sábado, 30 de agosto de 2008

Vida es todo

Desde ese primer pensamiento con aroma a café y pan dulce que escapa distraído en la mañana, mientras nos desperezamos, hasta el último que se diluye en la oscuridad de la conciencia como la llama de una mecha que lenta se desmaya, sumergiéndose en los restos de cera tibia. Y los sueños, aquellos que recordamos y aquellos que permanecen el el fondo de la cueva de la memoria, como semillas al abrigo de la turba.

Elegir aquello con lo que nos vamos a vestir para salir a la calle, saludar a la mañana, a ese cielo a veces límpido y otras nublado, tomar el metro y cruzar miradas... es cada una de las horas que pasamos en el trabajo, espoleados por el paso de las horas y los montones de tareas pendientes, o bien dejando que el tiempo se deslice hacia ningún lugar, con la mente en blanco... es también observar un perro que pasa, un ave que se posa en una fina rama que se balancea bajo su peso... apartarse en un acto reflejo un mechón que se deslizó hasta nuestra cara, cargar las bolsas del supermercado y hacer la cama... y es también ese recuerdo que ni sabemos de dónde salió, como un conejillo que aparece entre las matas, que nos mira a los ojos un instante, y desaparece de nuevo. El momento en el que la llave gira en la cerradura, al llegar a casa, sacarse el abrigo y sentir como se relajan los hombros...

Vida es todo, aquello cuanto podemos ver y aquello que se nos escapa, es caminar envueltos en la influencia de los astros y cuanto se encuentra más allá de ellos, albergando, o, por ser mas precisos, siendo formados por miríadas de microsistemas que de igual modo escapan a nuestra atención, como si fueran realmente ajenos; sangre y oxígeno, partículas, células, átomos...

Al encontrar otra persona, nos enfrentamos a un universo entero, con sus propias constelaciones, estrellas que nacen y mueren; y propios guijarros que las aguas del río arrancaron a las montañas más altas, dulcificando sus aristas hasta conferirles la suavidad del pétalo. Entendemos que esa otra persona, no puede ser consciente de todo cuanto le rodea y vive, y muere, aún dentro de sí; que no puede alcanzar consciente mente todas aquellas historias más viejas que ella misma, o acaso más breves que la menor fracción de tiempo que pueda percibir, que carga en su devenir... y , más allá de nuestras afinidades o aversiones, no podemos dejar de maravillarnos por su existencia, y por la nuestra propia, capaz de reflejarla .

Y así entendemos que, en nuestras relaciones, sólo una mínima fracción queda bajo el dominio de nuestra mente y nuestros sentimientos, como un islote en el mar. Tenemos que aceptar que un conjunto infinito de reacciones se dan en nuestro interior, en lo más profundo, allí donde trabajan las raíces, y otras tantas reacciones escapan de nuestro control en el exterior, como el polen que se llevan las abejas, o las semillas aladas que el viento traslada a regiones ignotas para la planta que las ve alejarse, sin saber cuántas se perderán y cuántas serán el origen de nuevos ciclos.

Que los mundos invisibles que nos influencian desde lo alto y desde lo profundo también interactuan, luchan y se aman, al margen de la conciencia y la voluntad, tan ajenos como las olas que rompen contra las rocas del peñasco, como el sol que dora los campos de trigo; sacan sus garras como predadores que podemos tratar de confinar pero no domesticar, o abren sus alas y emprenden el vuelo, como aves que podemos admirar pero no comandar.

Caminamos, y nuestra conciencia actúa como un hilo que ensarta aquellas perlas que son cada uno de esos momentos preciosos, plenos en sí mismos, sin importar si son alegres o melancólicos. Formamos así , con nuestro movimiento y experiencias, un collar para la existencia; y al morir no hacemos sino cerrar una vuelta para iniciar otra, alderredor de su grácil cuello, como en otro momento preparamos sus pulseras, brazaletes y sortijas, somos el rocío en la flor que adorna su cabellera, o encendemos un destello en el vasto océano de sus ojos.

domingo, 24 de agosto de 2008

Activistas Espirituales Inc.

Dedicado a mi muy estimada Branchy;
...por aquello que tenemos en común.

