domingo, 8 de agosto de 2010

El respeto al misterio


Les feuilles mortes (1956), Remedios Varo


El misterio un fino hilo que tira de nosotros hacia lo desconocido, la cuna en la que reposan los deseos de saber mucho antes de devenir conocimiento; Un velo levísimo que nos separa de lo que aún no estamos preparados para saber, que sólo podremos descorrer una vez hayamos sido capaces de comprender su presencia.

El misterio es un gran maestro, que debe ser respetado... Cuando se trata de levantarlo sin la comprensión necesaria, aquello que el delgado velo guarda se desvanece como si nunca hubiera existido, exponiéndonos a la desazón. El misterio, como un candado críptico, requiere de paciencia, constancia y voluntad, entregándose sin reservas cuando estas cualidades han sido adquiridas y manifiestas, demostrando que estamos preparados para recibir lo que la desnudez que oculta ofrece.

El camino del conocimiento está rodeado de sombras que al paso del buscador y el fuego que anida en su ser, develan aquello que hasta el momento estuvo oculto. Y del mismo modo que una puerta debe ser abierta con su correspondiente llave, y no forzada por la violencia, estas sombras no deben ser combatidas, pues cumplen una importante función. Ante ellas el buscador debe presentarse con el mayor respeto y pureza de ánimo, confiando en que se le permita el paso. Ellas no pueden ser engañadas, ni violentadas sin atraer grandes desgracias sobre aquellos que cometen la ofensa. Sin embargo, es necesario precisar que ellas no necesitan de intermediarios para cumplir su cometido. El misterio se guarda sólo y por si mismo se revela al reconocer la presencia adecuada.

De la mano de los grandes misterios van aquellos pequeños misterios que como pequeñas sombras habitan nuestra vida cotidiana. Al reconocer el misterio como un maestro reconocemos al mismo tiempo lo mucho que nos queda por descubrir, el fino límite que bordea nuestro mundo conocido, cuya existencia pasa demasiado a menudo desapercibida. Y comprendemos que si no cruzamos este límite es por falta de una necesidad o un deseo que nos impulse a ello y no porque ésto sea impossible. Asumimos nuestra propia libertad y poder para administrar la realidad en la que hemos preferido movernos día a día.

El misterio, en mayor o menor medida es una presencia constante en nuestras vidas, es todo aquello que desconocemos y, sin embargo, quisiéramos conocer. Incluso en una vida a espaldas de la magia, a menudo nos impacientamos terriblemente ante los interrogantes que crecen en la cotidianidad, respecto a nuestro futuro, respecto a los motivos que existen tras aquello que vemos, respecto a lo que estará pasando por la cabeza de otra persona, etc. Y estos misterios también deben ser contemplados prescindiendo de la angustia que suele invadir al individuo en estos casos.

Hay muchas cosas que no sabemos, y es sabio no querer saber aquello que no es legítimo que conozcamos, bien por no estar preparados, bien porque no nos corresponde. De este modo evitamos perdernos en elucubraciones estériles que no nos llevarán a otra cosa que una creciente confusión. Sin embargo, cuando en el misterio, lo desconocido, lo oculto, aquello que escapa de nuestra percepción o de nuestro conocimiento, se está forjando algo que deberá afectarnos en mayor o menor medida la falta de respeto hacia el misterio nos lleva a errores de los que podríamos prescindir.

La falta de confianza en aquello que no podemos ver o saber, el hecho de entender el misterio como un factor negativo y obsesionarlos con la falsa necesidad de que el tránsito termine lo antes posible, fomenta los pensamientos de temor y permite que se materialicen usurpando el lugar de lo que debería ser. Forzamos la resolución del misterio y, azuzados por un temor creciente, entronizamos las peores opciones que somos capaces de imaginar, por nuestra incapacidad a mantenernos serenos hacia aquello que no sabemos...

Respetar el misterio, respetar lo que no sabemos, significa saber permanecer tranquilos mientras las cosas suceden. No sabemos si lo que nos espera nos va a alegrar o nos va a doler, pero es preferible confiar que dar rienda suelta a nuestros miedos. No sabemos qué va a pasar, o si esto será bueno o malo, pero siempre podemos confiar, no haciéndonos falsas ilusiones, sino tomando conciencia de que sea lo que sea estaremos preparados para vivirlo del mejor modo. El misterio develado siempre nos dará algo con lo que podemos (y deberíamos) trabajar para hacernos mejores de lo que hasta el momento hemos sido. El miedo no debería tener lugar.

0 comentarios: