- Aprovechando el retraso semanal, recupero este documento publicado en agosto del 2008 en el antiguo grupo de Msn "Sendero Celta" ( ahora "Sendero Pagano") , con el fin de resucitar los enlaces perdidos en la mudanza a los foros. -
A pesar de que muchos paganos se complacen en recordar una y otra vez las persecuciones, parece que no han entendido lo esencial de la cuestión: Un tipo siguiendo un manual en el que se describe lo que el acusado de brujería debe creer, preguntando y preguntando, tratando de ajustar lo que esa persona responde al modelo que le han dado.
Lo que yo me pregunto es si estas personas que tanto recuerdan “la persecución y las hogueras” han leído alguna vez las actas de un proceso, de uno de aquellos en los que aún no se ha aplicado la tortura y los acusados declaran tranquilamente sus creencias y prácticas evidentemente mágicas, en las que narran sus batallas y enfrentamientos, en las que no se ignora la existencia de unos oponentes que hay que neutralizar, todo ello sin dejar de considerase a sí mismos cristianos.
Me pregunto si estas personas se darán cuenta alguna vez que están actuando como esos mismos inquisidores, retorciendo y forzando los datos para que encajen en sus propios esquemas mentales, pretendiendo que los campesinos europeos de las edades Media y Moderna vayan a hacer círculos, a invocar a los cuartos, a adorar al Dios y a la Diosa, a ir alegremente por ahí proclamando “haz lo que quieras, sin dañar a nadie”, mientras escuchan música newage... y ya de paso que lo hagan también los romanos de época clásica, los “celtas” protohistóricos, los agricultores del neolítico y los cazadores del paleolítico.
Lo que yo me pregunto es si estas personas que tanto recuerdan “la persecución y las hogueras” han leído alguna vez las actas de un proceso, de uno de aquellos en los que aún no se ha aplicado la tortura y los acusados declaran tranquilamente sus creencias y prácticas evidentemente mágicas, en las que narran sus batallas y enfrentamientos, en las que no se ignora la existencia de unos oponentes que hay que neutralizar, todo ello sin dejar de considerase a sí mismos cristianos.
Me pregunto si estas personas se darán cuenta alguna vez que están actuando como esos mismos inquisidores, retorciendo y forzando los datos para que encajen en sus propios esquemas mentales, pretendiendo que los campesinos europeos de las edades Media y Moderna vayan a hacer círculos, a invocar a los cuartos, a adorar al Dios y a la Diosa, a ir alegremente por ahí proclamando “haz lo que quieras, sin dañar a nadie”, mientras escuchan música newage... y ya de paso que lo hagan también los romanos de época clásica, los “celtas” protohistóricos, los agricultores del neolítico y los cazadores del paleolítico.
Eso es lo que realmente me enoja, esa prepotencia y falta de sentido común. Los datos históricos no son tan importantes, pero ciertas visiones simplistas del pasado, modeladas al antojo de fantasías, no constituyen tanto una falta de respeto como una muestra de una cierta actitud evasiva con la que no se llega a ninguna parte. Para mí es un aspecto más de la manía de anteponer la fantasía al conocimiento y a la acción, la apariencia a la realidad, la forma al contenido... Pero no nos engañemos, ciertamente se oye muy exagerado considerar que en la prehistoria se llevaran a cabo prácticas tales y por tanto es generalmente fácil señalar el error, pero hay muchos intentos más sutiles que pasan sin llamar la atención teniendo el mismo espíritu que esas afirmaciones.
En otro tiempo yo creí uno por uno en los tópicos que me ha tocado señalar y tratar de desarmar. Creía en ello de veras, con entrega, y no creo que entonces fuera más tonta de lo que ahora pueda ser, conservo muy buenos recuerdos de aquella época y me alegro de que esa información, aunque errónea, llegara a mí porque fue lo que debía vivir en el momento, y un importante punto de partida hacia otras cosas. Hay una diferencia enorme entre los que están al principio del camino, viviendo lo que tienen que vivir en ese momento, y los que se han quedado a medias y por su propia incapacidad se han quedado ahí tirados, estorbando el paso, fracasados y resentidos, creyéndose mejor que los primeros y tratando de retenerlos, como si temieran las posibilidades de éstos de llegar a conseguir aquello que ha quedado fuera de su alcance.