Aunque cueste de creer, los hechos sucedieron realmente, hace unas semanas, y no es un chiste...

Estando yo sentada en la terraza de un restaurante de mi barrio y disponiéndome a comer un maravilloso plato de pasta italiana, entran en escena un par de "artistas" callejeros con su performance del día. A mi particularmente nunca me ha atraído ese tipo de espectáculo, pero tampoco me molesta.

Sin embargo, terminando su actuación se acerca uno de ellos a la mesa a pedir contribución económica. Alguna parte de lo sencillo del "no" escapa a su comprensión, pero en lugar de tomarse su tiempo para reflexionar sobre el asunto, el muchacho, ataviado con turbante rojo y gafas oscuras, inicia un dicurso-soliloquio...

De entrada diré que, a parte de que me interrumpan cuando estoy comiendo, tampoco me ha hecho nunca demasiada gracia que me hablen detras unas lentes oscuras... en todo el tiempo no respondo, pero creo que mi cara habla por mí.

Nosotros somos artistas, y este es nuesto medio de vida; no vivimos de explotar a la gente, sabes?

...Claro, no es explotación; que la gente de las vulgar masa, además de trabajar como esclavos os regale a vosotros su dinero por recordarles con tan poca gracia lo imbéciles que vosotros creeis que son debería llamarse "re-explotación".

En realidad nosotros seguimos el modo de vida hindú, no pertenecemos al sistema, sólo que tenemos que pasar inadvertidos en él para sostenernos.

No sé si tu habrás conocido a un hindú en tu vida, yo sí; sé perfectamente lo que es el ghi, que presumes de conocer; y además lo sé preparar y aplicar en masaje, porque casualmente un yogui me enseñó... así que no me vas a impresionar precisamente con eso. Lo que haces ni siquiera pasaría como una parodia de lo que tratas de imitar, y es una falta de respeto contra lo que se supone que defiendes, así que antes que unas monedas lo que te estás ganando es una patada en el estómago, que yo no te daré, pero ya te llegará, no lo dudes.

Porque nosotros somos activistas, no politicos - la política no nos interesa - somos activistas espirituales, nuestro objetivo es despertar conciencias dormidas.

Tal vez deberíais empezar por las propias, no crees? Como sugerencia, si pretendes seguir el modo de vida hindú, por un lado, y ser realmente apolítico, por otro, estaría bien que le dijeras a tu compañero que se sacara el parche con la swastika tachada del culo de sus pantalones - la swastika es un símbolo sacro en la India, sabes?-.
Y si quieres ser un activista, empieza a pensar menos en la tragedia existencial de pertenecer a la "élite" de "artistas" que están por encima de la "masa dormida" , y más en el compromiso de encontrar los medios para llegar a la gente y llevar a cabo acciones efectivas que den resultados más allá de tu triste recolecta monetaria al final de la jornada.

A estas alturas, yo sigo callada y sonriendo, me observa como si fuera la encarnación del diablo, y habla rabioso...

Porque lo material no nos interesa, lo material es efimero, como las apariencias... y creemos en el karma, sabes? - me mira con odio, levanta la voz- Tal vez en otra vida nazcas privada de esa belleza! Y se va.

Lo material no os interesa, pero te has enfadado tu sólo al no recibir las monedas que creías merecer... Las apariencias no importan, pero me has venido a molestar simplemente porque me has visto vestida decentemente ante un buen plato que además de satisfacer mis sentidos me alimenta... el mismo plato que, aunque podrías pagar si dejaras de gastarte el dinero en lo que sea que fumes que te ha dejado el cerebro tan dañado como lo tienes, consideras un "lujo innecesario". Me has venido a molestar porque has reparado en mi anillo de gemas y te ha parecido una ostentación, aunque sea precisamente hindú, un símbolo de aprendizaje... y un regalo. Y me has querido asustar diciendo que en otra vida puedo perder mi belleza, como si yo no fuera consciente de que eso que tu ves y te parece bello, se irá con cada año que pase en esta misma vida; pero al mismo tiempo sin darte cuenta que la belleza está en los ojos y la persona del que observa y vive, y que, por lo tanto, tus palabras revelan que tu visión y experiencia son terriblemente frívolas.

