En muchas ocasiones, el aprendizaje mágico puede ser equivalente al aprendizaje de las técnicas agrícolas: Ser capaces de seleccionar las semillas que sembramos, con una idea clara de la planta que devendrán, saber qué tipo de tierra, abono y condiciones ambientales precisan para crecer sanas, conocer a sus enemigos naturales y los cuidados específicos que requieren para protegerlas, para finalmente conseguir una cosecha que abastezca nuestras necesidades.
Por supuesto, al margen de esta domesticación milenaria existen aún semillas no domesticadas que corresponden a la vegetación salvaje; Especies que pueden alimentar, sanar, indigestar y matar, tanto por un mal uso como por ellas mismas... Pero éstas merecen otro post.
Pero el hecho es que, para un buen número de practicantes de magia, las plantas y los frutos (los resultados de su trabajo) crecen básicamente por azar, porque cayeron en el lugar y momento correcto, como esas semillas desechadas que un día cualquiera nos sorprenden en forma de brote entre el montón de compost del huerto. Aquello a lo que llamamos magia no deja de ser en gran medida una serie de fenómenos naturales, cuyo mecanismo funciona incluso sin necesidad de nuestra intervención constante. Hacer uso de este tipo de magia es algo así como descubrir que el fuego para cocinar y calentarse: Podemos llamarlo magia, como a la cocción se le puede llamar tecnología. Y lo cierto, siendo sinceros, muchas personas no tendrán necesidad de avanzar un solo paso más por esta larga senda, capaz de llevarnos a distancias insospechadas.
En última instancia dependerá del practicante decidir el nivel de rendimiento de su trabajo; desde el ir tirando semillas al azar de vez en cuando para ver si es verdad que crecen, hasta organizar una serie de cultivos cuidadosamente planificados en régimen de explotación intensiva. En este punto es importante estar atentos para reconocer nuestras auténticas necesidades para no agotar o malograr los recursos de que disponemos. Pero en cualquier caso, los momentos clave del ciclo agrario - que en muchas ocasiones coinciden con las festividades del Ciclo Anual-, pueden ser la ocasión perfecta para detenernos a evaluar nuestro trabajo, darle coherencia, corregir errores, profundizar en nuestros conocimientos o introducir nuevas técnicas. El proceso siempre es el mismo, ciclo tras ciclo: observar, entender, aplicar, corregir y mejorar.
Supongamos que contamos con un terreno mágico con el que trabajar en nuestra vida, para empezar necesitamos una idea de lo que queremos o, mejor aún, necesitamos. En función de esta idea seleccionamos las semillas y preparamos adecuadamente la tierra que las acogerá, para que puedan desarrollarse en ella. Luego las regamos y damos otros cuidados que incluyen la eliminación de aquello que se oponga al crecimiento que estamos auspiciando, como las "malas hierbas" o las plagas. Tendremos que entender que, así como no conviene descuidarla por completo, la planta no va a crecer más rápido por mucho que la reguemos cada cinco minutos (con lo que, además podemos matarla). Cuando madure y de fruto, deberemos cosechar, pero también saber qué hacer con sus restos. Luego decidir si sembramos de nuevo las mismas semillas o necesitamos otra cosa. Echaremos mano de guías, pero la experiencia aún nos mostrará lo que no está escrito. Después de unos cuantos ciclos sabremos detectar cuando las cosas no están yendo bien, y donde hay que actuar, sabremos qué especies consumen los nutrientes de la tierra o los acrecentan y como conviene intercalarlas, o cuando necesitamos un periodo de barbecho por lo tanto y hay que buscar otras fuentes para complementar el abastecimiento de nuestra despensa. Habrá temporadas de malas cosechas y de cosechas abundantes, tanto por nuestra acción como por cosas que no dependen de nosotros, y cada año que pase no sólo sabremos más, sino que seremos capaces tanto de conseguir más fácilmente aquello que precisamos como de sobrevivir aún cuando esto no aparezca.
Hay muchas formas de ver la magia. Desaprovechar los recursos técnicos que la cultura nos ha heredado puede no ser la opción más sensata. Sin embargo, no creo que sea tampoco conveniente cambiar una fe ciega hacia la providencia por una fe igualmente ciega - pero a menudo inconfesa- en la tecnología, el método o los resultados. Es necesario comprender que tal vez no necesitamos todo lo que podemos conseguir ( esa manía de "explotar el potencial al máximo" como niños estresados por las actividades extraescolares a los que no queda tiempo ni energia para jugar), y que no tiene demasiado sentido empeñarse en correr más rápido si no tenemos ni siquiera una idea de a dónde deberíamos llegar.
He conocido personas que parecen no conocer lo que el error es, pero observando con cuidado uno se da cuenta de que los errores están ahí, negados bajo una capa de tierra u hojas secas que se les ha echado encima. Ganar siempre no sólo no tendría demasiado sentido, simplemente es imposible, otra cosa es que nos demos por vencidos.
