Habitualmente, siguiendo el ciclo solar, se hace la distinción del ciclo anual entre una mitad "luminosa" del año, que inicia tras el solsticio de invierno, hasta alcanzar el máximo de horas solares en el solsticio de verano. A partir del mismo iniciaría la mitad "oscura", cuando el tiempo de luz empieza a reducirse hasta la noche más larga del año.
Podríamos, sin embargo, realizar otra división, entre las labores o sucesos que durante el ciclo anual se llevan a cabo "sobre" la tierra, y el tiempo "bajo" la tierra (o Inframundo). El tiempo de la tierra conlleva la parte exterior, productiva, manifiesta, del ciclo: aquella que va desde el surgimiento de los nuevos brote, hasta su regreso a la tierra, ya marchitos. En este momento, inicia el descenso al Inframundo, la parte interior, en muchos sentidos igualmente llena de acción, si bien ésta es una acción que se llevará a cabo de un modo velado, no visible por todos. Descenso que culminará con la preparación para un nuevo ascenso; la germinación de las semillas - acontecida igualmente bajo tierra, antes de que éstas puedan regresar a la superficie en forma de nuevos brotes-.
Obviamente, se trata en ambos casos de procesos ideales, que transcurren por estadios igualmente ideales, palabras clave, conceptos que fungen como puntos de referencia. Personalmente he tenido que echar mano de ésta segunda división (Sobre/Bajo tierra) para que ciertas ideas pudieran cuadrar en una visión completa del Ciclo Anual.
El viaje "Sobre tierra" inicia en el Equinoccio de Primavera, cuando ya podemos hablar de los brotes como una posibilidad concreta, Beltane correspondería a la floración y es el momento de fertilización - sin fertilización no hay frutos, ni nuevas semillas-, durante el Solsticio de Verano tendría lugar la fructificación, y en el tiempo de las cosechas (Lammas) los frutos estarían maduros para su recolección. En el Equinoccio de Otoño, una vez realizadas las cosechas, las semillas se han desprendido del fruto, que ha pasado el momento de su madurez, y junto a otros elementos vegetales, se ha convertido en un "resto" que se reincorpora a la tierra en forma de abono para las cosechas que seguirán. En este momento se incorporan también los procesos de almacenaje, conservación y reelaboración por los cuales el fruto no es consumido directamente, y tampoco es devuelto a la tierra, sino que se le da un tratamiento o - especialmente- una nueva forma que altera sus características iniciales y permite su introducción en la segunda mitad del ciclo anual.
Esta segunda mitad, el viaje al Inframundo, inicia después del aprovisionamiento efectuado en el Equinoccio de Otoño y tiene por finalidad el renacimiento, la perpetuación de la vida sobre la tierra. Todo lo que ha llegado vivo al Equinoccio de Otoño, o se ha sometido a un proceso de transformación, o se encuentra en un estado ulterior a la madurez, ajado, agotado, marchito, iniciando su prutrefacción.. Si se tratara aún de algo maduro, no sería necesario emprender el camino de la renovación.
En ocasiones se ha llamado al Día de Muertos, o Samhain " La tercera cosecha, cosecha de las almas", y tiene sentido cuando pensamos que, de lo que se trata la podredumbre es de separar esa la posibilidad de continuidad que constituye la semilla, de aquello que la envolvió, y de hacer pasar esta envoltura por un proceso que permita que la misma semilla pueda alimentarse de ello, germinar, y volver a la superficie para emprender el viaje "sobre tierra". En el momento de mayor oscuridad/mayor profundidad se da en el Solsticio de Invierno, para cuando llegamos a este punto, ya se ha cruzado el umbral de la muerte, y todo rastro de vejez debe quedar atrás.
Pero la semilla es sólo una posibilidad, que debe ser confirmada, y resta aún un largo y peligroso viaje hasta que pueda sentir los rayos de sol sobre sus hojas. Del mismo modo que la noche más larga del año remitía al temor de la posibilidad que el sol y la luz no regresaran, existe documentación acerca de las arduas luchas que se llevaban a cabo por las semillas en este periodo de tiempo. Estas luchas no se producen con armas comunes, a la vista de todos: Se llevan a cabo en el territorio del sueño, en los cielos nocturnos, o en el mismo Inframundo, contra otras brujas, contra el diablo mismo, con el fin de impedir que sean robadas, y asegurar una nueva cosecha sobre la tierra. Imbolg es, por tanto, el tiempo en que estas semillas germinan e inician su regreso a la superficie, superando pruebas más arduas que las que precisa el natural descenso al Inframundo.
Tradicionalmente el mes de febrero está consagrado a la purificación; Tras cruzar el umbral del nacimiento, que es al mismo tiempo un despertar, es necesario deshacerse de aquello que ha sido bajo tierra, o en el sueño, y que debe permanecer en los límites de dicho territorio, del mismo modo en que al cruzar el umbral de la muerte es necesario dejar atrás la carga acumulada, vieja e inservible, que no debe contaminar el viaje del espíritu por el mundo inferior.