Y finalmente el karma... que sabrás tu del karma? Déjate de pensar en otras vidas, y piensa, por un momento siquiera, en esta misma que estás desperdiciando. Cuando tenía tu edad, o incluso algo más joven, trabajaba en una fábrica, tenía que levantarme a las 4:30 y no siempre lo conseguía, me sentía tan desgraciada como si cumpliera una condena, era infeliz y estaba llena de complejos físicos y psíquicos. Esa fue la trampa de la que yo tenía que salir, y salir fue un largo proceso de aprendizaje y acción. Te ufanas en decir que las apariencias no importan, pero son lo único que tu puedes ver, por eso no entiendes que tu incapacidad para hacerme sentir culpable y robarme por ese medio unas monedas no venga de mi ignorancia o inconciencia, de un estado de "letargia", sino de mi conocimiento, conciencia y de un estado de "vigilia". Y sin embargo yo sé que no importa y que no soy mejor que nadie.

No puedes usar el karma en mi contra, porque no sabes lo que es; pero tampoco puedes usar en mi contra las consecuencias de mis acciones, porque precisamente ellas me han traído hasta donde estoy, y no tengo nada de lo que arrepentirme.
Pero tu no estás viendo lo que yo soy, sino proyectando lo que tu eres sobre la imagen que te has formado de mí. Y cuando crees que hablas a alguien frívolo, e ignorante, a quien le han regalado algo, te estás retratando... tu manera de "no pertenecer al sistema" es la típica de los que han enraízado en su mismo corazón, tus palabras son incoherentes y vacías, y tu vida se sustenta en tomar el fruto del trabajo ajeno, a cambio del humo con el que tratas de cegar no sólo los ojos de los demás, sino los propios.
Te vanaglorias de ser artista, pero actúas como si no supieras que el único Arte digno de recibir ese nombre exige sacrificios, estudio y dedicación, y no se vende por unas monedas. Te vanaglorias de tener conocimiento espiritual, pero lo único que haces es evidenciar una pésima educación, una experiencia existencial paupérrima, y quedar en ridículo. Porque no estás tratando de despertar la conciencia de nadie, sino de adormecer tanto la propia como aquellas ajenas que te recuerden que estás haciendo el imbécil, mientras esparces veneno sobre la tierra.
Y me desprecias, porque es desprecio lo que esa parte de ti que sí sabe y que tu tratas de amordazar en el fondo de la conciencia siente cuando te ves en un espejo.
No pienses en lo que va a ser de ti en vidas futuras, sino en esta misma, dentro de unos años... porque vas camino de convertirte en lo que dices combatir, porque dentro de diez años no estarás haciendo el payaso por las terrazas de los restaurantes, sino viviendo de las rentas de lo que otros consiguieron con legítimo esfuerzo, o de enchufado en algún negocio familiar, viviendo de explotar (a secas) a los demás; sólo estás dando un rodeo, porque esa parte de tí que aún no has podido acallar por completo sabe que no está bien, pero te resistes como un niño malcriado a aceptar su consejo de un modo pleno, sin reservas, a pagar el precio no económico que conlleva, y por el que aún podrías salvarte de acabar ahogado en la inmundicia.

Yo, por mi parte, estoy lo suficientemente en paz con mi vida, y satisfecha con la imagen que me devuelve el espejo, como para desear suerte a esa parte de tí que sigue viva, en el lance que enfrenta en inferioridad de condiciones.

domingo, 17 de agosto de 2008

Crecer

A raíz de la publicación de un texto sobre la "historia de la Wicca", en Sendero Celta, traté de hacer un resumen acerca de algunas cuestiones históricas del paganismo sobre las que convendría reflexionar, por un lado para hacerse una idea de la complejidad del tema, y por otro, para advertir de ciertos tópicos que desgraciadamente siguen propagándose a pesar de haber sido superados desde hace años.
Aunque en gran parte se trate de un resumen del material de la página de Perro Aullador , hay algunas cosas que no apareieron antes, y es posible que publique dicho resumen en el blog, aunque hoy quiero anteponer ciertas conclusiones a las que me acabó llevando la redacción del citado texto:

