viernes, 28 de mayo de 2010

Visualización práctica, objetivos y deseos (3/3)


Trabajando con la visualización


La visualización es una herramienta de uso sencillo que puede acompañarnos a cualquier lugar, que cabe en cualquier sitio donde nosotros quepamos, y que no precisa de grandes esfuerzos a la hora de manejarla. Cada practicante puede seguir su propia metodología, pero por el bien de su aprendizaje, debería estar dispuesto a mejorarla con el tiempo y la experiencia, e incluso por efecto de recibir nueva información al respecto.

Para adquirir práctica en la visualización es conveniente buscar un tiempo y un lugar relativamente tranquilos y aislados. Muchas personas usan la música con este fin, y uno de los momentos más cómodos para las prácticas, que a veces realizamos incluso sin darnos cuenta, es cuando estamos en nuestra habitación, la casa en silencio, nosotros ya acostados, y a punto de dormir ( aunque posteriormente será importante la capacidad de mantener la atención hasta el final del ejercicio, en lugar de dejarse deslizar suavemente hacia el sueño).

Es importante estar cómodo, relajado y dispuesto. Puede ser útil realizar un ejercicio previo de relajación o simplemente unas respiraciones profundas tomando conciencia de nuestro cuerpo. El objetivo es que cada parte de nosotros (física, mental y emocional) sepa que el día ha terminado y nos lo sacamos de encima sus posibles cargas y remanentes con la misma automaticidad con que nos hemos sacado el abrigo al llegar a casa, y nos hemos quitado los zapatos antes de entrar a la cama. Es el momento de cerrar los ojos y entrar al reino secreto, para organizar y disfrutar de la función en nuestro escenario privado.

Disfrutar es importante, pues como ya se ha comentado, este espacio interno no sólo es un taller, sino también un refugio, un lugar de descanso seguro y agradable al que nada ni nadie puede impedirnos la entrada. También por esto, en el momento de organizar la visualización, de escribir el guión de nuestra representación mental, deberemos recordar prestar atención a aquello que nos gusta y satisface.
Si tenemos problemas en el trabajo, o hemos discutido con alguien, o tenemos miedo de que no nos alcance el dinero a fin de mes, e insistimos en subrayar estos aspectos negativos, no haremos otra cosa que despertar las sensaciones y emociones desagradables que existan al respecto, y en lugar de disfrutar la visualización, la padeceremos. Y, de hecho, esto es lo que ocurre muchas veces, cuando no tenemos conciencia del proceso y simplemente nos metemos en la cama con todas nuestras preocupaciones a cuestas; Nos torturamos a nosotros mismos repitiendo una y otra vez lo que nos preocupa, alimentándolo y haciéndolo crecer, y entrando en un estado de ansiedad que no en pocas ocasiones es motivo de pesadillas, y de largas noches de sueño interrumpido de las que despertamos con la sensación de no haber descansado en absoluto. Lo peor del caso es que esta tortura es completamente inútil y sólo tiene por resultado nuestro propio malestar.

Entonces, a la hora de diseñar nuestra visualización daremos la vuelta a las situaciones que nos desagradan. Imaginaremos que en nuestro trabajo todo está bien, que hablamos calmadamente y hacemos las paces con quien hayamos discutido, o que de alguna manera hemos conseguido llegar a final de mes con más dinero del que preveíamos. Del mismo modo, cuando tratamos de manifestar o atraer algo a nuestras vidas, lo visualizamos como si nos encontráramos en algún momento del futuro en el que nuestro deseo ya se haya cumplido. Por ejemplo, no nos imaginamos buscando casa, sino ya instalados en nuestra nueva casa. Cuantas más sensaciones y emociones impliquemos, más efectiva será la visualización, y puede funcionar añadir muchos detalles aparentemente intrascendentes que ayuden a crear un aire de familiaridad. Por ejemplo, es más fácil visualizarse cocinando en la casa, tendiendo la cama, abriendo las ventanas, etc. que simplemente imaginarse allí quieto sin hacer nada.

Por otro lado, en ocasiones descreemos nuestros propios objetivos y deseos por considerar que dibujan situaciones demasiado perfectas para ser reales. Con el fin de distraer estas ideas, puede ser útil conceder un par de detalles a esa parte de nosotros que protesta por la "perfección", que no se siente identificada con el cambio que le estamos proponiendo, aunque sea a mejor. Así, en el marco de nuestro deseo cumplido podemos incluir detalles como uno de esos tropiezos inofensivos que nos hacen reír, un gris día de lluvia en el que llegamos empapados a casa de la cabeza a los pies, o un fugaz momento de mal humor porque alguien dejó demasiados platos por limpiar o se olvidó de sacar la basura y nos toca hacerlo a nosotros. Dentro del proceso de visualización estas situaciones nos ayudarán a dar un barniz de naturalidad a la recreación, y aunque lleguen a cumplirse junto con nuestro deseo, el balance es positivo y podremos vivir con ellos.


Desapego y agradecimiento

Al igual que en el uso de otras técnicas, aquí el desapego es importante. Como comentábamos en un post reciente (Desapego), para lograr la consecución de nuestros objetivos y deseos puede ser muy útil deshacerse de las ideas de necesidad y exigencia. Nos gustaría que algo pasara, que algo llegara a nosotros, pero si no llega estaremos bien de todos modos.
Esto no sólo nos permite tomar conciencia de nuestro propio bienestar y reforzar la idea de que éste no va a depender de circunstancias en las que nos encontremos en un momento dado, sino que no depender de antemano de nuestro deseo es una buena manera de evitar crear una dependencia (y la carga de sufrimiento que esto conlleva) cuando el deseo se haga manifiesto.

Reconocer y manifestar agradecimiento de modo regular es una gran ayuda al respecto. Antes de empezar un trabajo mágico puede ser conveniente practicar un poco de este agradecimiento, especto a las cosas buenas que ya tenemos o ya experimentamos, e incluso a aquellas malas experiencias que nos han llevado a darnos cuenta de las cosas que no queremos y pretendemos mejorar o sustituir (la lección está aprendida, gracias, me alegro de no tenerla que repetir), así como dar las gracias de antemano por lo que ha de venir, pues todo nos servirá y trataremos de encauzarlo de la mejor manera. Ahora bien, obviamente se aceptan sugerencias, y esas son todo el listado de objetivos y deseos claros que queremos manifestar y que siempre que encuentren el camino limpio de contraindicaciones así lo harán. Al mismo tiempo, esta actitud de agradecimiento nos ayudará a reconocer cuando nuestro deseo se ha cumplido, o cuando se presenta la ocasión para que esto suceda y podamos aprovecharla, en lugar de dejarla pasar.


Disposición y perseverancia

Como se ha ido viendo el trabajo con la visualización, aún en la forma sencilla de enfocarla a la consecución de objetivos y deseos, implica (al igual que influye en ellos) la colaboración con otras áreas y elementos de nuestra vida. Y, como en cualquier otro trabajo mágico, la acción en el mundo "ordinario" es una pieza importante.

Debemos estar dispuestos a actuar, dispuestos a decir sí cuando se presente la ocasión de realizar nuestro deseo o, al menos, de acercarnos lo más posible a él. Porque en ocasiones, cuando el cambio deseado es hacia un área que desconocemos o no dominamos es posible que necesitemos de esa preparación para recibir el deseo cumplido. Ayudamos a acelerar el proceso de manifestación cuando nos dedicamos a crear un espacio en el que nuestro deseo encajará a la perfección, en lugar de resbalar sobre una superficie no preparada y escapar de nuestras manos.