No todo depende de nosotros - al menos no de nuestro nivel consciente -, y saber equivocarse y saber perder es necesario para poder corregir en vez de ahondar en posibles errores o respuestas desacertadas, evitando que una herida que pudiera curarse fácilmente no se convierta en una lesión que nos inutilice a futuro en una o varias áreas de la vida, llevándonos a la pérdida de nuestra integridad.
PD: Las analogías agrícolas pueden parecer un poco desfasadas cuando la mayoría de nosotros vivimos rodeados de cemento y asfalto; pero lo cierto es que nuestras condiciones de vida y nuestro mundo de significado, siguen mucho más próximos a las de cualquier sociedad agrícola, que a las que existían entre los cazadores-recolectores. Las culturas han emergido y sucumbido al paso del tiempo, mientras que los cultivos que eran una necesidad básica para los miembros de unas y otras seguían madurando en unas mismas fechas. Como una senda pisada millones de veces o un pozo excavado generación tras generación, la construcción de la agricultura es la de un modelo tan firme y fiable en sus bases como flexible en sus manifestaciones, cuyo conocimiento no tiene sentido despreciar.
Por otro lado, el principio de la agricultura sigue siendo un reto vigente que, al contrario de lo que pueda parecer, nos impulsa antes a mirar hacia el futuro que a volver la vista atrás. La humanidad observó a la naturaleza hasta empezar a entender cómo funcionaba, y a aplicar este conocimiento en su propio beneficio... Sin embargo, éste conocimiento permanece en demasiadas ocasiones incompleto. Ni el aprendizaje ni el trabajo respecto a la naturaleza, sus vínculos y sus procesos han terminado; Prueba de ello es que sigamos a un paso de acabar con la misma tierra que nos ha sustentado desde que aparecimos sobre su faz.
Por supuesto, al margen de esta domesticación milenaria existen aún semillas no domesticadas que corresponden a la vegetación salvaje; Especies que pueden alimentar, sanar, indigestar y matar, tanto por un mal uso como por ellas mismas... Pero éstas merecen otro post.
Pero el hecho es que, para un buen número de practicantes de magia, las plantas y los frutos (los resultados de su trabajo) crecen básicamente por azar, porque cayeron en el lugar y momento correcto, como esas semillas desechadas que un día cualquiera nos sorprenden en forma de brote entre el montón de compost del huerto. Aquello a lo que llamamos magia no deja de ser en gran medida una serie de fenómenos naturales, cuyo mecanismo funciona incluso sin necesidad de nuestra intervención constante. Hacer uso de este tipo de magia es algo así como descubrir que el fuego para cocinar y calentarse: Podemos llamarlo magia, como a la cocción se le puede llamar tecnología. Y lo cierto, siendo sinceros, muchas personas no tendrán necesidad de avanzar un solo paso más por esta larga senda, capaz de llevarnos a distancias insospechadas.
En última instancia dependerá del practicante decidir el nivel de rendimiento de su trabajo; desde el ir tirando semillas al azar de vez en cuando para ver si es verdad que crecen, hasta organizar una serie de cultivos cuidadosamente planificados en régimen de explotación intensiva. En este punto es importante estar atentos para reconocer nuestras auténticas necesidades para no agotar o malograr los recursos de que disponemos. Pero en cualquier caso, los momentos clave del ciclo agrario - que en muchas ocasiones coinciden con las festividades del Ciclo Anual-, pueden ser la ocasión perfecta para detenernos a evaluar nuestro trabajo, darle coherencia, corregir errores, profundizar en nuestros conocimientos o introducir nuevas técnicas. El proceso siempre es el mismo, ciclo tras ciclo: observar, entender, aplicar, corregir y mejorar.
Supongamos que contamos con un terreno mágico con el que trabajar en nuestra vida, para empezar necesitamos una idea de lo que queremos o, mejor aún, necesitamos. En función de esta idea seleccionamos las semillas y preparamos adecuadamente la tierra que las acogerá, para que puedan desarrollarse en ella. Luego las regamos y damos otros cuidados que incluyen la eliminación de aquello que se oponga al crecimiento que estamos auspiciando, como las "malas hierbas" o las plagas. Tendremos que entender que, así como no conviene descuidarla por completo, la planta no va a crecer más rápido por mucho que la reguemos cada cinco minutos (con lo que, además podemos matarla). Cuando madure y de fruto, deberemos cosechar, pero también saber qué hacer con sus restos. Luego decidir si sembramos de nuevo las mismas semillas o necesitamos otra cosa. Echaremos mano de guías, pero la experiencia aún nos mostrará lo que no está escrito. Después de unos cuantos ciclos sabremos detectar cuando las cosas no están yendo bien, y donde hay que actuar, sabremos qué especies consumen los nutrientes de la tierra o los acrecentan y como conviene intercalarlas, o cuando necesitamos un periodo de barbecho por lo tanto y hay que buscar otras fuentes para complementar el abastecimiento de nuestra despensa. Habrá temporadas de malas cosechas y de cosechas abundantes, tanto por nuestra acción como por cosas que no dependen de nosotros, y cada año que pase no sólo sabremos más, sino que seremos capaces tanto de conseguir más fácilmente aquello que precisamos como de sobrevivir aún cuando esto no aparezca.