Y creo que muchas de las críticas dañinas que se dirigen a personajes como la Dra. Murray o Gérald Gardner, o a los que están empezando a estudiar y practicar son una muestra de ello; lo segundo es tan cruel como decir antes de tiempo a un niño que los "Reyes Magos son los padres", robándole la experiencia que por su edad le corresponde disfrutar plenamente; y lo segundo tan estúpido como afirmar que los filósofos griegos eran atrasados ignorantes porque no conocían los usos de la electricidad, cuando la idea es que incluso con esa carencia aportaron mucho más a su tiempo que aquellos que los critican.
En la mayoría de ocasiones lo cierto es que nadie va a exigirnos que corrijamos nuestros propios errores; esa debe ser tanto una necesidad como una exigencia personal, intrínseca a la búsqueda del conocimiento. Cuando nuestro propósito es honesto, se van abriendo puertas, nos llevamos grandes sorpresas, y también pagamos por cruzar cada una de ellas un precio - no económico- proporcional a las oportunidades que nos brindan. Eso significa que en muchas ocasiones nos sentimos solos, que muchas cosas que otrora creíamos que no llegaríamos a alcanzar ya forman parte de nuestra vida o han quedado atrás, al igual que ciertas personas que aún respetamos por agradecimiento, pero cuyas aportaciones, en el momento en el que estamos, no nos sirven; y que aún dándonos cuenta de lo poco que sabemos, ya sabemos mucho más que otros... En esos momentos el mundo entero puede estar aplaudiéndonos, pero en lugar de sentir orgullo, o autocomplacencia, lo cierto es que nos sentimos tristes porque nuestro crecimiento nos ha llevado a abandonar un mundo de cómodas cetezas y nos adentra en un terreno desconocido, sin saber cuándo ni cómo, ni si existe la posibilidad de que alguien que lo conozca nos tienda la mano en ese tramo del sendero. Pero lo que no es posible volver atrás, "volver a creer en los Reyes Magos" cuando ya sabemos lo que son; no hay posibilidad de regresión, incluso si nos damos por vencidos y abandonamos la búsqueda, las cosas no volverán a ser lo que fueron. Así que lo único sensato es seguir adelante, en lugar de estancarnos y pudrirnos en la amargura y el resentimiento por el "paraíso perdido".
A veces duele darse cuenta de que algo en lo que creíamos es una mentira... Pero es el dolor de romperse para poder abarcar algo mayor, es el dolor del crecimiento, del aprendizaje. y constituye una bendición porque nos indica que aún estamos vivos y que queda mucho camino por recorrer, tanto, que hasta el último aliento estaremos viendo un horizonte que se nos ofrece generosamente para ser cruzado. Realmente hay momentos en los que cosas mucho más importantes que estos tópicos se derrumban, en los que tiemblan los cimientos de nuestras creencias y de nuestra propia identidad , en los que llegamos a extraviar por una temporada el sentido de nuestras vidas , el suelo desaparece bajo nuestros pies y miramos al abismo... eso también es parte de la búsqueda, y sobrevivimos a ello, fortalecidos, confirmando la potencia de nuestra existencia. Seria demasiado largo explicar de las cosas que uno deja en el camino, pero como consuelo debo decir que nada es en vano, que tarde o temprano aquello realmente importante de lo que debimos despedirnos o desprendernos se recupera o reaparece bajo una forma aún más valiosa.
...Y ante esta perspectiva, por mí los vecinos pueden creerme tan necia como consideren oportuno :)
7 Replantemientos necesarios acerca del paganismo histórico
Prehistoria
1. El “astado” de las pinturas rupestres y las figurillas de la “diosa de la fertilidad” no son parte del mismo imaginario que el paganismo de las sociedades agrícolas/pastoriles. [Corrección]
Cuando se quiere remontar el origen de las prácticas paganas vigentes a un pasado remoto, se apunta hacia el Paleolítico Superior, la “Edad del Hielo”, cuando el hombre seguía a los rebaños de renos en sus migraciones, y habitaba temporalmente las cavernas de las que se ha conservado el arte rupestre (pinturas, relieves y esculturas).