La perseverancia es un elemento importante en este aspecto. Podemos acercarnos progresivamente a nuestro deseo, y alcanzarlo por más lejano que nos parezca, pero necesitamos ser capaces de mantener ese deseo a la vista. Está bien que nos propongamos grandes metas, objetivos y deseos, pero dado que seguramente necesitemos un proceso de preparación para recibirlos, no podemos estarlos cambiando cada año, cada mes o cada semana. Estos objetivos o proyectos a largo plazo requieren ser mantenidos en el tiempo, y su imagen acompañarnos como una marca en nuestro mapa, seguros del lugar al que nos dirigimos y seguros de que llegaremos.

En ocasiones hay rodeos, pero los rodeos tienen un sentido. Por ejemplo, queremos una casa en Madrid, pero mientras estamos ahorrando para conseguirla surge una buena oportunidad de empleo en Barcelona. Prestamos atención a la situación: Aunque temporalmente debamos desplazarnos bastante lejos del lugar en el que queremos vivir, es posible que el empleo que nos ofrecen sea un trampolín para conseguir antes el dinero que necesitamos para adquirir la casa que deseamos, en Madrid. Así que viajaremos, conoceremos gente nueva, y nos haremos con un buen puñado de experiencias, etc. y una vez hayamos terminado con esto, si realmente queremos regresar a Madrid, podremos hacerlo y además tener la casa que soñábamos.

Por último, es necesario tener en cuenta que del mismo modo que nosotros hacemos sugerencias desde la conciencia acerca de lo que queremos vivir o experimentar, es posible que partes de nosotros, o de la Vida en sí nos hagan llegar sus propias sugerencias a través de la inspiración, o de una serie de hechos que se presentan en nuestra existencia. Es como cuando estudiamos en grupo y un compañero nos presenta (no impone) una forma distinta de resolver el mismo problema, conviene escucharla porque puede ser mejor que la que nosotros usábamos, y también hay que tener presente que si no nos convence simplemente bastará con no aplicarla, pero en todo caso es estúpido cerrarse, negarse a escuchar y considerar esa sugerencia como una ofensa, porque el objetivo no es otro que el de resolver un problema, así que nuevamente agradeceremos el gesto.

Visualización práctica, objetivos y deseos (2/3)


El reino secreto


Cada persona es un mundo, y como indica el poema de Graves, es poseedora de un reino secreto que le corresponde organizar. Este lugar fuera del tiempo y del espacio es el punto de partida de muchos ejercicios mágicos, y también es un refugio y un taller de trabajo. En este caso concreto, enfocado a la consecución de objetivos y deseos, podemos considerarlo un escenario, en el que representar una obra determinada. Pero no está de más mencionar que si nos adentráramos en las posibilidades de la práctica mágica pronto nos daremos cuenta que más allá del escenario, más allá de las paredes y muros de nuestro pequeño teatro personal, se extiende un vasto mundo que otro orden de ejercicios y prácticas puede llevarnos a conocer.

La visualización puede ayudarnos a construir o mejorar el escenario con aquellos elementos, imágenes, sensaciones y emociones que recolectamos mediante nuestra atención. Cuantas más sensaciones, y emociones podamos invertir en él, mayor será su consistencia, mayor será, por decirlo de algún modo, su "grado de realidad", de manera que la recreación de situaciones y las experiencias desarrolladas en la visualización serán más vívidas y por lo tanto tendrán mayor impacto y repercusión sobre la realidad que entendemos como parte exterior de nuestras vidas.


Objetivos y deseos


Para comenzar a trabajar en la consecución de nuestros objetivos y deseos a través de la visualización (y a través de cualquier otra técnica) necesitamos definir correctamente estos objetivos y deseos. La diferencia entre unos y otros radica en que el objetivo es algo que sólo puede depender de nosotros, y se asocia a una fecha determinada, del mismo modo que formularíamos una promesa o redactaríamos un contrato. En el deseo sí existen e intervienen elementos que no dependen de nosotros, de modo que no podemos asegurar otra cosa que el cumplir con la parte que nos corresponde. En todo caso, debemos examinar cuidadosamente nuestros objetivos y deseos hasta poderlos conocer a cierta profundidad, pues nuestros deseos son en ocasiones síntomas de una demanda que no siempre sabemos interpretar.

La magia no debería emplearse para forzar las cosas, sino discurrir suavemente, de una manera natural: Cuando una puerta debe ser abierta por nosotros, alguien nos da la llave. En ocasiones tenemos ya la llave pero aún no hemos localizado la puerta. Pero forzar una puerta indica que o bien no tenemos la llave correcta, o bien estamos tratando de entrar a un lugar que no es nuestro.

Un ejemplo típico se encuentra en la magia amorosa, a menudo plagada de prácticas absolutamente contraproducentes que buscan en último término anular la voluntad de la persona supuestamente amada - ¿Dónde está el amor en esta situación? -. Que se pueda hacer no significa que sea ético hacerlo, y es importante tener en cuenta que las acciones carentes de ética no llevan a resultados agradables, no solucionan problemas, sino que los agravan, y mucho menos son capaces de dar una respuesta a las demandas reales que llegan desde lo profundo de nuestro ser, o desde nuestra verdadera voluntad.

Imaginemos que queremos tener una relación, y tenemos una idea de con quién nos gustaría tenerla. Esa persona puede gustarnos físicamente, puede parecernos interesante y podemos sentirnos muy a gusto a su lado. Si podemos ser correspondidos, lo seremos, y no hay de que preocuparse. Si no podemos ser correspondidos, tampoco hay motivos para preocuparse, porque de todos modos no lo seremos.

En este punto tenemos la opción de convertir esa atracción en obsesión, devenir víctimas y recriminar al otro nuestro sufrimiento, amargándonos la vida y amargándosela a esa persona que se supone que queremos, o bien respetarla, dejar que haga su vida y dedicarnos a la nuestra. Realmente hay muchos peces en el mar, y muchas personas en el mundo: Si lo que queremos es estar con alguien que nos guste físicamente, nos parezca interesante y nos sintamos muy a gusto a su lado hay una cantidad inmensa de personas que pueden y estarán dispuestas a cubrir esta vacante. Nuevamente no hay que preocuparse, ni sentirse mal, ni recurrir a trampas que fuercen las cosas y empeoren a muchos niveles la situación.

Lo mismo puede suceder con un empleo, un proyecto, una casa, un auto o cualquier otro deseo que pretendamos manifestar, hay que tener claro que es lo que realmente queremos, para no errar en la respuesta que damos a la demanda, así como para poderla identificar cuando se presente bajo una forma que no habíamos previsto o considerado.

Una ventaja importante del trabajo con visualización en este aspecto es que nos permite la formulación más abierta y flexible de estos objetivos y deseos. Tal vez tenemos claro que queremos cambiar de casa, pero en nuestro horizonte no ha aparecido aún una que nos llame la atención. Entonces podemos centrarnos en la raíz de nuestro deseo u objetivo, y hacer una lista detallada de requerimientos, (por ejemplo que sea más espaciosa que la actual, que tenga más luz, que las instalaciones funcionen correctamente, etc.) y trabajar ya con las sensaciones y emociones vinculadas a ellos (sensaciones de espacio, luz y emoción de tranquilidad).
Tener claridad respecto a aquello que realmente queremos o deseamos simplifica muchísimo los procesos y este es sólo uno de los motivos por el que vale la pena trabajar en ello. En el ejemplo mencionado, cualquier casa que cumpla con todos nuestros requerimientos estará bien para nosotros, y cualquier casa que no los cumpla puede ser descartada. Y nuevamente, no hay de que preocuparse, hay muchas casas en el mundo que pueden satisfacer nuestra demanda.

