. Pero la mala madrugada es una larga y solitaria espera de la luz, caminando por una zona liminal como un viajero extraviado lo haría en el desierto en el que los espejismos, uno tras otro, como un ejército de gigantes, se levantan y cobran una vida que, transitoriamente, parece incluso más real que la propia. Siempre estamos solos en este pasaje de sombras, incluso cuando otra persona respira cerca... está dormida y sabemos que pase lo que pase no la vamos a despertar, que hemos ido demasiado lejos, sumergiéndonos también en un territorio onírico, a pesar de conservar los ojos abiertos.

El arado remueve la tierra, y la tierra exhala sus fantasmas. Aquí las últimas sombras son los remanentes de esperanzas que no se vieron realizadas, -por no tener a suficiente fuerza- de antiguos miedos y viejos demonios agazapados como carroñeros a los lados del camino. Lo terrible del Inframundo no es su corazón, sino esta zona liminal, donde residen las cosas que no completaron el viaje, quedando atrapadas entre los mundos.
A medida que avanzamos con nuestra pequeña nueva luz entre las manos, en nuestra frente o en nuestro pecho, ellos despiertan de su letargo y nos persiguen para robárnosla... aunque por más que nos la arrebataran no pudieran hacer nada con ella más que extinguirla. Nos persiguen con todos los "si hubiera" y todos los "debería" , lanzando sobre nosotros redes de falsos y manipulados recuerdos o tratándonos de alejar de nuestro sendero con cantos de sirena.

En nuestra salida del Inframundo todo lo que podemos hacer es concentrarnos en lo que tenemos entre manos, dando un paso tras otro, sin dejarnos engañar por las trampas que salgan a nuestro encuentro, sin desesperarnos por no ver aún la luz al final del túnel, o por verla aún demasiado lejos... Por poderosas que sean las sombras, animadas por nuestro propio temor, nunca lo serán tanto como las voces que nos llaman desde el exterior, tirando de nosotros, pues ya estamos vinculados a este mundo luminoso que nos aguarda. Esa pequeña luz que llevamos en la oscuridad, como una prenda, la misma que despierta a los demonios irredentos, es también aquella que nos protege en nuestra travesía. Es una chispa estelar que lleva en sí la esencia de un mundo al que no les está permitido entrar,por sí mismos. Y es una astilla de verdad que puede paralizarlos y, puesto que están hechos de una visión distorsionada de la realidad, puede también disiparlos y destruirlos.

No importa lo mal que creamos haber hecho las cosas en el pasado, la lista de nuestros errores acumulados, en cualquier caso, ellos no lo harían mejor. Y aquí estamos, a unos pasos de nuestro destino, con una nueva esperanza que ya es nuestra, con un puñado de semillas que contienen aquello que queremos sembrar y ver crecer en nuestra vida. Todos esos aspectos residuales de nosotros no pudieron completar su viaje y quisieran destrozarnos por ello, pero lo cierto es que sólo lograrán alcanzar la redención, el ansiado descanso, si nosotros completamos este viaje a pesar de ellos: Si nuestras semillas germinan y crecen los brotes y las hojas, alimentándose de estos restos, haciéndolos vivir en su interior, llevándolos a través de su savia a recibir la caricia anhelada de la luz solar.

Es necesario entender que estos fantasmas no son malos, y tampoco son buenos, pero sobretodo es necesario comprender que, en cualquier caso, no podemos detenernos a explicarles la situación. Debemos dirigirla. Tenemos la fuerza y las herramientas para ello, no nos puede faltar la confianza y la fe.

Y al fin, la mañana llega.