(...)En otro tiempo yo creí uno por uno en los tópicos que me ha tocado señalar y tratar de desarmar. Creía en ello de veras, con entrega, y no creo que entonces fuera más tonta de lo que ahora pueda ser, conservo muy buenos recuerdos de aquella época y me alegro de que esa información, aunque errónea, llegara a mí porque fue lo que debía vivir en el momento, y un importante punto de partida hacia otras cosas. Hay una diferencia enorme entre los que están al principio del camino, viviendo lo que tienen que vivir en ese momento, y los que se han quedado a medias y por su propia incapacidad se han quedado ahí tirados, estorbando el paso, fracasados y resentidos, creyéndose mejor que los primeros y tratando de retenerlos, como si temieran las posibilidades de éstos de llegar a conseguir aquello que ha quedado fuera de su alcance.

Y creo que muchas de las críticas dañinas que se dirigen a personajes como la Dra. Murray o Gérald Gardner, o a los que están empezando a estudiar y practicar son una muestra de ello; lo segundo es tan cruel como decir antes de tiempo a un niño que los "Reyes Magos son los padres", robándole la experiencia que por su edad le corresponde disfrutar plenamente; y lo segundo tan estúpido como afirmar que los filósofos griegos eran atrasados ignorantes porque no conocían los usos de la electricidad, cuando la idea es que incluso con esa carencia aportaron mucho más a su tiempo que aquellos que los critican.

En la mayoría de ocasiones lo cierto es que nadie va a exigirnos que corrijamos nuestros propios errores; esa debe ser tanto una necesidad como una exigencia personal, intrínseca a la búsqueda del conocimiento. Cuando nuestro propósito es honesto, se van abriendo puertas, nos llevamos grandes sorpresas, y también pagamos por cruzar cada una de ellas un precio - no económico- proporcional a las oportunidades que nos brindan. Eso significa que en muchas ocasiones nos sentimos solos, que muchas cosas que otrora creíamos que no llegaríamos a alcanzar ya forman parte de nuestra vida o han quedado atrás, al igual que ciertas personas que aún respetamos por agradecimiento, pero cuyas aportaciones, en el momento en el que estamos, no nos sirven; y que aún dándonos cuenta de lo poco que sabemos, ya sabemos mucho más que otros... En esos momentos el mundo entero puede estar aplaudiéndonos, pero en lugar de sentir orgullo, o autocomplacencia, lo cierto es que nos sentimos tristes porque nuestro crecimiento nos ha llevado a abandonar un mundo de cómodas cetezas y nos adentra en un terreno desconocido, sin saber cuándo ni cómo, ni si existe la posibilidad de que alguien que lo conozca nos tienda la mano en ese tramo del sendero. Pero lo que no es posible volver atrás, "volver a creer en los Reyes Magos" cuando ya sabemos lo que son; no hay posiblidad de regresión, incluso si nos damos por vencidos y abandonamos la búsqueda, las cosas no volverán a ser lo que fueron. Así que lo único sensato es seguir adelante, en lugar de estancarnos y podrirnos en la amargura y el resentimiento por el "paraíso perdido".

A veces duele darse cuenta de que algo en lo que creíamos es una mentira... Pero es el dolor de romperse para poder abarcar algo mayor, es el dolor del crecimiento, del aprendizaje. y constituye una bendición porque nos indica que aún estamos vivos y que queda mucho camino por recorrer, tanto, que hasta el último aliento estaremos viendo un horizonte que se nos ofrece generosamente para ser cruzado. Realmente hay momentos en los que cosas mucho más importantes que estos tópicos se derrumban, en los que tiemblan los cimientos de nuestras creencias y de nuestra propia identidad , en los que llegamos a extraviar por una temporada el sentido de nuestras vidas , el suelo desaparece bajo nuestros pies y miramos al abismo... eso también es parte de la búsqueda, y sobrevivimos a ello, fortalecidos, confirmando la potencia de nuestra existencia. Seria demasiado largo explicar de las cosas que uno deja en el camino, pero como consuelo debo decir que nada es en vano, que tarde o temprano aquello realmente importante de lo que debimos despedirnos o desprendernos se recupera o reaparece bajo una forma aún más valiosa.

sábado, 9 de agosto de 2008

La yegua en la mina. En contra del "idealismo".