Se ha debatido mucho acerca de la interpretación que debiera darse a este arte, y la idea de que las pinturas de animales corresponden a una acción de mágica simpática -dibujo lo que quiero cazar- es la que parece mantenerse en la opinión general, pero lo cierto es que hace decenios que se vio que esta teoría no acababa de encajar con la realidad, pues tanto el variado imaginario ( no sólo hay escenas de caza e híbridos hombre-animal, sino figuras abstractas) como la disposición de los elementos ( no se pinta en cualquier roca, se buscan cuevas con condiciones especiales, se aprovecha el relieve, los efectos de la luz de una antorcha al desplazarla ante el mural...) clamaban a un nivel de complejidad superior.
Hoy en día se maneja la hipótesis (presentada por Jean Clottes y David Lewis-Williams en la obra “Los chamanes de la prehistoria”) de que el arte rupestre europeo del Paleolítico Superior fue un método de transmisión del conocimiento chamánico del tránsito entre mundos o, al menos, una herramienta más en el hacer del chamán. No está de más señalar que para el estudio de otros aspectos históricos de la época, como los asentamientos y “estilo de vida” , lo que se toma como referencia son los asentamientos indígenas norteamericanos.
La cuestión es más importante de lo que pueda parecer, porque se nos ha malacostumbrado a ver en la imagen del “Brujo” híbrido de Les Trois Frères al “Dios Astado” y en las “venus” Paleolíticas a la “Diosa de la fertilidad”... Sin tener en cuenta que ambas manifestaciones artísticas corresponden a una cultura radicalmente diferente y opuesta a la que vería surgir los primeros cultos religiosos tal como los entendemos hoy día. Las gentes del Paleolítico fueron cazadoras-recolectoras, y las del Neolítico agrícolas y pastoriles; y cuando, desde la zona del Próximo Oriente, se extendieron éstas segundas, comieron paulatinamente el terreno a las primeras hasta extinguirlas.
Bibliografía :
Jean Clottes , David Lewis-Williams : “Los chamanes de la prehistoria”, de. Ariel, Barcelona, 2001 Recensión crítica de la obra, por Rafael Montes
2- El “matriarcado” jamás existió.
Con la llegada del Neolítico, la domesticación animal y vegetal, llega también el más horrible de mitos históricos del paganismo: El Mito del Matriarcado. El Matriarcado no existió nunca, el concepto del matriarcado es un invento de Morgan y Bachofen, quien temporizaba la historia como una línea recta evolucionando de la barbarie a la civilización (y, para él, el matriarcado era un estadio inferior de evolución). Con el inicio de la arqueología Evans excava los yacimientos cretenses, en los que aparecen muchas representaciones femeninas, que se interpretan como prueba física de la existencia de ese Matriarcado como una etapa primitiva y universal de la sociedad. Se forja el mito contemporáneo de la Gran Diosa Madre, interpretándose en la misma línea las estatuillas femeninas del Neolítico, las “Venus” prehistóricas.
Los datos etnográficos en los que se basaban Bachofen y sus contemporáneos, han sido rebatidos, o superados. El matriarcado no se reconoce como un fenómeno universal, puesto que cada sociedad tiene una evolución propia, de igual modo no se ha podido demostrar que existiera en ningún momento un patriarcado en femenino, un dominio de las mujeres sobre los hombres. Sin embargo estas propuestas acabarían confirmando la existencia de unas sociedades en las que existió la matrilinealidad (el nombre y la herencia se transmiten por vía femenina) y el matrilocalismo (tipo de matrimonio en el que el hombre deja su hogar para integrarse en el de la mujer).
Etnográficamente encontramos también datos de sociedades que, sin ser patriarcales, no tienen porqué estar controladas completamente por el sexo femenino. Así, las representaciones pictóricas, líticas y escultóricas halladas en las excavaciones cretenses de época Minoica dan a entender que las mujeres tuvieron reconocida autoridad en áreas de la vida pública, especialmente en el religioso. De igual modo a lo largo del tiempo y la geografía van apareciendo sociedades en las que las mujeres detentan un estatus similar al de los hombres, sino en todas, en algunas áreas de poder.