PD. Mientras escribía estas líneas recordé la última de las pruebas impuesta por Afrodita a Psique para recuperar a Eros, concretamente el momento en el Psique, debe resistir a las peticiones de los seres del Inframundo para poder regresar a la superfície. Buscando información complementaria al repecto fui a dar con "Las Tareas de Psique", artículo bastante interesante en el que se incluye un vínculo al texto original de Apuleyo. Después de leer algunos artículos más, decidí agregar La Nodriza de las Hadas y el Rey Carmesí a la lista de enlaces a blogs.

martes, 2 de marzo de 2010

Primavera

Ya es primavera... No oficialmente, claro. Sin embargo, después de casi dos años de andar por el DF he me ha quedado claro que, en lo que a estaciones del año se refiere, el calendario va con algo más de un mes de adelanto respecto a Barcelona, de modo que si uno intenta esperar a las fechas oficiales corre el riesgo de dejar escapar el mismo momento con el que pretendía sincronizarse.

Esta mañana me he levantado sorprendentemente temprano, y he salido a la calle realmente sólo por el placer de caminar por las aceras soleadas, rotas por las enormes raíces de esos árboles gigantescos cuyas nuevas hojas danzan con la luz y la brisa. Caminar por las calles salpicadas de flores de jacaranda, y a mi paso hacer levantar el vuelo a las avecillas pardas hacia las altas ramas. Caminar puede ser tan fantástico como darse un baño, un baño de sol, y de azul de cielo, blanco de pluma, rojo de teja, gris de piedra...

Como si dos mundos distintos pudieran sobreponerse como trazos en hojas de papel translúcido, como si aún entre el gentío pudiera uno transitar por un universo privado en el que cada tallo, cada pétalo, cada par de brillantes ojos de fierecilla urbana fueran cómplices con los que compartir un viejo secreto, sin que nadie se diera cuenta. Pasear por el interior de un espejo...

Caminar como caminan los enamorados que andan solos, viajando en la brisa , negando el obstáculo de la distancia para enredarse en los cabellos del ser amado, acariciando levemente la piel deseada, o aún rozando esos labios, desconocidos o no, que esperan su llegada, sabiéndolo o sin saberlo. Sintiendo cada respiración, cada latido, en el propio cuerpo como en la tierra sobre la que se traza ligera y rítmicamente el camino al andar. Cuando uno comprende, se pregunta cuántas veces la persona elegida no es más que una excusa para poder aceptar este ferviente deseo de entrega... Pero la primavera vuelve siempre y, con los años, uno ya no se pregunta lo que ya sabe.

Que hay algo en la tierra, en el aire, que un día cualquiera aparece por sorpresa, queriéndonos tomar de la mano para llevarnos a correr sobre la verde hierba, bajo el resplandeciente sol, y sonreír, sintiendo el rubor en las mejillas, mientras el mundo entero deja atrás el reposo del invierno y se lanza a la vida con la misma intensidad con la que las aguas del deshielo se precipitan entre escarpadas rocas, en salvajes torrentes. Es algo loco, pero es una locura necesaria que nos recuerda que estamos vivos, desde el otro extremo del dolor. Momentos hermosos y efímeros, que, sin embargo, si logramos descifrar algo de su profundo misterio, - como agradecidos por el interés-, encontrarán el camino de regreso a nuestra vida hasta la última de nuestras primaveras sobre la tierra.

Momentos que empapan de verde joven el matiz de nuestra mirada, deshaciendo el tiempo para liberar un único momento, presente y álgido. Mientras todos nuestros pensamientos y sus palabras parecen un manojo de coloridas plumas echadas al aire, convertidas en maravillosos pájaros que escapan de nuestras redes de tinta y tecla para perderse en cielos que tal vez no habremos de conocer en esta vida.

Esta mañana me he reencontrado con la Primavera y sus genios. Y así como en otro tiempo ellos venían a visitarme al encierro de oscuras cárceles, hoy soy libre para seguirlos y celebrarlo, uniéndome a sus correrías.

Aunque cuando el momento haya pasado, no quede de ellos más rastro que el que un bello y extraño sueño deja.



lunes, 1 de marzo de 2010

404: Exceso de información

Esta mañana me he encontrado con esta genial tira de 404.
Mi suerte es que conozco unas cuantas personas a las que se la podría dedicar :)