Podríamos, sin embargo, realizar otra división, entre las labores o sucesos que durante el ciclo anual se llevan a cabo "sobre" la tierra, y el tiempo "bajo" la tierra (o Inframundo). El tiempo de la tierra conlleva la parte exterior, productiva, manifiesta, del ciclo: aquella que va desde el surgimiento de los nuevos brote, hasta su regreso a la tierra, ya marchitos. En este momento, inicia el descenso al Inframundo, la parte interior, en muchos sentidos igualmente llena de acción, si bien ésta es una acción que se llevará a cabo de un modo velado, no visible por todos. Descenso que culminará con la preparación para un nuevo ascenso; la germinación de las semillas - acontecida igualmente bajo tierra, antes de que éstas puedan regresar a la superficie en forma de nuevos brotes-.
Obviamente, se trata en ambos casos de procesos ideales, que transcurren por estadios igualmente ideales, palabras clave, conceptos que fungen como puntos de referencia. Personalmente he tenido que echar mano de ésta segunda división (Sobre/Bajo tierra) para que ciertas ideas pudieran cuadrar en una visión completa del Ciclo Anual.
El viaje "Sobre tierra" inicia en el Equinoccio de Primavera, cuando ya podemos hablar de los brotes como una posibilidad concreta, Beltane correspondería a la floración y es el momento de fertilización - sin fertilización no hay frutos, ni nuevas semillas-, durante el Solsticio de Verano tendría lugar la fructificación, y en el tiempo de las cosechas (Lammas) los frutos estarían maduros para su recolección. En el Equinoccio de Otoño, una vez realizadas las cosechas, las semillas se han desprendido del fruto, que ha pasado el momento de su madurez, y junto a otros elementos vegetales, se ha convertido en un "resto" que se reincorpora a la tierra en forma de abono para las cosechas que seguirán. En este momento se incorporan también los procesos de almacenaje, conservación y reelaboración por los cuales el fruto no es consumido directamente, y tampoco es devuelto a la tierra, sino que se le da un tratamiento o - especialmente- una nueva forma que altera sus características iniciales y permite su introducción en la segunda mitad del ciclo anual.
Esta segunda mitad, el viaje al Inframundo, inicia después del aprovisionamiento efectuado en el Equinoccio de Otoño y tiene por finalidad el renacimiento, la perpetuación de la vida sobre la tierra. Todo lo que ha llegado vivo al Equinoccio de Otoño, o se ha sometido a un proceso de transformación, o se encuentra en un estado ulterior a la madurez, ajado, agotado, marchito, iniciando su prutrefacción.. Si se tratara aún de algo maduro, no sería necesario emprender el camino de la renovación.
En ocasiones se ha llamado al Día de Muertos, o Samhain " La tercera cosecha, cosecha de las almas", y tiene sentido cuando pensamos que, de lo que se trata la podredumbre es de separar esa la posibilidad de continuidad que constituye la semilla, de aquello que la envolvió, y de hacer pasar esta envoltura por un proceso que permita que la misma semilla pueda alimentarse de ello, germinar, y volver a la superficie para emprender el viaje "sobre tierra". En el momento de mayor oscuridad/mayor profundidad se da en el Solsticio de Invierno, para cuando llegamos a este punto, ya se ha cruzado el umbral de la muerte, y todo rastro de vejez debe quedar atrás.
Pero la semilla es sólo una posibilidad, que debe ser confirmada, y resta aún un largo y peligroso viaje hasta que pueda sentir los rayos de sol sobre sus hojas. Del mismo modo que la noche más larga del año remitía al temor de la posibilidad que el sol y la luz no regresaran, existe documentación acerca de las arduas luchas que se llevaban a cabo por las semillas en este periodo de tiempo. Estas luchas no se producen con armas comunes, a la vista de todos: Se llevan a cabo en el territorio del sueño, en los cielos nocturnos, o en el mismo Inframundo, contra otras brujas, contra el diablo mismo, con el fin de impedir que sean robadas, y asegurar una nueva cosecha sobre la tierra. Imbolg es, por tanto, el tiempo en que estas semillas germinan e inician su regreso a la superficie, superando pruebas más arduas que las que precisa el natural descenso al Inframundo.
Tradicionalmente el mes de febrero está consagrado a la purificación; Tras cruzar el umbral del nacimiento, que es al mismo tiempo un despertar, es necesario deshacerse de aquello que ha sido bajo tierra, o en el sueño, y que debe permanecer en los límites de dicho territorio, del mismo modo en que al cruzar el umbral de la muerte es necesario dejar atrás la carga acumulada, vieja e inservible, que no debe contaminar el viaje del espíritu por el mundo inferior.
Aquí un intento de esquema, que usé para aclararme antes de ponerme a escribir. Presenta -pretendía, al menos- las dos divisiones del ciclo anual; oscuro-luminoso en referencia al sol y bajo-sobre en referencia a la tierra. Clicando encima se ve más grande... aunque no más bonito. (Algún día tendré un escáner :P )
0 comentarios:
Publicar un comentario