miércoles, 8 de julio de 2009

Dos enfoques para el trabajo mágico y una técnica de autoevaluación

Se puede decir que existen dos enfoques básicos en el trabajo mágico, el "especifico" y el "indeterminado". Una formulación demasiado indeterminada puede tener el inconveniente de acarrear consecuencias con las que no habíamos contado, por poner un ejemplo típico, que trabajemos para conseguir dinero y acabemos recibiéndolo herencia de ser querido mediante. En el otro extremo, al emplear una formulación excesivamente específica, podemos encontrarnos malgastando energías en la construcción - a partir deimágenes o ideas transitorias - de trabas estúpidas contra nosotros mismos. Por ejemplo, trabajamos para conseguir dinero de un empleo concreto negándonos al mismo tiempo el poderlo recibir de un mejor empleo, sólo porque éste no cupo en nuestra perspectiva a la hora de diseñar el ritual.

Lógicamente hay que llegar a un equilibrio entre ambas para que las cosas funcionen medianamente bien. Es posible que si, en un momento determinado, queremos una casa, a la que en nuestra imaginación añadimos ciertas características como 60m2, ventanas grandes, o un jardín... pero seguramente la buscamos porque nuestra necesidad es seguridad, comodidad, tranquilidad, etc. Tal vez sea más sencillo empezar por ahí.
Si reformulamos el objetivo hacia la seguridad, la comodidad y la tranquilidad, no importará tanto cómo sea la casa que cubra estas necesidades. Incluso aunque no sea una casa la que las cubra, estará bien. Nos ahorramos el preocuparnos de que llegue por medios indeseados (que nos quitarían la "comodidad" o la "seguridad"), o el estar pendientes de reconocer si lo que se manifiesta es realmente lo que esperábamos o no.
Siendo muy específicos en los aspectos realmente importantes de nuestra búsqueda (por ejemplo, el consabido "sin dañar -más de lo necesario- a nadie" ), y aunque empleemos como "sugerencias" aquellas cosas que creemos que puedan ser vías de acceso a nuestro objetivo, podemos dejar abiertas las opciones de manifestación.

Una manera de conciliarlas es indagar en nosotros mismos hasta descubrir nuestras verdaderas necesidades, o nuestros verdaderos deseos. Podemos ser todo lo específicos que queramos respecto al modo en que nos queremos sentir en el momento en que el objetivo se cumpla.

Pero lo cierto es que, en muchas ocasiones, andamos perdidos en un mar de confusión, por la acumulación de tareas pendientes, ideas, deseos, proyectos... de modo que, a la hora de ponerse a trabajar, ni siquiera sabemos por dónde empezar. La parte de nosotros que sí lo sabe está tirando de nuestra manga desde el otro lado de toda esa maraña, tan extensa en ocasiones, que no alcanzamos a oír siquiera esa voz que en otro tiempo - cuando las cosas funcionaban - era tan familiar.

De vez en cuando conviene reestablecer un puente de comunicación entre nosotros, y nosotros mismos. Técnicas que suelen funcionar para esto son el dibujo, la pintura, o cualquier forma no verbal de expresión (p.ej. cuando preparamos el altar). Obviamente éstas pueden ser empleadas con fines mágicos, pero en esta ocasión, como decía más arriba, se trata de centrarnos en la comunicacción con nosotros mismos, en hacer una autoevaluación de nuestro estado, previa al trabajo mágico en sí, y perfectamente útil por sí sola.

Obviamente, no es necesario "saber dibujar", la gracia está en encontrar un método de expresión para que nuestro "interior" se exprese (y, a poder ser, juegue un poco y se desestrese).
En lo personal, escribir no me sirve... hace una década, cuando escribía con mayor regularidad mis diarios, había días en las que las palabras no tenían demasiado que aportar en realidad, no eran suficientes; entonces dibujaba. Dibujaba para mí, y aunque el resultado estético no era demasiado agraciado, llegué a construir todo un lenguaje simbólico, completamente personal, y por ello más intenso que el simplemente escrito. Es también un lenguaje en clave, completamente íntimo, sólo nosotros sabemos lo que nuestros esbozos significan, podemos plasmar un íntimo secreto sin temor a que sea descubierto, podemos "hablarnos" sin temor a ser escuchados por terceros. De este modo, por más que escriba mucho mejor de lo que dibujo, en esos diarios se encuentra más información relevante entre mis pobres garabatos que en varias páginas redactadas.

Hace unos años, no obstante, sustituí el dibujo por los colores. Empleo figuras geométricas, enlazadas, combinadas, usualmente dentro de un círculo. Después de un tiempo de práctica sé que, según mi estado de ánimo, eligiré formas puntiagudas o redondeadas, rectas o curvas, etc. Así mismo, escogeré unos u otros colores y combinaciones. -Este es uno de los motivos por los que a veces las listas de "correspondencias mágicas" no resultan demasiado útiles, ellos no pueden saber mejor que tú lo que el azul, el rojo, el violeta o cualquier otro color significan para tí, o qué lugar ocupan en tu universo personal. -
Mientras trabajo en estos mini-proyectos no trato de concentrarme, puedo incluso estar escuchando música, pensando en "mis cosas", pero sin detenerme demasiado en ellas, las manos van funcionando sin ser molestadas. Siento que robo un tiempo precioso para mí misma, y me divierto como una niña con su libro para colorear. Cuando siento que está terminado, me paro a observar qué he hecho.

Lo malo de hablar con alguien - incluso con uno mismo - es que puedes escuchar algo que no es bonito, o que no te apetece saber en ese momento, pero que el interlocutor necesita expresar. A veces encuentro combinaciones de trazos y colores desafortunados, tristes, violentos, dudosos, confusos... Acepto la parte de responsabilidad que me pertoca. Trato de seguir con el diálogo como si hablara con un hermano pequeño al que no he hecho demasiado caso. Vuelvo a repetir la operación, si no inmediatamente, tal vez en unos días, hasta que la composición resulta mínimamente armoniosa y satisfactoria. Hacemos las paces. Podemos volver a colaborar.

He hablado de esta "técnica", porque enfatiza la conciencia respecto a nuestras propias sensaciones; mismas que suelen "pasar por nosotros", pero no nos detenemos a observar. Son algo más sutil que un empleo o una casa o una cantidad x de dinero. Pero, si para equilibrar los dos enfoques anteriormente mencionados, debemos especificar cómo queremos sentirnos, deberemos ser capaces, al menos, de identificar nuestras sensaciones y trabajar con ellas.



3 comentarios:

B-witched dijo...

Hola Vae!!
solo queria decirte que tu post me ha llegado en un momento en que necesitaba justo oir las palabras que has escrito. Gracias.
Sobre todo me ha llegado esto:
"Lo malo de hablar con alguien - incluso con uno mismo - es que puedes escuchar algo que no es bonito, o que no te apetece saber en ese momento, pero que el interlocutor necesita expresar." Me parece una lección básica que muchos olvidamos.
Besetes

Sibila dijo...

Hacer cosas con las manos permite que la mente vuele, a veces como una flecha hasta dar en el blanco, a veces como un ave rapaz, dando vueltas y vueltas sobre el mismo tema, observándolo desde arriba y captando lo que de otra manera no vemos.

Muy buena técnica la del color como autodescubrimiento. Voy a ponerla en práctica... quizá es eso lo que necesito.

Un abrazo.

Vaelia dijo...

Hacía mucho tiempo que no escribía sobre técnicas... casi me daba miedo "sacudirme el polvo", pero es reconfortante ver que en algún punto el texto es útil :D

Besos,
Vae.