Cuando era niña leí un cuento ruso, o tal vez de la europa del este, del que a penas conservo más que unas imágenes vagas, pero aún impactantes. Trataba acerca de una yegua y su potrillo, condenados a trabajar en el interior de unas minas de carbón.

Arrullaba la madre al hijo, aún en medio de la oscuridad en la que se encontraban; y le contaba del mundo exterior al que ella una vez había pertenecido. Le hablaba de un mundo en el que el cielo era alto y azul, y por él cruzaban las nubes blancas y esponjosas, que de vez en cuando se oscurecían y traían los relámpagos, los truenos y la lluvia. Le hablaba de la tierra oscura y blanda, de la fragancia húmeda de su exhalación, llevada por la brisa, y del verde pasto que crecía en ella, alimentado de sol y de agua. De los colores del amanecer y el atardecer, del resplandor de las estrellas que se movian con las estaciones, del entramado de luces y sombras que sobre el suelo dibujaban las hojas de los árboles, del sabor de las rojas manzanas... de la sensación del galope, del ritmo de los cascos golpeando bajo el resplandor del mismo sol que acariciaba con firmeza el pelaje recio y blanco, y lanzaba sus reflejos con el orgullo de un rey que reparte dádivas desde su montura, sobre las aguas frescas ... en las que ella se iba a abrevar.
Todo esto le describía recreándose en aquellos detalles que otrora complacieron por entero su ser, quería que el hijo los conociera, y que no fueran jamás olvidados, por si algún pudiera escapar y regresar, por si alguno de los descendientes podía hacerlo.

Pero el potrillo, que había nacido en aquella misma mina, nunca había visto tales maravillas y aunque el relato fuera hermoso, se decía que aquello que eran sólo delirios de su madre, provocados por la dureza de los trabajos a los que se les forzaban, cada vez más difíciles de soportar. La realidad era muy distinta, era la oscuridad de aquel encierro, el aire denso y contaminado, los pasos angostos, el peso de la carga, el golpe del látigo, el agua sucia y la yerba seca. Existía, realmente, la firmeza de las patas, y la resistencia del lomo, cuando éstos fallaran, simplemente, los hombres de los latigazos se desharian de ellos, y llegaría el final. Entonces tal vez sería como dormir, descansar al fin, o tal vez no... Y aunque el potrillo no respondiera nada, aunque sólo mirara a su madre con ese amor del que las peores condiciones no nos pueden despojar, también aquellos pensamientos se filtraban a través de los castaños y honestos ojos, que brillaban antes con rabia que con esperanza, partiendo el corazón a aquella yegua ya más anciana que joven.

Esto es lo que recuerdo de aquella historia, seguramente desfigurada en mi mente por el paso del tiempo. Tenemos, pues, la libertad de imaginar un final... podemos imaginar que un día, por cualquier motivo, el potrillo llega a salir de la mina, y descubre que aquello que su madre le contaba era real. O bien el potrillo no sale nunca, muere sacificado en la misma mina en la que vivió, sin haber querido dar falsas esperanzas a sus descendientes, pensando así ahorrarles sufrimiento... pero, sin embargo, un día, por cualquier motivo, uno de los descendientes sale de la mina, descubriendo aquella realidad por sí mismo.

En cierto modo, a veces la trasmisión del conocimiento oculto discurre por estos ciclos, memoria,trasmisión, conservación, olvido y redescubrimiento de la fuente original. Pero voy a hablar de otro tema hoy.

En cierto modo, la historia de la yegua y el potro en la mina pudiera recordar el mito de la caverna de Platón; pero me gusta más el cuento que la famosa alegoría. Platón la usa para describir el acceso del hombre al mundo de las ideas, que supone real por encima de la ilusión sensible. Pero nuestra yegua habla de lo que ocurre cuando ese mundo sensible que el filósofo desprecia nos es arrebatado. Es difícil imaginar que alguien se tome la molestia de encadenar a unos hombres en el interior de una cueva, y aún más que luego se pasee por delante de la misma un cargamento de figuras que se proyecten oportunamente contra la pared... pero es muy fácil imaginar a alguien interesado en enterrar a caballos y hombres, a potrillos y niños por igual en la oscuridad asfixiante de una mina de carbón, en la que sus vidas dependen de su resistencia, en la que, si no mueren antes, serán deshechados al declinar su productividad, e incluso si finalmente regresan al exterior, la mancha de aquella prisión creciendo en su interior acabará por devorarlos. Ante estas escenas, que sabemos fueron reales, si es que no lo están siendo aún, si es que no han empeorado acaso con el paso de los años, el mundo "real" de las ideas platónicas se convierte en poco más que una terrible fivolidad.

Y aunque supongo que no era esa la intención de Platón, ni soy filósofa para discutir sus ideas, sí puedo enfrentar a la legión de pequeños hombres que se contentan en citarlo con oscuros intereses, llenándose la boca con conceptos "idealistas" que desprecian una realidad tangible y generosa que ni siquiera se han preocupado en conocer.

En la alegoría de la caverna, el hombre liberado de sus cadenas, el filósofo, descubre por esfuerzo un mundo más real, y cuando se apresura a liberar a sus antiguos compañeros, incapaces de valorarlo en su medida, se encuentra con sus amenazas. La diferencia es que nuestro mundo tangible es mucho más fácil de accesar, pero no hace falta que detalle cómo se trata a las personas que son demasiado felices, a las personas que conservan íntegra su capacidad de gozar... se las juzga de superficiales e ignorantes. No podría contar cuantas veces he oído variantes de la expresión "a veces quisiera ser más tonto, para no sentirme tan infeliz"... Tampoco sé si se puede llegar a ser más tonto desde el punto en el que uno se permite tal pensamiento :)

No hace falta buscar paraísos lejanos e ideales, el paraíso es el mismo lugar que nos rodea, desde el momento en el que nuestra voluntad se dispone a recuperar lo que constituye nuestro don de nacimiento: la experiencia del mundo que nos permite la sensualidad, y el placer.
No se trata de poner a los sentidos en una situación extrema, del mismo modo que la llama de una vela cumple su cometido consumiéndose a un ritmo adecuado y no en la explosión de una fulgurante llamarada única. Se trata de apreciar la información que nuestros sentidos nos brindan, y deleitarnos en ella... el roce de las sábanas, el sabor de nuestra comida preferida, los matices de la luz incluso cuando se derraman sobre la más gris de las ciudades... toda esa infomación va adentrándose, va constituyendo un tesoro de sensaciones placenteras capaces de asociarse a ideas y emociones beneficiosas, capaces de ayudarnos a encontrar/construir la vida que queremos, capaces de llevarnos más allá de lo corpóreo por un sendero mucho más natural que el tortuoso camino de cristales rotos que señalan los detractores de las bondades de la materia.

Es cierto, lo material no es único, hay una esencia, un espíritu capaz de trascender sus límites... pero mientras algunos creen que son dos realidades en guerra, y otros creen que el segundo puede imbuir al primero con su gracia; aún hay otros, entre los que me cuento, que consideran que no hay una verdadera diferencia entre ambas formas permeables y conectadas de una misma realidad (o de una misma ilusión). La experiencia corpórea, la emocional y la mental cubren forzosamente un espectro muy restringido de la realidad, teniendo en cuenta los sistemas que existen en un macrouniverso cuya inmensidad no podemos medir, así como aquellos que operan en los microuniversos que conforman aquello que nos rodea, y a nosotros mismos, resultando igualmente incógnitos y remotos.