Visualización práctica, objetivos y deseos (1/3)


La visualización es una técnica básica empleada, en diferentes ejercicios dentro del entrenamiento mágico; desde prácticas para la mejora de la capacidad de concentración, hasta trabajos de exploración del mundo astral (pathworking). En esta ocasión, nos referiremos específicamente a la visualización enfocada a la consecución de objetivos y deseos.

Podría decirse que la visualización en tanto que proceso es el uso de la imaginación para recrear en nuestro interior situaciones, sensaciones y emociones, y la visualización como técnica, el hacerlo de un modo consciente y conforme a nuestra voluntad.


Reacreción
de situaciones


La forma de visualización con la que estamos más familiarizados, incluso fuera del entrenamiento mágico, es la que solemos llamar "película mental". Algunos ejercicios de visualización implican el manejo de imágenes u otros elementos fijos (una figura geométrica, una palabra...), que requieren de un mayor nivel de concentración y sin la práctica necesaria de la habilidad pueden causar cansancio, aburrimiento o desazón. La visualización dinámica, o recreación de situaciones, que sirve perfectamente a la consecución de objetivos y deseos, incluye múltiples elementos y variaciones, atrayendo por sí misma nuestra atención que, como se verá más adelante, es uno de los elementos clave en el proceso de visualización.

Recreación de sensaciones

Las sensaciones llegan a nosotros a través de nuestros sentidos físicos; la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto, así como a través de otros sentidos para los que no tenemos un nombre, como el sentido del equilibrio, del volumen o del espacio.
El objetivo de la visualización es la recreación interior de una experiencia determinada, por lo tanto, aunque -como su nombre indica- el sentido más implicado en el proceso sea el de la vista, cuantas más sensaciones podamos añadir a la práctica, mayor será la consistencia del escenario creado.

La visualización trabaja principalmente con la memoria y la atención. Si no tenemos demasiada práctica en la recreación de situaciones, siempre podemos recurrir a un recuerdo nítido que conservemos del pasado. Cierto momento o experiencia que fue importante para nosotros, en el que nuestra atención quedó fijada y que se ha conservado a lo largo de los años.
Esta clase de recuerdos conllevan a menudo más que imágenes y palabras. Por ejemplo, si recordamos un día en el que subimos a la terraza y había sábanas tendidas, el recuerdo puede incluir el olor de la ropa limpia, la textura de esas sábanas aún un poco húmedas, el deslumbrante resplandor del sol sobre el blanco, la sensación del calor de un mediodía de julio, e incluso el graznido de unas gaviotas que pasaban por allí.

Pero las memorias también se crean. A menudo "pasamos" por la vida de un modo bastante distraído, sin darnos cuenta de aquello que nos rodea. No vemos los rostros de las personas que se cruzan con nosotros por la calle, y tenemos una idea vaga de que las hojas de los árboles son verdes, pero no nos detenemos a observar cuántos tipos de verde existen en un sólo árbol, o cómo los matices de luz influyen en esa gama de colores a lo largo del día. Cuando nos disponemos a trabajar con la visualización llega un momento en el que no podemos depender de memorias de la infancia, por lo que deberemos emplear cierto tiempo de nuestra vida ordinaria a recabar este tipo de datos procedentes de los sentidos, con el fin de poderlos recrear posteriormente el escenario de la visualización.

De nosotros depende aquello a lo que decidimos prestar atención, y puede ser muy beneficioso recuperar o adquirir un sentido poético de la existencia. Todas las acciones mágicas se encaminan a mejorar esta vida de la que somos responsables, ya sea que nos haya sido concedida, ya sea que todo se deba a una afortunada casualidad. Nuestra visión interna y nuestra visión externa son capaces de alimentarse recíprocamente, y ambas dependen de la atención que nos corresponde enfocar. Podemos considerar que nada en la vida es mágico, o entender que todo lo es, podemos prestar atención a aquello que nos desagrada y nos hace sentir mal e impotentes, o podemos prestar atención a aquello que nos gusta y nos gusta sentir bien y nos anima. Pero es necesario entender, en cualquier caso, que se trata de una elección personal.


Recreación de emociones

Usualmente estamos muy apegados a nuestras propias emociones, es decir, nos identificamos con ellas dándoles más poder del que les corresponde, y permitiendo que nos definan. En muchos casos la situación es similar a ahogarse en un charco, por no darnos cuenta de que tan sólo con levantarnos el agua no nos hubiera llegado siquiera a las rodillas. En un mismo día podemos levantarnos eufóricos, deprimirnos a medio día, enamorarnos por la tarde, y sentirnos absolutamente tranquilos por la noche, y estas situaciones se repiten a lo largo de las semanas, los meses y los años. Así que no se trata de reprimir las emociones, sino de ser consciente en primer lugar de su fugacidad, y, en consecuencia, de la posibilidad de cambio en nuestro estado anímico.

Cuando dejamos que nuestras emociones nos definan no podemos imaginar que podamos cambiarlas por otras acordes a nuestra voluntad, pero el manejo de emociones es de hecho mucho más sencillo de lo que pueda parecer. Ya hemos dicho que el primer paso en la gestión de emociones es devolverlas a las dimensiones que les corresponden, el segundo es aprender a identificarlas. De nuevo, como en el caso de los sentidos físicos, hay emociones para las que tenemos un nombre claro (alegría, tristeza, celos..) y otras que deberemos nombrar con nuestras propias palabras (cómo me siento cuando llueve y no puedo salir de casa). Nuevamente el lenguaje poético o metafórico que se ayuda de imágenes y otras sensaciones puede ayudarnos al respecto.

En este punto debemos señalar la correlación y el vínculo que existe entre las sensaciones físicas y las emociones, que es una clave de los ejercicios de visualización, pero también de otros como el uso de fragancias y sonidos, o la conciencia de la postura corporal.
No hace mucho estaba sentada en la terraza de una cafetería con una persona que estimo mucho. El día era soleado y desayunábamos relajadamente, pero yo cargaba con la preocupación de que debía entregar un trabajo y el sistema de entregas hacía días que estaba fallando, así que también estaba impaciente y abatida después del último intento fallido. Entonces la persona con la que estaba me pidió que cambiara de postura, me dijo "Fíjate, estás un poco encorvada, con el ceño fruncido, llevas tu mano a la frente constantemente y miras hacia abajo. Por favor, endereza tu espalda, quítate la mano de la cara y mira al frente". Lo hice pensando que no funcionaría, y sin embargo a los pocos segundos, no sólo mi ánimo era completamente otro, sino que era incapaz de sostener la actitud en la que me hallaba un momento antes.

Nuevamente, en el manejo de las emociones, la atención es una herramienta de la mayor importancia. Nuestro cuerpo, y otras partes de nuestro ser de las que nuestra conciencia es responsable, son como un animal que no pueden decirnos a través del lenguaje hablado si tienen hambre, sed o qué les duele, por lo que debemos observar síntomas, situaciones y posibles causas para dar el tratamiento adecuado. En ocasiones podemos pensar que algo que nos dijo otra persona nos causó un gran enojo, pero la causa real es simplemente que teníamos hambre, y en ausencia de ese hambre las mismas palabras no nos hubieran ofendido en absoluto. Esto es identificar nuestras emociones.

El tercer paso es aprender a desplazar las emociones no deseadas por aquellas que queremos en nuestra vida. Una vez hemos identificado una emoción no deseada, relativizamos su importancia, nuestra identificación con ella y la dejamos pasar. En su lugar atraemos la emoción deseada, que puede ser simplemente calma. En el caso de la visualización lo hacemos a través de la recreación de sensaciones vinculadas con ella que previamente hemos recabado y han pasado a formar parte de nuestro inventario personal. También nuestro cuerpo tiene memoria, de modo que podemos hacerle recordar cómo es sentirse bien.


sábado, 22 de mayo de 2010

El Reino Secreto, Robert Graves


Horse&Woman, Nicky Gill

Toda mujer de naturaleza real
posee un reino que le es más verdadero
que este pálido mundo externo.

