martes, 28 de julio de 2009

Hojas en el viento; Aprendiendo a desprenderse

Durante la adolescencia, recuerdo bien, me sentía como una hoja al viento, porque las situaciones del entorno, ante las que era impotente, me llevaban a su antojo. Una hoja seca, de un árbol desprendida, arrastrada sin cuidado, que se arremolinaba en las aceras junto al polvo y la basura; sólo esperando que la lluvia de finales de otoño empujara los fragmentos de su descomposición al oscuro reino de las cloacas.

Hoy, diez años después, de nuevo el viento me lleva como a una hoja, porque de repente, y tras los esfuerzos realizados para haberlo ganado, de nuevo se me escapa el manejo de los hilos que dan forma a mi destino. Y, sin embargo, hoy la hoja es verde y el viento es amigo; aunque no acabe de entender su invisible idioma. La hoja verde, la flor desprendida, cabalga como un pequeño ser a lomos de la bestia incorpórea, remonta el vuelo y se lanza aún más allá para aprender a ser ave y volar por sus propios medios, hasta el momento de descender a la tierra de nuevo transformada, y regocijarse en el sonido de las patas contra el suelo, en la carrera.

La situación externa es similar, pero el interior se ha transformado de un modo tan terrible que sabe, con una regia certeza, que no ha de volver a lo que un día fue, aunque el futuro sea oscuro, por incierto, y nada deje ver de sí. Y me pregunto - algunas veces- qué quieren los Dioses de mí esta vez... Me pregunto si esta prosperidad, o bonanza, que me rodea es un premio o un castigo, o un pago por adelantado para que trabaje por ellos y por lo que de ellos - más allá de ellos - he podido aprender y aprender a respetar.

...

Escribí esto la pasada primavera. Algunos meses más tarde, una amiga puso en mis manos un texto de Shakti Gawain - obra y autora desconocidas para mí, clásicas del "desarrollo personal" según Wikipedia - que parecía, de algún modo - y con todas las reservas que se requiera - seguir el hilo de estas ideas.

(...) La mayoría de personas de nuestra cultura han perdido la noción de quienes son realmente. Han perdido la conexión consciente con su yo más alto y, por tanto, han perdido el sentido de responsabilidad y poder de sus propias vidas. Muy en el fondo, tienen una sensación de desamparo, se sienten básicamente impotentes para efectuar cambios reales en sus vidas o en el mundo. Este íntimo sentimiento de impotencia hace que traten de sobrecompensarlo luchando y esforzándose mucho para lograr un poco de poder o control sobre su mundo.
Así, la gente se ha enfocado fuertemente hacia la obtención de metas; se relacionan emocionalmente con otras cosas y gentes, a las que consideran que necesitan para poder ser felices. Sienten que algo "les falta" por dentro y se convierten en seres tensos, ansiosos y nerviosos, que continuamente tratan de llenar el hueco tratando de manipular el mundo exterior para poder lograr lo que desean.
En situaciones como ésta mucha gente se marca metas y trata de crear lo que quiere de la vida, y desafortunadamente a este nivel de conciencia no funciona en absoluto... ya sea porque se han establecido obstáculos para no tener éxito, o, si logra sus metas, únicamente es para darse cuenta de que no les proporcionan la felicidad.
Es en este momento que nos damos cuenta y comenzamos a abrirnos un camino espiritual. Comprendemos que simplemente debe haber algo más en la vida y comenzamos a buscarlo.

Podemos pasar por distintas experiencias y procesos durante la búsqueda, pero finalmente poco a poco vamos recogiendo nuestros pedazos. Esto significa que volvemos a la experiencia de quienes somos realmente, de que somos imagen y semejanza de Dios o de la mente universal que está dentro de nosotros. A través de esta experiencia finalmente recuperamos nuestro poder (...).

Al abandonar un estado de vacío, de ansiedad y de manipulación, la primera lección, y la más importante que se debe aprender es a desprenderse. Deberá relajarse, dejar de luchar, dejar de tratar tan intensamente, dejar de manipular cosas y gentes para tratar de conseguir lo que quiere y necesita. En suma, sólo deje de "tratar de hacer" tanto y experimente únicamente el "ser" durante un tiempo.
Al hacer esto, de pronto descubrirá que en realidad está usted perfectamente. De hecho, se siente maravillosamente bien siendo únicamente usted, dejando ser al mundo, sin tratar de cambiar las cosas. Esta es la experiencia básica de ser "aquí y ahora" y es lo que la filosofía budista quiere decir con "desprenderse de las ataduras". Es una experiencia liberadora y básica para emprender el camino del conocimiento de uno mismo.
Una vez haya comenzado a experimentar esto más a menudo, estará abriendo el canal hacia si yo más alto y tarde o temprano una gran cantidad de energía creativa natural comenzará a fluir dentro de usted. Comenzará a ver que usted mismo está creando su vida entera y cada experiencia que le sucede, y empezará a interesarse en crear experiencias más gratificantes tanto para usted como para los demás (...).

Imaginemos que la vida es un río. Mucha gente se aferra a las orillas, por miedo a soltarse y correr el riesgo de ser arrastrada por la corriente. En un momento dado, voluntariamente, cada persona deberá soltarse y confiar en que el río lo lleve sano y salvo. En ese momento la persona aprende a "dejarse llevar por la corriente" y se siente maravillosamente bien.
Una vez que se haya acostumbrado a ir con el cauce del río, podrá comenzar a mirar hacia delante y a guiar su propio curso. Podrá decidir qué curso se ve mejor, podrá esquivar piedras y obstáculos y elegir cuál de los muchos canales y ramificaciones del río prefiere seguir, mientras continúa "dejándose llevar por la corriente".

Esta analogía nos muestra como podemos disfrutar aquí y ahora, dejándonos llevar por lo que es, y al mismo tiempo guiando nuestra vida conscientemente hacia nuestras metas, haciéndonos responsables de la creación de nuestros propios destinos (...).
Gawain, Shakti. "Visualización Creativa", Ed. Selector, México DF, 1994. pp.42-46

2 comentarios:

Sibila dijo...

A veces encontramos las palabras adecuadas en los sitios más insospechados. Gracias por compartirlo. :)

Un saludo,
Sibila.

Anónimo dijo...

Sí, me ha gustado leer esto que ya estaba experimentando desde hace un tiempo. Además está lo de la fauna (que creo firma usted y que he leído en torno a la Magia) [Yo tengo tatuado un búho a quien le he puesto nombre detrás de mí, muchos meses presintiendo que debía hacerlo, tengo un trabajo que depende del estado -desgraciadamente-, algo más de 30 años y era de las que decía que jamás un tatuaje; ahora sopeso la idea de mi segundo y último animalito: una mariposa pequeña, que también tendría nombre], ufff, muy interesante y continúan las señales.

Violeta