¿Por qué motivo podría un hombre renunciar a aquello con lo que la naturaleza lo dotó?, ¿Cómo puede alguien considerarse realmente inteligente despreciando la armonía de aquellos elementos que conforman su naturaleza y fomentando la discordia en su interior?
Sabemos que el mejor lugar para la yegua está bajo el cielo azul, bajo la caricia del sol, el alimentándose de pasto fresco y manzanas, refrescándose en aguas cristalinas; si la yegua decidiera por si misma adentrarse en el infierno de la mina, pensaríamos que algo está mal en ella, no pensaríamos que está siendo demasiado inteligente... y sin embargo, cuando un hombre, o una mujer, emprende ese camino lo que precisamente oímos decir es : "es demasiado inteligente para ser feliz".
Y cuando uno tiene conocimiento de que existe una realidad amable y placentera alcanzable por los sentidos, las emociones y la mente en colaboración, se lo trata como a un loco o un ignorante; pero cuando otro agacha la cabeza y permite que se lo explote y maltrate se lo llama "realista"... Si realmente lo fuera, sabría que en realidad no necesita mucho más que alimento y cobijo para vivir y que todo lo que teme perder al oponerse a los que lo tratan como un esclavo - el resto de sus posesiones, su estatus, así como las relaciones personales y la idea de sí mismo cuando se basan en lo anterior- no son más que nefastas ilusiones por las que se ha dejado atrapar de un modo bastante necio.

Entiendo que hay personas que son encerradas en auténticos infiernos por cuestiones ajenas a su voluntad, que el mundo no es un lugar precisamente perfecto y hay mucho por lo que se debe luchar, y contra lo que uno debe rebelarse. Y entiendo que hay momentos muy tristes, oscuros, asfixiantes, en los que nos sentimos peor que muertos, que existe el dolor físico, y el dolor psíquico del que no vamos a escapar por repetirnos mil veces ante el espejo "No pasa nada, estoy requetebien". Pero, precisamete por todo eso, aprovechar el momento, valorar el paraíso a nuestro alcance, y saborear los tesoros de la vida constituye un acto de rebelión contra esos azotes del destino. Los momentos duros, tristes, difíciles y horribles ya lo son bastante por sí mismos, tienen su tiempo y su lugar, y valiosas lecciones que ofrecer. Ambos aspectos de la experiencia vital, el placentero y el doloroso, convenientemente procesados, pueden llevarnos a conocer los cantos del triunfo, y aún las maravillas que se extienden más allá de ellos, como cubiertas por un velo dorado.
Pero autoadministrarnos unas dosis excesiva de dolor, renuncia, negación y tristeza (incluso cuando creemos que eso nos hará más fuertes, o nos ahorrará sufrimientos futuros -que, por cierto, no es posible-) no nos va a ayudar en absoluto, a menos que nuestro propósito vital sea convertirnos en unos amargados.
E ir en contra de nosotros mismos no es inteligente, diga lo que diga esa legión de mentes preclaras que quiere hacernos andar sobre cristales, y sobrecargar nuestros lomos mientras fustigan sádicamente nuestros flancos.

domingo, 3 de agosto de 2008

Festival de la Cosecha

Aunque estoy lejos en espacio y tiempo, casi puedo sentir el olor de los campos de trigo al mecerse bajo el sol abrasador de agosto, y me veo años atrás recorriendo el camino que, después de cruzar un bosquecillo, se dividía en senderos que los rodeaban, antes de llegar al pueblo.

En las noches de aquella época, sentada en el quicio de la puerta, o bien en alguna de las rocas del jardín de bambú escuchando el peculiar sonido de las hojas agitadas por el viento cálido y aspirando el aliento de la tierra húmeda, mi mirada se perdía entre incontables estrellas. Suspiraba por un amor que no podía reducirse a otra persona, pero podía concentrarse en esa imagen del que tendría que llegar, como un símbolo, como un cáliz en que que verter las impresiones de cuanto me rodeaba y aquellas correspondencias que en mi espíritu se encendían... pero del que, al mismo tiempo, no podía más que derramarse sobre el mismo mundo del que provenía.

Y sin embargo, vivía entonces en la misma soledad que me acompañó tantos años, y aunque en aquel jardín encontraba la paz y me nutría de belleza, alrededor rondaban terribles depredadores, a los que sólo podía aplacar la firmeza de mi fe, el mismo amor por la vida al que me aferraba.