A medianoche cuando la casa permanece en silencio
deja de lado aguja o libro
y lo visita a escondidas.

Cerrando los ojos, ella improvisa
una cerca de cinco barras entre altos abedules,
salta por encima, toma posesión
Entonces corre, vuela cabalga
(un caballo al trote viene a recibirla)
y viaja donde quiere.

Sabe hacer crecer la hierba, y que los lirios
se abran de capullo a flor mientras observa,
dejando comer a los peces de su mano.

Ha fundado pueblos, ha plantado arboledas,
y consagrado valles para arroyos que corren
frescos a una bahía cerrada.

Nunca he osado interrogar a mi amor
sobre el gobierno de su reino,
o su geografia.

Ni la he seguido entre aquellos abedules
con una pierna sobre la verja
espiando en la niebla.

Pero me ha prometido, cuando yo muera,
un pabellón bajo su palacio privado
en un claro del bosque,
donde crecen gencianas y claveles
y a veces podamos encontrarnos.

Robert Graves, 1960

viernes, 21 de mayo de 2010

Desapego


Gingko (2004), Jia Lu


Una de las capacidades que presentan mayor dificultad a la hora de ser interiorizadas es el desapego, es decir, el no aferrarse a las cosas, personas o ideas que encontramos a lo largo de nuestra vida. Saber que todo a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros mismos, constantemente se transforma y cambia, y que este cambio sigue pautas mayores, que pueden escapar a nuestra comprensión en un momento determinado.

No aferrarse a las cosas, entendidas como elementos del mundo material, es un primer paso para muchos. Muchas culturas y enseñanzas han hecho hincapié en este punto, en referencia a las posesiones o riquezas materiales, y también han sido frecuentemente malentendidas. No se trata de deshacerse de todo elemento material, sino de comprender que, dado que nuestro ser no depende en ningún caso de ello, su presencia o ausencia no tiene mayor relevancia. Esta noción de desapegarse de las cosas materiales no se restringe a las riquezas o excesos, puede referirse a cosas más básicas. Si llegamos a perder documentación, o un recuerdo de alguien querido, podemos sentirnos muy enojados o tristes, pero esas emociones no nos van a ayudar a resolver nada. En el caso de la documentación, deberemos renovarla, y en el caso del objeto su desaparición no borrará ese recuerdo que consideramos tan importante, porque está en nosotros mismos.

Entre las bondades del desapego esta, por lo tanto, eliminar el miedo y el sufrimiento por la pérdida. Y esto también se aplica en las relaciones con otras personas, las cuales aparecen en nuestra vida física para acompañarnos por un tiempo. Aquí el desapego no consiste sólo en aceptar que estas personas pueden irse del mismo modo en que llegaron, y que así como antes hubieron otras, otras llegarán después; Sino en comprender que aún cuando estén caminando a nuestro lado lo hacen por un sendero propio. El desapego implica dejar que cada persona tenga su espacio y su tiempo, aún cuando no siempre quiera o pueda compartirlos con nosotros, implica dejar ser a los demás en una relación, y aprender a dejarse ser a uno mismo.

Es difícil cuando un ser querido se va no sentir la tristeza de la despedida, pero el desapego nos ayuda a que esa tristeza no se convierta en desesperación ciega, y pueda diluirse en un sincero agradecimiento por la experiencia vivida, abriéndonos a nuevas experiencias y posibilidades.

Nuestra vida no termina cuando nos despedimos, voluntaria o forzosamente, de las cosas y las personas, muy al contrario nos empuja aún cuando pretendamos negarnos a seguir. Y así, aunque pretendamos no estar haciendo nada, nuestro organismo sigue reclamándonos alimento, nuestro corazón sigue latiendo y nuestro sistema respiratorio funcionando, a la espera del día en que decidamos dejar atrás nuestro abandono. Sobrevivimos a la circunstancia, por horrible que esta pueda parecernos, y con el paso del tiempo va perdiendo importancia hasta el punto en que nos cuesta comprender cómo fue - o cómo pudimos permitir - que nos afectara tanto.

Es posible que, ahondando en la cuestión, nos demos cuenta que no nos aferramos realmente a las cosas y a las personas, sino a las emociones que despiertan en nosotros o a las ideas que relacionamos con ellas. Estas emociones e ideas pueden ser positivas tanto como negativas; apegarnos a experiencias positivas nos paraliza a través del miedo de la posible pérdida, mientras que apegarnos a experiencias negativas nos paraliza a través del sentimiento de impotencia.

Existen muchas cosas, de toda índole, a las que nos aferramos, aún sin ser conscientes de ello. No se trata de querer más a nuestro coche que a nuestros hijos, o de pensar que si nuestra actual pareja nos deja correremos a tirarnos del puente más cercano. Nos apegamos cualquier cosa a través de la cual estemos pretendiendo definirnos en tanto que personas, ya sea un trabajo que realizamos maravillosamente, o un trauma del pasado que nos negamos a superar. De hecho, muchos apegos provienen de nuestro empeño en encajar en una imagen determinada que hemos forjado de nosotros mismos, y que insistimos en mantener, en lugar de estar dispuestos a actualizar.

Nos aferramos a nuestras propias emociones e ideas, ya se refieran al mundo externo, a los demás o a nosotros mismos. Por eso en nuestro aprendizaje mágico será importante discernir quién tiene el derecho y el deber de manejar la máquina de construir la realidad. No es nuestra parte física, ni la emocional, ni siquiera la intelectual; Es la conciencia que queda por detrás y por encima de ellas la que debe tener el control. La parte que permanece mientras todo pasa y ve y percibe aquello que escapa a nuestros sentidos y, en ocasiones, incluso a nuestra percepción.

El desapego nos ayuda a comprender que somos seres completos e independientes, nos enseña que no somos poseedores (ni posesiones) de nada ni nadie, que somos libres para elegir aquello que hacemos con nuestras vidas y responsables de nuestras elecciones.

Ahora, una cuestión que suele surgir entorno al desapego es cómo aplicarlo a la magia. ¿Cómo es posible que alimentemos un deseo, que nos fijemos una meta y estemos emprendiendo acciones, para luego fingir como que ésta no nos importa en absoluto?

He comentado en otras ocasiones que la vida mágica no se restringe a los momentos en los que nos hallamos dentro del círculo, prendiendo una vela o agitando la varita... que la vida es mágica de por sí, hasta en su aspecto más estúpido y la cuestión es ser consciente para participar de ello (1). Estar consciente de esa magia significa tener la absoluta seguridad de que todo cuanto uno necesite, acudirá en el momento preciso y del modo más adecuado. Agradecerlo todo y, a partir de ahí, llamar a lo que sea que uno pueda querer en un momento dado: Porque se quiere experimentar, así, sin más... No usando excusas del tipo que si no se nos concede se nos acaba el mundo.
Si uno está bien alineado con lo que es, con su "verdadera" e íntima voluntad, no hay razón alguno para que el deseo en cuestión no llegue a materializarse. El desapego en este caso es tener presente que si por cualquier motivo que escapa a nuestra comprensión aquello que estamos llamando no llegara a materializarse, o no lo hiciera en el modo exacto en el que lo hemos imaginado, no pasaría absolutamente nada. Si alguno de nuestros intentos no da los resultados esperados, y nos damos por vencidos, es que no lo queríamos tanto. Pero insistir no significa tratar de forzar las cosas, así que si algo "falla" posiblemente valga la pena volver a la raíz y replantearse la situación: tal vez nuestra formulación no estaba clara, había algo que no podíamos ver, o incluso estábamos centrándonos en una imagen tan concreta que restringía lo que en realidad podemos conseguir.

Cuando somos incapaces de desapegarnos, cada vez que algo no sale como esperábamos lo convertimos en un problema. El desapego nos da la capacidad de disfutar sin temor las experiencias positivas y no dejarnos apocar por las negativas, aprendiendo de todas ellas a medida que se suceden.


Notas:

(1) Recientemente en Axis se publicó la traducción de un artículo de J.L. Colnot, titulado "La evidencia de la gracia", bastante esclarecedor al respecto.

jueves, 20 de mayo de 2010

Volver al mercado

Hace ya unos cuantos años, ciertas mañanas mis pasos seguían más allá de las aulas para adentrarse, en las calles del centro de la ciudad. Uno de los lugares de visita obligada era el viejo mercado, cuyos pasillos recorría con apresuramiento fingido absorviendo furtivamente cuantas sensaciones surgieran al paso; colores, olores, sonidos, texturas... El mercado era un mundo en el que reinaba una serena amabilidad, al que yo sólo pertenecía en recuerdos de infancia.

Y así, durante mucho tiempo, incluso después de independizarme, el mercado siguió pareciéndome un pequeño universo al que, a pesar de la atracción que ejercía sobre mí, era ajena. Todo el mundo allí dentro parecía conocerse, parecía saber qué decir, qué pedir, cómo responder, etc...

A veces, en el aspecto más cotidiano y aparentemente banal de nuestras vidas, criamos pequeños temores absurdos, reparos y excusas que se alzan como muros impidiéndonos alcanzar una mayor calidad de vida. Se trata de obstáculos que no tienen demasiada importancia, pero que en todo caso vale la pena superar.

Un día volví al mercado para dejar de limitarme a ser una observadora y empezar a participar. En poco tiempo, a medida que adquiría seguridad en lo que estaba haciendo, fui conociendo los diferentes puestos, las personas que los atienden y los productos que se ofrecen.
Ahora, el ir al mercado forma parte de mi cotidianidad, como una actividad que me reporta grandes beneficios. Está más cerca de casa que las grandes superficies comerciales y encuentro prácticamente cualquier cosa que pueda necesitar, adquiero alimentos frescos a mejor precio y ahorro en empaques innecesarios, y además de tener un contacto más cercano y cordial con los vecinos del barrio, puedo preguntar cómo se llaman las cosas, de dónde vienen o cómo se cocinan, y probar muchas cosas nuevas.

Es algo muy sencillo, completamente intrascendente, pero es también un buen ejemplo acerca de cómo con pequeñas acciones podemos mejorar nuestra calidad de vida. Debemos darnos la oportunidad de probar cosas nuevas que creemos que pueden ayudarnos, por insignificantes que parezcan. Estar conscientes de que cada día nos ofrece múltiples oportunidades de experimentación, que pueden abrir caminos que ahora no podemos imaginar y que tal vez conduzcan a aquello que más deseamos.


Mercat de la Boqueria, Barcelona (2007), por Bocadorada.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Las herramientas y el camino entre mundos

"...¿ Y si soñaras que ibas al cielo y allí recogías una extraña y hermosa flor?
¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano? ..."

Samuel Taylor Coleridge



Lady Hamilton as Circe (1782), George Romney


En el inicio del entrenamiento mágico, con el fin de familiarizarnos con las estructuras rituales, se hace énfasis en elementos externos como las herramientas (vara, cáliz, pentáculo, athame, etc). Y es curioso, a medida que adquirimos experiencia, comprobar cómo alguno o varios de estos elementos termina por caer en desuso, o resulta completamente prescindible, cuando tenemos que trabajar en cualquier lejos de nuestro arsenal mágico.

Por lo mismo, podríamos pensar que durante el entrenamiento se nos introduce a la mala costumbre de acumular parafernalia inútil, sin darnos cuenta de la función que esta cumple en nuestro aprendizaje. Muchas personas aprenden a ir en bicicleta con la ayuda de las rueditas auxiliares, que para eso existen. Lo extraño sería que cuando estas personas ya sintieran la seguridad necesaria para mantener el equilibrio por sí mismas se aferraran a sus ruedecillas y negaran la posibilidad de prescindir de ellas.

El proceso de conseguir las herramientas mágicas en sí forma parte del aprendizaje, así que se debería descartar de entrada la idea de ir a nuestra tienda esotérica de confianza con la lista de la compra. Si nuestra formación mágica se inicia en la búsqueda de esas herramientas mágicas ésta constituye en sí un primer trabajo que nos lleva a relacionar los mundos físico y astral, poniendo a prueba nuestras habilidades a la hora de movernos entre ellos.

En mi caso, la búsqueda de las herramientas inició con una serie de pathworking centrada en el contacto y exploración de las propiedades de los reinos elementales. Una vez bien empapada de las nociones, sensaciones, asociaciones, etc. derivadas de estos recorridos astrales, así como de las propiedades y funciones de la herramienta misma, llegaba el momento de condensarlas en la imagen de la herramienta personal.

Para empezar a trazar y abrir el camino personal que va de un mundo a otro, esta herramienta debía ser posteriormente localizada o elaborada en el plano físico. Obviamente, la imagen de la herramienta física, aún compartiendo atributos como material, tamaño, forma, color, etc., no siempre correspondía al cien por cien con la imagen creada en el astral, sin embargo, una vez realizado correctamente el vínculo entre ambos mundos, una imagen y otra podían superponerse mentalmente con suma facilidad.

En este proceso, la consagración de las herramientas era un añadido, una muestra de respeto hacia los Dioses, o hacia el Arte, una presentación del trabajo ya realizado, del objetivo conseguido. Las herramientas son una extensión de nosotros mismos, y una prueba de nuestros primeros logros, y es importante entender que su contraparte física es sólo la punta del iceberg.

Una vez superada la fase de elaboración de herramientas, y tras haberlas usado y probado y tenido en su lugar correspondiente en el altar durante los rituales por el tiempo que esto era necesario, podemos guardarlas tranquilamente, o incluso destruirlas para mayor seguridad (lo que no se debe hacer es dejarlas en manos de otra persona, por lo mucho que tienen de nosotros mismos), porque, de hecho, no las necesitamos en esa forma física concreta.

Las herramientas son una parte de nosotros que podemos separar y proyectar en cualquier objeto que cumpla con los requisitos mínimos. Por decirlo de algún modo, poseemos el "espíritu" de nuestra herramienta, con el que podemos imbuir de forma permanente o transitoria un objeto similar, siempre que previamente haya sido limpiado (y esta es la función real de la "consagración" de las herramientas).

Esto pudo resultar muy útil en tiempos de persecución, uno podía deshacerse tranquilamente del arsenal comprometedor sin perder nada de importancia o, más práctico aún, cuando podía emplear como herramienta mágica cualquier utensilio doméstico cuya apariencia no fuera susceptible de levantar sospechas. Y en la actualidad puede servir para tener la seguridad de estar preparados para responder a nuestras necesidades mágicas con cualquier cosa que tengamos a mano, y para tomar conciencia del modo en cómo funciona la magia.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Mushishi, Yuki Urushibara


Mushishi es un serie de manga y anime, escrito y dibujado por Yuki Urushibara. Las diferentes historias que presenta giran entorno a la existencia de unas formas de vida primarias, parecidas a microorganismos, que reciben el nombre de mushi y conforman un reino a parte de los conocidos (vegetal, animal, fungi,...) entre los que se desarrollan a través de diversos métodos de adaptación al ambiente, incluyendo relaciones simbióticas y parasitarias. Estos mushi a penas se distinguen de la esencia de la vida misma, por lo que sólo algunas personas pueden percibirlos e interactuar con ellos de un modo consciente, mientras que otras, afectadas por su presencia, no llegan a entender cual es la causa de los fenómenos o enfermedades que experimentan por su causa.