Por otro lado, la idea de que el “patriarcado” llegó hasta Europa occidental con las migraciones indoeropeas, otro tópico frecuente, es rebatida por Jean André y Jeane Zammit en “El Camino de la Guerra: La violencia en la Prehistoria”, quienes recopilan datos que apoyan la hipótesis de que el patriarcado se empezaba a gestar independientemente en las mismas zonas y sociedades a las que después llegarían los indoeuropeos.
Bibliografía: Gerda Lerner, “La creación del patriarcado”, Ed. Crítica, Barcelona, 1990
Artículo relacionado : “El Mito del matriarcado”
3- No existió tampoco una “Época Dorada”.
Estos y otros mitos posteriores forman parte de un mito mayor que los engloba, la idea de una “época dorada” situada en algún punto indefinido del pasado, en el que supuestamente el humano vivía en “armonía” con sus semejantes, con los animales y con la naturaleza en general, como en una especie de paraíso original, en el que se extendía la mano y caían los frutos ( o dabas una palmada y manaban las fuentes).
André y Zammit, además de mostrar cómo es posible que el patriarcado se iniciara de modo autóctono sin necesidad de la influencia de la migración indoeuropea, recopilan datos que muestran que la violencia y los conflictos se vienen dando desde mucho antes, sin que por ello se nos pueda permitir considerar a los humanos prehistóricos como unos brutos insensibles. Simplemente, el conflicto, forma parte de la humanidad.
Bibliografía:
Jean André y Jean Zammit: “El Camino de la Guerra: La violencia en la Prehistoria”, Ed. Ariel, Barcelona, 2002. Extractos y comentarios sobre la obra: Ni bruto ni cordero, notas sobre la violencia y la visión del pasado
Bibliografía:
Jean André y Jean Zammit: “El Camino de la Guerra: La violencia en la Prehistoria”, Ed. Ariel, Barcelona, 2002. Extractos y comentarios sobre la obra: Ni bruto ni cordero, notas sobre la violencia y la visión del pasado
Protohistoria
4- Los “celtas” a modo de comodín.
El término protohistoria se refiere a aquellas culturas de las que no nos han llegado fuentes escritas propias, pero que son referenciadas por culturas históricas contemporáneas; como es el caso de los “celtas”.
Ya desde un buen principio encontramos un problema clave; la voluntad de contemplar la Edad del Hierro des de una perspectiva que subraye la ya citada continuidad linear con la misma, a fin de crear un pasado familiar y seguro en el que ubicar nuestras raíces. Se ha seguido una metodología corrupta discriminando las fuentes de información según el propio interés. Tal como señalan Hill y Cumberpatch (1993) se ha enfatizando, por ejemplo, la proximidad cronológica con periodos posteriores (especialmente con la Alta Edad Media), en busca de “pruebas” que indicaran que Europa era esencialmente la misma antes y después de la invasión romana. (...)Se ha trabajado desde un punto de vista exclusivamente europeo, potenciando el sentimiento de descendencia, apropiándonos de ella como de una herencia y negando la posibilidad de un pasado que contradiga las propias expectativas sobre el mismo. Y se ha creado el paradigma de los “celtas”.
En la mayor parte de los estudios se utiliza el término “céltico” como apropiado para aquellas culturas que ocupan la Europa central y occidental durante la llamada “segunda Edad del Hierro”. En muchas ocasiones se asimila la “Cultura de La Tène”[2] con la “Cultura Céltica”. Tal como indican Belén y Chapa (1997) esto supone un serio problema de análisis histórico, ya que el término “celtas” se ha usado con una variedad notable de significados, lo cual hoy en día se manifiesta en un notable confusionismo. Algunas de estas acepciones fueron recogidas por Renfew;
a) Pueblos denominados “celtas” por los autores grecolatinos.
b) Pueblos que se denominaban “celtas” a sí mismos.
c) Grupo lingüístico definido por la investigación actual.
d) Complejo arqueológico definido como “Cultura de la Tène”.
e) Estilo artístico desarrollado a partir del 500 a.n.e
existiendo, además, muchos otros usos , desde alusiones al carácter “céltico”, a reivindicaciones de carácter étnico, estilos musicales, etc., propios de nuestra época.