A penas vivía en el mundo, entonces, cuando el mundo sólo tenía horribles palabras para definir mi conducta, tan impropia; "No puedes hacer lo que quieras, tienes que pensar en los demás, eres demasiado mayor para comportarte así..." pero todo cuanto encontraba en esos paseos, en esos momentos bajo las estrellas, venía a decirme lo contrario. Me decía que el paraíso está aquí mismo, y sólo está perdido para aquellos que lo han olvidado. Leía entonces al gran Kavafis, y celebraba mis ritos de un modo humilde, a escondidas, acunando mis esperanzas de un futuro mejor y, sobretodo, diferente del que se me trataba de imponer.

Me apoyaba en el recuerdo de las otras voces, más cercanas, de las que me sentía hermana, aquellas que provenían del espacio entre líneas de las lecturas que amaba, con las que me parecía poder dialogar; y en el recuerdo de algunas personas extraordinarios que ya entonces había podido localizar, aunque nuestras vidas no se habían cruzado más que por espacio muy breve, me permitían creer que, a pesar de la distancia, no estaba tan sola.

La tormenta me ha transportado a aquel tiempo, en el que también podía observar los relámpagos sobre las montañas, y escuchar el repiqueteo violento de las gotas contra el suelo. A decir verdad, objetivamente, era una época muy dura, en la que a mi alrededor algunos problemas de importancia condicionaban mi existencia; pero eso no conseguía apagar el deseo de conocer, de contemplar la belleza, o de entregarme al juego... como si fuera demasiado consciente de que hay cosas que, una vez perdidas, no regresan, empezando por el tiempo.

Y recuerdo las palabras que, con buena intención, alguien que había intentado "hacerse cargo de mí" me dirigió, con cierta frustración: "Eres como un edificio en ruinas, he tratado de rehabilitarte, pero es imposible, debería derrumbar hasta los cimientos y contruir de nuevo". Y es difícil explicar cómo, más allá del sentimiento de tristeza por el desprecio hacía lo que yo era que esa afirmación contenía, había una voz serena en mi interior diciendo "Si, es verdad. Ni tu ni nadie vais a poder con esto", y la sensación de haber ganado una batalla, aún desde mi temblorosa posición entre ruinas.

Acercándose una vez más la celebración estival, se activa un mecanismo en mi interior, cambio los rígidos pantalones por un sencillo vestido, y con cualquier excusa salgo a caminar, sólo por sentir la ligereza de mis pasos que, sorteando los obstáculos de este asfalto vencido por árboles gigantescos, recuerdan a mis pies el trote de antaño por rocosos senderos... Y me sorprendo acicalándome, sabiendo que no es por nadie , sólo por el gusto de reflejar cierta emoción que nace muy adentro, por el gozo de no esconderme del mundo, por la suerte de entablar una relación íntima con esta tierra que me acoje con benevolencia, cuando podría rechazarme.

No trato de adaptarme; sólo soy. El placer que siento es el de extender las propias alas, y sentir que, sencillamente, el mundo tal como nos lo contaron desaparece alrededor, y sólo permanece el diálogo entre mi propio ser, y aquello que en el entorno le puede corresponder.

Más de una década después, seguiré encendiendo una llama en honor de la cosecha... pero sobretodo en honor de aquello que respeto, enviando un saludo a aquellas personas excepcionales con las que aún, de vez en cuando, tengo la suerte de encontrarme en el instante en que nuestras sendas se cruzan, cuando es posible volver a sentirse en el hogar, entre iguales, en el corazón de un paraíso que no puede ser profanado.

Y, a veces, escribir es lo mismo que mantener esas llamas; Aquí estoy, aún viva, indómita. Vedme, porque no me escondo: lloraré cuando tenga que llorar, y reiré cuando tenga que reír; pero mis lágrimas y mi risa serán más reales que las trampas con las que se me ha tratado de apresar y todos los artilugios con los que se me ha tratado de amordazar. Mientras sea libre de ellos, tendré algo que celebrar, y ya sea de un modo sereno o escandaloso habrá en esta celebración un gozo tal que hará temblar a carceleros y verdugos, a los que dan las órdenes de persecución, y a los que les son cómplices. Hay riesgos y precios a pagar, pero los asumo con gusto; porque vivo la vida que escogí vivir, y no estoy dispuesta a aceptar ninguna otra.