El mushishi, por su parte, es un individuo que, además de poder percibir la presencia de mushis, tiene el conocimiento necesario para tratarlos y remediar algunos de los efectos negativos derivados de su contacto con los humanos. Podrían considerarse médicos o brujos, pero parece más adecuada la expresión "hombres (y mujeres) de conocimiento". Usualmente viajan con frecuencia para ampliar sus conocimientos o acudir a la llamada de aquellos que solicitan su servicio.
El mushishi principal de la serie, y elemento en común de las distintas historias que se narran, es uno de estos viajeros, llamado Ginko. Pero más que un héroe, Ginko es un guía que nos acompaña y abre las puertas a las diferentes situaciones y personajes que encuentra su viaje, para que podamos conocerlos a través de sus ojos.

Encontré la serie por casualidad, y empecé a verla en primer lugar cautivada por la belleza de los paisajes y ambientes recreados ( a pesar de la peculiaridad de Ginko, la serie se desarrolla en un entorno feudal, abundando bosques, campos, playas y pequeñas comunidades, y la belleza de las imágenes se añade la de la música que las acompaña), y posteriormente por la originalidad del planteamiento.

A medida que avanzan los capítulos, sin embargo, las historias presentadas invitan constantemente a una serena reflexión acerca de las personas y las comunidades humanas, sus esperanzas, miedos, preocupaciones, sus modos de vivir y adaptarse... Y cómo esto interactua con el resto del mundo vivo, o del la realidad misma, aún en aquellos niveles de realidad que normalmente no se perciben desde la experiencia humana.

En muchos aspectos, para aquellos que trabajamos con magia, o que tenemos alguna noción de como la realidad se extiende más allá de los límites de nuestra percepción común, (en muchas oscasiones los mushi podrían equivaler a lo que llamamos fuerzas o seres elementales), Mushishi es una fuente muy instructiva. No sólo porque a lo largo de las diferentes narraciones se muestra cómo todo tiene un precio, y cómo no hay nada que podamos hacer por ayudar a otros si otros no lo desean.

No existe en la obra un discurso que trace una línea divisoria entre el bien y el mal, sino que, por el contrario nos remite a la vida misma, a situaciones en las que la convivencia es posible, y aquellas en las que no. El mushishi debe estar de parte de los humanos, lo que no significa que no respete el resto de formas de vida, o que no comprenda lo profundos errores que la humanidad comete, no sólo contra el resto de seres vivos, sino con los de su propia especie.

Del mismo modo, se muestra la atracción de los humanos hacia las "cosas brillantes" o misteriosas, proyectando sus propias interpretaciones sin conocer la realidad de aquello a lo que va al encuentro, acercándose por ingenuidad o codicia, sin considerar siquiera el riesgo que esto pueda suponer para otros o para sí mismos.
En consecuencia, se plantea también la oposición entre ese misterio adorado o temido, y el conocimiento desmitificador que, sin embargo, no implica una falta de respeto hacia las fuerzas con las que trata.

En conclusión, Mushishi es más que una serie original, una obra espléndida tanto en forma como en contenido. Puede encontrarse completa (26 capítulos) en versión original subtitulada en español en Mushishi , gracias al trabajo de Akiranime09 .


"The sore feet song", de Ally Kerr, opening de Mushishi.



martes, 11 de mayo de 2010

La Estrella

The Star, Thalia Took

Las personas afortunadas tienen un estrella que brilla de un modo especial sobre sus cabezas. Sin embargo, al contrario de lo que pudiera parecer, no son afortunadas porque la estrella derrame sobre ellos incontables bienes, sino simplemente por el hecho de poderla observar con complicidad.

Recorren los caminos del mundo iluminados bajo su resplandor, y así avanzan a su encuentro, atravesando valles y montañas y costas y desiertos, anhelando la unión con ese punto de luz que representa lo que más quieren. Y aunque las nubes cubran el cielo, o la luz del día la oculte, saben, a cada paso, que ahí sigue, observándolos con preferencia, de una manera única e irrepetible.

Y a fuerza de caminar, un día comprenden que la estrella no es algo que deba irse a buscar, sino algo presente en cada paso del camino. Que ese punto luminoso, del que nada ni nadie los ha podido distraer, y por el que han renunciado a tantas otras posibilidades, no es sino el modelo de la semilla primera, libre de condicionamientos y presta a manifestarse, que contiene en sí todo lo que uno en realidad necesita, desea y es... Cuando los tres verbos han llegado a convertirse en una sola cosa, se entiende que la distancia que los separa del astro es ficticia.

Ellos son esa estrella, lanzando su propio reflejo hacia un lugar en el que pueda ser observado, recordando lo que debe ser recordado.


lunes, 10 de mayo de 2010

Serenidad

Sin título, 2004, Jia Lu.

A veces nos vemos abrumados por presiones de todo tipo, voces estridentes que nos ensordecen, entrado sin en nuestra mente como brutales conquistadores, a los que es necesario dar el alto. Por más que en esos momentos la serenidad pueda parecer una opción demasiado lejana, lo cierto es que se trata más de un acto de voluntad nacido de la conciencia clara de lo que somos y de lo que queremos experimentar en nuestras vidas.

Las cosas pasan, el ser permanece: Nuestro ser está bien pase lo que pase, porque no depende de nuestra alegría, nuestra tristeza, de nuestro enojo o cualquier otra emoción pasajera que también fluye y pasa como un río bajo sus pies descalzos que reposan en la orilla. No gana, no pierde, sólo es, constante, en cada aliento. Pero confiar en sus firmes brazos puede ayudarnos a soltar gran parte de la pesada carga que arrastramos día con día, debido a nuestro desconocimiento.

Es normal, e incluso conveniente a la hora de diseñar nuestro destino, tener imágenes o espectativas concretas sobre aquello que queremos manifestar en nuestras vidas, el tipo de trabajo, de pareja o de vivienda que queremos tener, los proyectos que queremos llevar a cabo, etc. Encontrar estas semillas de futuro y darles los cuidados necesarios para que crezcan y florezcan y den fruto.
Sin embargo, en la mayoría de casos nosotros no podemos ver desde las circunstancias que nos rodean en un momento dado el desarrollo completo de la historia. No podemos saber si el empleo que tanto anhelamos está en una empresa al borde de la quiebra, o si esa casa que nos morimos en este momento por habitar está afectada de aluminosis. Sin embargo, es probable que si estamos en orden con nosotros mismos, una parte de nuestro ser sí lo pueda percibir, -del mismo modo en que los animales pueden sentir antes que los humanos algunas catástrofes naturales-, y esté en condiciones de hacer todo lo posible para frustrar nuestro intento de movernos allí, por nuestro propio bien.

Si no pensamos esto, perder aquel trabajo nos parecerá una gran desgracia, e incluso podemos pensar que nuestros esfuerzos no han servido de nada, o que nuestras técnicas no han sido efectivas, que alguien nos quiso mal, o que la vida es injusta... cuando en realidad ha sido una suerte para nosotros.
Esto nos recuerda, por un lado, que no hay que juzgar las situaciones de un modo precipitado, y por otro, que podemos sentir un gran agradecimiento de antemano por cada cosa que nos suceda en esta vida, confiando en que es lo mejor para nosotros. Si somos capaces de mantener la serenidad y la confianza, en lugar de reaccionar con enojo o tristeza o abandono, saboteándonos a nosotros mismos, nuestros deseos y nuestros proyectos, algo más adelante en el camino encontraremos un trabajo o una casa aún mejores de lo que habíamos considerado.