Según Hill y Cumberpatch “Los “Celtas” nos son inmediatamente familiares y su sombra borra la diferencia en la Edad del Hierro”. Estos celtas fueron creados en el ambiente de la Europa del s. XIX , a la vez influenciando y siendo influenciados por diversas ideologías, como el Romanticismo, el nacionalismo y el imperialismo. Lo cierto es que han sido durante muchos decenios lo que se esperaba que fueran; para irlandeses y escoceses, por ejemplo, han representado el papel de unos antepasados libres del dominio anglo-sajón, mientras que para ingleses y franceses se han tomado como referencia “histórica” de mitos nacionalistas que apoyaran la expansión imperial.
Se podría decir que la Edad del Hierro escapó hace tiempo del estricto terreno del estudio prehistórico, para ser absorbida por el común de la sociedad como un canto exaltado al que se han ido uniendo las voces de los propios especialistas en el tema, en la medida en que, como humanos que son, han dependido de su contexto.
Se ha entendido la Edad del Hierro prerromana en función de un paradigma “céltico”, entendiendo por “celtas” a un conjunto de pueblos con una misma lengua y estructura social, unos mismos espíritu y esencia. Así, tomando la Edad del Hierro como algo “céltico” no ha hecho falta pararse a investigar lo que fue realmente. (...) Hay que reconocer que la “celticidad” es algo ilusorio; depende de una forma platónica, constituyendo una “esencia que, en última instancia, descansa en conceptos nacionalistas y racistas decimonónicos de etnicidad” (Hill y Cumberpatch 1993).
Ya desde un buen principio encontramos un problema clave; la voluntad de contemplar la Edad del Hierro des de una perspectiva que subraye la ya citada continuidad linear con la misma, a fin de crear un pasado familiar y seguro en el que ubicar nuestras raíces. Se ha seguido una metodología corrupta discriminando las fuentes de información según el propio interés. Tal como señalan Hill y Cumberpatch (1993) se ha enfatizando, por ejemplo, la proximidad cronológica con periodos posteriores (especialmente con la Alta Edad Media), en busca de “pruebas” que indicaran que Europa era esencialmente la misma antes y después de la invasión romana. (...)Se ha trabajado desde un punto de vista exclusivamente europeo, potenciando el sentimiento de descendencia, apropiándonos de ella como de una herencia y negando la posibilidad de un pasado que contradiga las propias expectativas sobre el mismo. Y se ha creado el paradigma de los “celtas”.
En la mayor parte de los estudios se utiliza el término “céltico” como apropiado para aquellas culturas que ocupan la Europa central y occidental durante la llamada “segunda Edad del Hierro”. En muchas ocasiones se asimila la “Cultura de La Tène”[2] con la “Cultura Céltica”. Tal como indican Belén y Chapa (1997) esto supone un serio problema de análisis histórico, ya que el término “celtas” se ha usado con una variedad notable de significados, lo cual hoy en día se manifiesta en un notable confusionismo. Algunas de estas acepciones fueron recogidas por Renfew;
a) Pueblos denominados “celtas” por los autores grecolatinos.
b) Pueblos que se denominaban “celtas” a sí mismos.
c) Grupo lingüístico definido por la investigación actual.
d) Complejo arqueológico definido como “Cultura de la Tène”.
e) Estilo artístico desarrollado a partir del 500 a.n.e
existiendo, además, muchos otros usos , desde alusiones al carácter “céltico”, a reivindicaciones de carácter étnico, estilos musicales, etc., propios de nuestra época.
Según Hill y Cumberpatch “Los “Celtas” nos son inmediatamente familiares y su sombra borra la diferencia en la Edad del Hierro”. Estos celtas fueron creados en el ambiente de la Europa del s. XIX , a la vez influenciando y siendo influenciados por diversas ideologías, como el Romanticismo, el nacionalismo y el imperialismo. Lo cierto es que han sido durante muchos decenios lo que se esperaba que fueran; para irlandeses y escoceses, por ejemplo, han representado el papel de unos antepasados libres del dominio anglo-sajón, mientras que para ingleses y franceses se han tomado como referencia “histórica” de mitos nacionalistas que apoyaran la expansión imperial.
Se podría decir que la Edad del Hierro escapó hace tiempo del estricto terreno del estudio prehistórico, para ser absorbida por el común de la sociedad como un canto exaltado al que se han ido uniendo las voces de los propios especialistas en el tema, en la medida en que, como humanos que son, han dependido de su contexto.
