martes, 16 de febrero de 2010

Animal que despierta, de Ana María Rodas

Animal que despierta

Soy la gata que camina dentro de mí
conmigo
las leves zarpas afelpadas
He bajado por el río
conservando el gusto por la caza
los ambiguos maullidos

Cuando cierro los ojos atravieso los siglos

Las arenas le dieron el color
a esta piel suave que esconde
una flor mojada entre las fauces
el oro egipcio se ve reflejado en la pupila
de esta gata
que demasiadas veces
recuerda su verdadera condición de fiera

La Reina de Saba habría dado la mitad de sus tierras
por tener estas garras

Ana María Rodas
Amediavoz

El ámbito de lo salvaje puede parecer otro mundo, pero está aquí mismo, en el hueso de las cosas, dentro de nosotros mismos, bajo la gran cantidad de capas de elaboración y construcción que ha permitido a la humanidad llegar al punto en el que se encuentra...
Permea los límites; Camina con nosotros, ve por nuestros ojos, siente a través de nuestra piel, pero no nos damos cuenta de ello hasta que estamos dispuestos a compartir estas impresiones, y esta vida. Decimos "el animal despierta", pero en realidad somos nosotros los que despertamos a él, que siempre estuvo ahí, empezando a percibir su presencia.
Puede convertirse en nuestro peor enemigo, cuando cuando nos empeñamos en expulsarlo del lugar al que pertenece, pero también cuando tratamos de imprimir nuestras ideas sobre sus mensajes, tergiversando la comunicación, cuando no somos capaces de entenderlo y apreciarlo tal como es. Y puede ser también nuestro mejor cómplice, aportando una perspectiva adicional y única que tal vez no sabe mucho de sutilezas, pero tampoco es amiga de la mentira, de los enredos, o de las complicaciones.

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