La serenidad o la confianza de la que estamos hablando no es un manjar reservado a momentos especiales de calma. Es probable que lleguemos descubrirlas en alguno de esos momentos, pero a continuación deben ser trabajadas hasta que formen parte de nosotros, hasta que su presencia nos acompañe a cada paso del camino, creciendo como una enredadera en nuestro cuerpo, floreciendo en nosotros y determinando nuestras vidas. Esto no significa que vayan a dejarnos sin emociones, pero serán capaces de matizar sus impactos negativos, ayudándonos a conservar una visión clara, que es una herramienta clave a la hora de trabajar con el proyecto de vida que queremos desarrollar en el breve espacio de existencia que nos ha sido concedido.

La serenidad, la confianza y la conciencia del ser nos ayudan a crear y entender situaciones en las que siempre ganamos. No se trata de forzarse a ser optimista, sino de darnos cuenta que las cosas ocurren, y somos nosotros los responsables de asignarles un significado. Si vamos por el mundo atribuyando significados negativos a todo, lo lógico es que consideremos que nuestra vida es una sucesión de desgracias. Mientras que si somos concientes, al menos en parte, de que lo que importa no es tanto lo que ocurra, sino lo que hacemos con ello, la sensación de impotencia de desvanecerá, y cualesquiera que sean las circunstancias las tomaremos como un material válido para trabajar en nuestro proyecto de vida, que es lo que en realidad importa.

Cuando pasamos por "malas rachas", es necesario dejar de lado nuestro orgullo, que no suele servir más que para estorbar, y asumir nuestra parte de responsabilidad en el asunto. Eso nos ayudará a poder cambiar aquello que no nos gusta, que en muchas ocasiones no se localiza en lo que nos rodea, sino en nosotros mismos. Pero, al mismo tiempo, cuando nos sumergimos en este trabajo con la dedicación precisa, y empezamos a conocer lo que realmente somos, nos damos cuenta de que no es tan fácil dañarnos, asustarnos, enojarnos, deprimirnos o echar por tierra nuestras esperanzas. Además de traernos aún más serenidad, confianza y seguridad, esto tiene como consecuencia que en aún en el caso que otros quisieran causarnos algún mal, estamos tan concentrados en lo que realmente nos importa, que sus intentos se desvanecerán, evaporándose como el rocío bajo el calor del sol, incluso antes de llegar a nosotros.

sábado, 8 de mayo de 2010

Soledad y unión sagradas

Sweet Summer (1912), John William Waterhouse

Beltane es la celebración de la unión de dos principios complementarios, que muchas veces se simboliza en una hierogamia alegórica de una divinidad masculina y una divinidad femenina, o un matrimonio sagrado entre un dios y un humano. En muchas ocasiones, dentro del paganismo, es esta unión la que permite, como si de un eco del acto original se tratara, la fertilidad de los reinos animal y vegetal. Desgraciadamente, a menudo se toma esta imagen de un modo tan literal que pensamos en parejas, sexo, campos y rebaños, sin a penas darnos cuenta de aquellos otros ecos más sutiles, resonando en nuestro interior, que nos hablan de los principios que pueden habitar al ser humano, y los frutos que éste puede dar.

Alrededor de la festividad del primero de mayo, en muchas tierras pueden sentirse los primeros pasos del estío avanzando sobre los verdes campos. Estamos en el ciclo sobre-tierra, el tallo ha crecido y lentamente se abren las flores para ser polinizadas; Está más cerca de la semilla que generará que de aquella que le dio origen. Pasamos más tiempo fuera de casa y en compañía de otros, de modo que la reclusión del invierno parece tan distante como esos sueños en los que somos otra persona.

Sin embargo, aún en este momento del ciclo en el que pudiera parecer fuera de lugar, la soledad tiene una dimensión profunda, que tarde o temprano necesitaremos conocer. Se asemeja a una de esas temidas criaturas míticas que el hecho de encarar sin miedo permite descubrir y aún cruzar el umbral hacia una realidad más allá de la apariencia, una verdad colmada de belleza y bienes. Se podría decir que la soledad desconocida habita cuevas oscuras y áridos peñascos contra los que chocan las aguas de un mar violento, pero la soledad amiga, a la que se va a buscar, nos abraza bajo la luz del sol, en los bosques en los que el latido de la vida puede sentirse en el aire.
La soledad, hermana del silencio, es una potencia que puede dar más vida a nuestra vida, y sin embargo es constantemente rehuida como una enfermedad. Necesitamos de ella para conocernos, para trabajar con nosotros mismos. Para saber cuál es nuestro propósito en la vida, descansar, y también para sanar algunas de nuestras heridas. Cuando abrazamos la soledad, tomamos conciencia de nosotros mismos, inventariamos nuestra vida, nuestras necesidades y deseos, los procesos que seguimos, etc. pudiendo corregir aquello que sabemos que no está funcionando como debería y tomamos aquellas decisiones que de nadie más han de depender pues quedan bajo nuestra responsabilidad.

La soledad escogida, deseada, es tomarse el tiempo y la privacidad necesarios para uno mismo, pero dado que vivimos en unas sociedades aterrorizadas ante las ideas de silencio y falta de compañía, solicitar nuestro espacio, tiempo o privacidad individuales puede interpretarse erróneamente como una falta de consideración hacia otros. Este, sin embargo, será un riesgo necesario que asumir en miras a nuestro propio bien y el de aquellos que nos rodean.

Porque también es la soledad la que nos permite recobrar nuestra plenitud, de modo que, carentes de exigencias o proyecciones, podamos encontrar a otros por el simple placer de compartir la existencia. Así como hay cosas que no podemos hacer solos, hay muchas otras que no podemos hacer acompañados... De hecho, del mismo modo que si nos aisláramos completamente terminaríamos desvinculándonos del mundo, es necesaria una dosis de soledad, de trabajo individual, para poder estar en buenas condiciones en ese mundo.

Así, cuando pensamos en la hierogamia divina, en los ecos de esta unión sagrada en todas las cosas, deberíamos tratar de darnos cuenta de aquello que sucede en nuestro interior, deberíamos considerar hasta qué punto estamos unidos o divididos respecto a nosotros mismos, respecto a nuestra propia vida o nuestro propósito en ella, identificando los aspectos de nuestro ser que han quedado dispersados a lo largo del camino y llamándolos a regresar en caso de ser necesario.

Una unión sagrada con nocsotros mismos, con nuestra vida y con la divinidad que tiene lugar dentro del individuo, ayudándonos a comprender que somos seres completos conteniendo en nosotros todo cuanto podamos necesitar, y que es esta conciencia la que permite que podamos salir a recorrer los caminos del mundo sin miedo, con agradecimiento perpetuo y constante generosidad.

martes, 4 de mayo de 2010

NdP: Interesa que el vudú siempre esté bajo ataque

Fuente: La Jornada.
Fecha: 30/04/10
Autora: Blanche Petrich

Puerto Príncipe, 29 de abril. Es día de mercado en el pueblo montañés de Kenscoff, a media hora al noroeste de esta capital. El camión del popular pastor Joe se abrió camino por la ruta cubierta de niebla desde primera hora y en pocos minutos sus asistentes instalaron un templete, bocinas, sistema de video y pantallas, todo de última tecnología. Entre el equipo de este telepredicador de Tampa, Florida –uno entre miles que recorren estos días el país– venía también una cantante famosa entre la diáspora haitiana.