Se ha entendido la Edad del Hierro prerromana en función de un paradigma “céltico”, entendiendo por “celtas” a un conjunto de pueblos con una misma lengua y estructura social, unos mismos espíritu y esencia. Así, tomando la Edad del Hierro como algo “céltico” no ha hecho falta pararse a investigar lo que fue realmente. (...) Hay que reconocer que la “celticidad” es algo ilusorio; depende de una forma platónica, constituyendo una “esencia que, en última instancia, descansa en conceptos nacionalistas y racistas decimonónicos de etnicidad” (Hill y Cumberpatch 1993).
Bibliografía: HILL, J.D. ; CUMBRPATCH, C.G. (1993) : “Volviendo a pensar la Edad del Hierro” Trabajos de Prehistoria, 50, pp.127-137
BELÉN, M. ; CHAPA, T. (1997) : La Edad del Hierro, ed. Síntesis, Madrid.
Artículo completo: La Edad del Hierro y el Resurgimiento del Paganismo.
BELÉN, M. ; CHAPA, T. (1997) : La Edad del Hierro, ed. Síntesis, Madrid.
Artículo completo: La Edad del Hierro y el Resurgimiento del Paganismo.
Edad Antigua
5- El verdadero origen de la palabra “pagano”
Todos hemos oído hasta la saciedad que la palabra “pagano” deriva del latín “pagus”, campo, y automáticamente se asocia como referencia a una especie de prácticas bucólicas, pero más bien venía a significar más bien algo como “pueblerino”. Como explica Peter Brown en “El primer milenio de la Cristiandad occidental”:
“A finales del siglo IV empezó a circular entre los cristianos el término paganus, “pagano”, para subrayar el carácter marginal del politeísmo. Originariamente la palabra paganus significaba “personaje de segunda clase”, designando por ejemplo al paisano frente al soldado regular, o al suboficial frente al oficial de alto rango. Un sacerdote hispano, Orosio, que escribió Historia contra los paganos por encargo de san Agustín en 416, añadiría un nuevo elemento a este sentido denigratorio y excluyente. Hacía saber a los politeístas cultos, a los notables de las ciudades e incluso a los miembros del Senado romano, que la religión que profesaban era propia de las gentes del campo, de los habitantes del pagus, de los paysans o paesanos, es decir, una religión propia únicamente de un obstinado grupo de campesinos que no se habían visto afectados por los tremendos cambios que habían puesto patas arriba las ciudades del Imperio romano.”
Nadie va a negar que, efectivamente, los antiguos cultos y tradiciones perviven en los territorios rurales, y que, por lógica, se mantendrán mejor en zonas aisladas o, cuanto menos, alejadas del control del poder vigente. Pero, a causa de esta asociación de “politeísmo y ruralidad”, por un lado parece que se olvide que no sólo fue una cuestión campesina y, por otro, no se tiene en cuenta la pervivencia de cultos y prácticas necesariamente diferentes, pero igualmente antiguos, en las ciudades.
“A finales del siglo IV empezó a circular entre los cristianos el término paganus, “pagano”, para subrayar el carácter marginal del politeísmo. Originariamente la palabra paganus significaba “personaje de segunda clase”, designando por ejemplo al paisano frente al soldado regular, o al suboficial frente al oficial de alto rango. Un sacerdote hispano, Orosio, que escribió Historia contra los paganos por encargo de san Agustín en 416, añadiría un nuevo elemento a este sentido denigratorio y excluyente. Hacía saber a los politeístas cultos, a los notables de las ciudades e incluso a los miembros del Senado romano, que la religión que profesaban era propia de las gentes del campo, de los habitantes del pagus, de los paysans o paesanos, es decir, una religión propia únicamente de un obstinado grupo de campesinos que no se habían visto afectados por los tremendos cambios que habían puesto patas arriba las ciudades del Imperio romano.”
Nadie va a negar que, efectivamente, los antiguos cultos y tradiciones perviven en los territorios rurales, y que, por lógica, se mantendrán mejor en zonas aisladas o, cuanto menos, alejadas del control del poder vigente. Pero, a causa de esta asociación de “politeísmo y ruralidad”, por un lado parece que se olvide que no sólo fue una cuestión campesina y, por otro, no se tiene en cuenta la pervivencia de cultos y prácticas necesariamente diferentes, pero igualmente antiguos, en las ciudades.