Hay muchas formas de ver la magia. Desaprovechar los recursos técnicos que la cultura nos ha heredado puede no ser la opción más sensata. Sin embargo, no creo que sea tampoco conveniente cambiar una fe ciega hacia la providencia por una fe igualmente ciega - pero a menudo inconfesa- en la tecnología, el método o los resultados. Es necesario comprender que tal vez no necesitamos todo lo que podemos conseguir ( esa manía de "explotar el potencial al máximo" como niños estresados por las actividades extraescolares a los que no queda tiempo ni energia para jugar), y que no tiene demasiado sentido empeñarse en correr más rápido si no tenemos ni siquiera una idea de a dónde deberíamos llegar.
He conocido personas que parecen no conocer lo que el error es, pero observando con cuidado uno se da cuenta de que los errores están ahí, negados bajo una capa de tierra u hojas secas que se les ha echado encima. Ganar siempre no sólo no tendría demasiado sentido, simplemente es imposible, otra cosa es que nos demos por vencidos.
No todo depende de nosotros - al menos no de nuestro nivel consciente -, y saber equivocarse y saber perder es necesario para poder corregir en vez de ahondar en posibles errores o respuestas desacertadas, evitando que una herida que pudiera curarse fácilmente no se convierta en una lesión que nos inutilice a futuro en una o varias áreas de la vida, llevándonos a la pérdida de nuestra integridad.
PD: Las analogías agrícolas pueden parecer un poco desfasadas cuando la mayoría de nosotros vivimos rodeados de cemento y asfalto; pero lo cierto es que nuestras condiciones de vida y nuestro mundo de significado, siguen mucho más próximos a las de cualquier sociedad agrícola, que a las que existían entre los cazadores-recolectores. Las culturas han emergido y sucumbido al paso del tiempo, mientras que los cultivos que eran una necesidad básica para los miembros de unas y otras seguían madurando en unas mismas fechas. Como una senda pisada millones de veces o un pozo excavado generación tras generación, la construcción de la agricultura es la de un modelo tan firme y fiable en sus bases como flexible en sus manifestaciones, cuyo conocimiento no tiene sentido despreciar.
Por otro lado, el principio de la agricultura sigue siendo un reto vigente que, al contrario de lo que pueda parecer, nos impulsa antes a mirar hacia el futuro que a volver la vista atrás. La humanidad observó a la naturaleza hasta empezar a entender cómo funcionaba, y a aplicar este conocimiento en su propio beneficio... Sin embargo, éste conocimiento permanece en demasiadas ocasiones incompleto. Ni el aprendizaje ni el trabajo respecto a la naturaleza, sus vínculos y sus procesos han terminado; Prueba de ello es que sigamos a un paso de acabar con la misma tierra que nos ha sustentado desde que aparecimos sobre su faz.
3 comentarios:
Me encanta esta entrada.
A pesar de que uno se ejercita para aprender a observar la naturaleza que le rodea, aún resulta más complicado hacerlo cuando te tienes que mirar al espejo y observar el crecimiento de las cosechas y los frutos de tu interior. Pero llegados a cierto punto es necesario hacerlo... ¿Cuándo empiezan a aprender los agricultores su oficio?
Siempre aprendiendo... Admiro tu capacidad de observación.
Feliz equinoccio, Vae : )
Que sabia eres, criatura, tengo que felicitarte porque siempre das en el clavo.
Esta que suscribe esta precisamente en ese punto de barbecho necesario para que todo se repose, se rehidrate y nutra, y regenere.
Por supuesto que no necesitamos todo lo que podemos conseguir, y yo estoy en esas, en querer apañarme ya con poco, sin abandonar la magia ni me estilo de vida, pero sin el ansia del fruto mas grande y mas jugoso. Relax!!
Creo que mi barbecho lo voy a dedicar a coser jajajajaja oh my... si, creo que si, a coser, a pintar, o a simplemente mirar... las piedras o las musarañas. Me parece que tambien es un trabajo magico necesario.
Y nada, FELIZ EQUINOCCIO perlas :)
Un besito
CLsT
Francis Ashwood: Supongo que en el medio rural es algo que se ve desde que uno es pequeño.Pero - dejando de lado los estudios universitarios que tratan directa o indirectamente el tema - también hay personas del entorno urbano que se acercan a la agricultura (o la jardinería) ya mayores, movidos por interés personal.
CLsT: Si no me equivoco acabas de lanzar el Artilugio - BTW, Buen Viaje! -, parece algo lo bastante grande como para ameritar cierto descanso, o un cambio de aires, que yo creo que efectivamente también es un trabajo mágico necesario.
Gracias a ambos y Feliz Equinoccio,
Besos.
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