Cuando la actividad del mercado estaba en auge, también el show artístico-religioso-político llegaba a su clímax. Varios camarógrafos grababan la prédica del regordete pastor en un creole bastante aceptable y aspectos de la arrobada concurrencia. Este material luego se convertirá en un video más con los que las nuevas sectas evangélicas de Nueva York, Boston, Tampa, California o Miami suelen reforzar sus campañas de evangelización.

Esta escena, de por sí común desde hace años, se ha multiplicado. Después del terremoto llegan cada semana al aeropuerto de esta ciudad vuelos chárter con flotas enteras de predicadores de diversos grupos protestantes, principalmente bautistas-carismáticos y metodistas que pertenecen a las corrientes más conservadoras y fundamentalistas de Estados Unidos. Llegan en plan de batalla religiosa para salvar almas y ganar adeptos.

En el Mercado de Fierro esta campaña es cotidiana e insidiosa. Cuenta la antropóloga Rachelle Beauvoir-Dominique, que también es mambo (sacerdotisa) del culto vudú, que en este enorme centro de abasto de la ciudad los evangelistas se hicieron del control del sistema de sonido, de modo que diariamente, a todo volumen, predican su doctrina, salpicando sus salmos con ataques directos a los adeptos de la religión popular. Estas sectas gozan desde hace décadas del apoyo de Washington a través de su agencia US Aid.

–¿Qué tan violento puede convertirse este problema?

–Ya es violento, siempre lo fue.


Si quieren guerra...

Esta larvada confrontación interreligiosa llegó a las primeras planas de la prensa internacional cuando el controvertido pastor Pat Robertson afirmó en la televisión, poco después del terremoto, que la culpa del desastre era de los haitianos por haber hecho un pacto con el diablo en 1791, durante el estallido de la rebelión de los esclavos contra la colonia francesa.

El gobierno estadunidense calificó de estúpida la declaración y el régimen haitiano la consideró ofensiva.

Pero este discurso –precisa la catedrática de la universidad haitiana– continúa y cada vez con mayor agresividad.

A mediados de febrero, la jerarquía de esta religión propia del país respondió. Max Beauvoir, sacerdote supremo, padre de Rachelle y presidente de la Confederación Nacional de Voduistas Haitianos –un cargo de elección, por cierto– declaró que si los evangélicos querían guerra, tendrían guerra.

Ahora, en la casa familiar en el pueblo de Mariani, minimiza estas palabras: “Yo sí creo que los evangélicos americanos, aprovechando la situación de desastre, pretenden desatar una guerra religiosa. Pero para una guerra se necesitan dos. Excepto que yo estoy seguro que no hay malas religiones, todas las religiones son buenas. Claro, no se puede decir lo mismo de las personas porque en cada religión hay malas personas. Por eso dije lo que dije, para mantenerlos tranquilos.

–Es muy fuerte lo que dijo.

–Claro, es lo que se necesitaba para tranquilizarlos. Después de eso ya no hubo incidentes.

–¿Está latente un conflicto mayor entre las distintas creencias ante esta ofensiva confesional de los grupos evangélicos?

–Se ríe. No va a prosperar su beligerancia, no van a tener suerte.


Doctrinas anticientíficas

Habla con La Jornada el escritor Lyonel Trouillot, quien aclara, de entrada, que es ateo. Autor de novelas premiadas y muy leídas –La calle de los pasos perdidos, El amor antes del olvido, Yanvalou para Charlie— opina que “las sectas evangélicas que vienen de Estados Unidos representan la mayor catástrofe ideológica que golpea Haití. Las deformaciones bajo su influencia generan oscurantismo. Sus doctrinas son anticientíficas, antipensamiento. Es la cultura del individualismo; una vez que uno entra a su culto deja de ser ciudadano, ya no se es miembro ni de su propia familia, sólo miembro de su secta, y todos los demás son malvados, sólo ellos son buenos. Ahí adentro no hay compasión, no hay generosidad. Además, hay un gran desprecio a la cultura haitiana. La atacan por todos lados, por el vudú, el carnaval, el rara (música ligada a las cofradías campesinas de la cuaresma).

–¿Propone algo contra esta ofensiva de indoctrinamiento?

–El gobierno no hace nada, es extremadamente laxo. Su reacción ante la estupidez que se dijo sobre el pacto con el diablo fue extremadamente banal. Lo que debería hacer es colocar la religión en el dominio de lo privado. El Estado laico no sólo está en la Constitución sino en la cultura haitiana. No es un problema de falta de un marco legal, sino que la ley no se aplica. Esta permisividad socava los principios de la laicidad.

–¿Puede haber violencia?

–Cada vez hay más violencia verbal, pero esto puede pasar a los hechos. Temo que pronto llegue el momento en que empiecen a lanzar piedras.

En opinión de Rachelle Beauvoir –coautora junto con su marido Didier Dominique del ensayo Savalou-E, premio Casa de las Américas, feminista y catedrática además de sacerdotisa– las piedras ya están siendo lanzadas. Cita un incidente reciente en Cité Soleil, en el que un grupo de adeptos al vudú celebraban una ceremonia en honor a los muertos por el terremoto.

El pastor de un templo bautista cercano incitó a sus seguidores a irrumpir: atacaron a los voduistas, quebraron objetos rituales, orinaron en el sitio sagrado. La prensa reportó el caso pero la policía ni siquiera ha iniciado una investigación. Yo creo que al gobierno le interesa que el vodú siempre esté bajo ataque.


Religión de catacumbas

Esta agresión –añade– siempre ha existido, desde tiempos de la colonia. “El vudú fue marginado desde la primera constitución de Toussaint Louverture. El clero francés del siglo 19 en Haití era muy liberal, producto de la revolución francesa. Pero hacia mediados de siglo se firmó un concordato con el Vaticano, este clero fue expulsado y enviaron a una nueva congregación bretona, muy agresiva. Estos impusieron el sistema escolar. Empiezan campañas muy salvajes de asesinatos y destrucción de templos. A principios del siglo 20, en la ocupación estadunidense entre 1915 y 1934 fue proscrita. En 1942 se decretó una campaña contra la superstición. Fueron convertidas al catolicismo, por la fuerza, más de un millón de personas y se destruyeron y quemaron miles de objetos rituales.

Durante la dictadura de Duvalier la religión fue manipulada para oprimir a la gente, fue distorsionada. Y a la caída de Duvalier la Iglesia católica y el ejército volvieron a atacar en 1986. Entonces empezó la ofensiva evangélica.

Relata: Los protestantes, metodistas y episcopales principalmente, también fueron muy perseguidos a principios del siglo 20. Eran muy tolerantes con la cultura haitiana. Pero a mediados del siglo, con el surgimiento del evangelismo fundamentalista y más adelante con Ronald Reagan, estas sectas entran al negocio del dinero.

La antropóloga recuerda que en 1992 el sitio sagrado de Bois Cayman (donde se declaró la guerra de independencia) fue profanado por grupo de pastores llamado Visión Protestante. Entró un grupo de protestantes, mataron el árbol sagrado, centenario, que es reverenciado por los niños de este país desde la escuela, colocaron la bandera estadunidense y construyeron en el sitio una pequeña capilla.

Las declaraciones de Pat Robertson, totalmente obsoletas, fueron una ofensa no sólo para la religión sino para el país. Paradójicamente, abrieron una oportunidad para los voduistas, ya que las autoridades tuvieron que abrir los espacios para las ceremonias ecuménicas. Entonces, por primera, el vodú en Haití salió a las plazas, para un ritual masivo, a plena luz del sol. Por esta vez, 28 de febrero, habían ganado la partida.