viernes, 28 de mayo de 2010

Visualización práctica, objetivos y deseos (2/3)


El reino secreto


Cada persona es un mundo, y como indica el poema de Graves, es poseedora de un reino secreto que le corresponde organizar. Este lugar fuera del tiempo y del espacio es el punto de partida de muchos ejercicios mágicos, y también es un refugio y un taller de trabajo. En este caso concreto, enfocado a la consecución de objetivos y deseos, podemos considerarlo un escenario, en el que representar una obra determinada. Pero no está de más mencionar que si nos adentráramos en las posibilidades de la práctica mágica pronto nos daremos cuenta que más allá del escenario, más allá de las paredes y muros de nuestro pequeño teatro personal, se extiende un vasto mundo que otro orden de ejercicios y prácticas puede llevarnos a conocer.

La visualización puede ayudarnos a construir o mejorar el escenario con aquellos elementos, imágenes, sensaciones y emociones que recolectamos mediante nuestra atención. Cuantas más sensaciones, y emociones podamos invertir en él, mayor será su consistencia, mayor será, por decirlo de algún modo, su "grado de realidad", de manera que la recreación de situaciones y las experiencias desarrolladas en la visualización serán más vívidas y por lo tanto tendrán mayor impacto y repercusión sobre la realidad que entendemos como parte exterior de nuestras vidas.


Objetivos y deseos


Para comenzar a trabajar en la consecución de nuestros objetivos y deseos a través de la visualización (y a través de cualquier otra técnica) necesitamos definir correctamente estos objetivos y deseos. La diferencia entre unos y otros radica en que el objetivo es algo que sólo puede depender de nosotros, y se asocia a una fecha determinada, del mismo modo que formularíamos una promesa o redactaríamos un contrato. En el deseo sí existen e intervienen elementos que no dependen de nosotros, de modo que no podemos asegurar otra cosa que el cumplir con la parte que nos corresponde. En todo caso, debemos examinar cuidadosamente nuestros objetivos y deseos hasta poderlos conocer a cierta profundidad, pues nuestros deseos son en ocasiones síntomas de una demanda que no siempre sabemos interpretar.

La magia no debería emplearse para forzar las cosas, sino discurrir suavemente, de una manera natural: Cuando una puerta debe ser abierta por nosotros, alguien nos da la llave. En ocasiones tenemos ya la llave pero aún no hemos localizado la puerta. Pero forzar una puerta indica que o bien no tenemos la llave correcta, o bien estamos tratando de entrar a un lugar que no es nuestro.

Un ejemplo típico se encuentra en la magia amorosa, a menudo plagada de prácticas absolutamente contraproducentes que buscan en último término anular la voluntad de la persona supuestamente amada - ¿Dónde está el amor en esta situación? -. Que se pueda hacer no significa que sea ético hacerlo, y es importante tener en cuenta que las acciones carentes de ética no llevan a resultados agradables, no solucionan problemas, sino que los agravan, y mucho menos son capaces de dar una respuesta a las demandas reales que llegan desde lo profundo de nuestro ser, o desde nuestra verdadera voluntad.

Imaginemos que queremos tener una relación, y tenemos una idea de con quién nos gustaría tenerla. Esa persona puede gustarnos físicamente, puede parecernos interesante y podemos sentirnos muy a gusto a su lado. Si podemos ser correspondidos, lo seremos, y no hay de que preocuparse. Si no podemos ser correspondidos, tampoco hay motivos para preocuparse, porque de todos modos no lo seremos.

En este punto tenemos la opción de convertir esa atracción en obsesión, devenir víctimas y recriminar al otro nuestro sufrimiento, amargándonos la vida y amargándosela a esa persona que se supone que queremos, o bien respetarla, dejar que haga su vida y dedicarnos a la nuestra. Realmente hay muchos peces en el mar, y muchas personas en el mundo: Si lo que queremos es estar con alguien que nos guste físicamente, nos parezca interesante y nos sintamos muy a gusto a su lado hay una cantidad inmensa de personas que pueden y estarán dispuestas a cubrir esta vacante. Nuevamente no hay que preocuparse, ni sentirse mal, ni recurrir a trampas que fuercen las cosas y empeoren a muchos niveles la situación.

Lo mismo puede suceder con un empleo, un proyecto, una casa, un auto o cualquier otro deseo que pretendamos manifestar, hay que tener claro que es lo que realmente queremos, para no errar en la respuesta que damos a la demanda, así como para poderla identificar cuando se presente bajo una forma que no habíamos previsto o considerado.

Una ventaja importante del trabajo con visualización en este aspecto es que nos permite la formulación más abierta y flexible de estos objetivos y deseos. Tal vez tenemos claro que queremos cambiar de casa, pero en nuestro horizonte no ha aparecido aún una que nos llame la atención. Entonces podemos centrarnos en la raíz de nuestro deseo u objetivo, y hacer una lista detallada de requerimientos, (por ejemplo que sea más espaciosa que la actual, que tenga más luz, que las instalaciones funcionen correctamente, etc.) y trabajar ya con las sensaciones y emociones vinculadas a ellos (sensaciones de espacio, luz y emoción de tranquilidad).
Tener claridad respecto a aquello que realmente queremos o deseamos simplifica muchísimo los procesos y este es sólo uno de los motivos por el que vale la pena trabajar en ello. En el ejemplo mencionado, cualquier casa que cumpla con todos nuestros requerimientos estará bien para nosotros, y cualquier casa que no los cumpla puede ser descartada. Y nuevamente, no hay de que preocuparse, hay muchas casas en el mundo que pueden satisfacer nuestra demanda.

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