6. La inexistencia de una -sola- “Antigua Religión”.
Sólo en el territorio del Imperio Romano no había una religión, sino una pluralidad vastísima de religiones y cultos, desde los propios del hogar, hasta los estatales, pasando por todos los de extranjeros y de las tierras ocupadas. Sigo con Brown:
“Se consideraba de sentido común que hubiera múltiples divinidades y que esas divinidades exigiera un culto que se manifestaba mediante gestos de reverencia y gratitud concretos y visibles públicamente. (...) Los dioses no eran desde luego abstracciones vanas. Se trataba de seres vibrátiles, cuyos ordenamientos inferiores compartían el mismo espacio físico que los hombres. Afectaban a todos los aspectos del mundo natural y de los núcleos humanos. Se pensaba que ciertos dioses eran superiores a otros. La religio que recibían esos dioses superiores dependía, en gran medida, de la imagen de sí mismos que tuvieran sus adoradores. Los filósofos místicos echaban de menos a unos dioses superiores y, por encima de ellos, aspiraban a la fusión con el Uno, con la fuente embriagadora y metafísicamente necesaria de todo ser. (...) Pero dicha experiencia no suponía la exclusión de los demás dioses, que se veían degradados, pero no negados. Los filósofos eran espíritus superiores. No compartían las burdas preocupaciones de la multitud. Pero a nadie se le habría ocurrido negar la existencia de los dioses normales y corrientes. Se pensaba que dichas divinidades habitaban más cerca de la tierra. “Estaban cerca” de sus adoradores, dispuestos a aumentar y a conservar las cosas buenas de la vida a cambio del debido respeto.
Lo que importaba eran las religiones, en plural, las múltiples maneras – tradicionalmente admitidas – de mostrar el respeto debido a una muchedumbre de dioses cuya presencia invisible prestaba calor, solemnidad y un toque de eternidad a esa gran colmena de comunidades superpuestas en la que, como hemos visto, se hallaban incluidos los habitantes del Imperio romano (...).
Las diversas religiones, naturalmente en plural, respondían a las supuestas alternativas de la fortuna humana y a un elevado sentido de la obligación para con las distintas comunidades (...) Así pues, religio podía ser tanto un graffito escrito en una pared de Ostia con el texto: “Hermes, buen amigo, séme propicio”, como la orden impartida a una sacerdotisa egipcia, en la que se le exhorta a acudir al templo del lugar”para realizar los sacrificios habituales por nuestros señores los emperadores y sus victorias, por la crecida del Nilo, el incremento de las cosechas y el saludable equilibrio del clima” (...)“
Por si fuera poco, no hay que olvidar que los mismos cultos y tradiciones cambiaron con el tiempo.
“Se consideraba de sentido común que hubiera múltiples divinidades y que esas divinidades exigiera un culto que se manifestaba mediante gestos de reverencia y gratitud concretos y visibles públicamente. (...) Los dioses no eran desde luego abstracciones vanas. Se trataba de seres vibrátiles, cuyos ordenamientos inferiores compartían el mismo espacio físico que los hombres. Afectaban a todos los aspectos del mundo natural y de los núcleos humanos. Se pensaba que ciertos dioses eran superiores a otros. La religio que recibían esos dioses superiores dependía, en gran medida, de la imagen de sí mismos que tuvieran sus adoradores. Los filósofos místicos echaban de menos a unos dioses superiores y, por encima de ellos, aspiraban a la fusión con el Uno, con la fuente embriagadora y metafísicamente necesaria de todo ser. (...) Pero dicha experiencia no suponía la exclusión de los demás dioses, que se veían degradados, pero no negados. Los filósofos eran espíritus superiores. No compartían las burdas preocupaciones de la multitud. Pero a nadie se le habría ocurrido negar la existencia de los dioses normales y corrientes. Se pensaba que dichas divinidades habitaban más cerca de la tierra. “Estaban cerca” de sus adoradores, dispuestos a aumentar y a conservar las cosas buenas de la vida a cambio del debido respeto.
Lo que importaba eran las religiones, en plural, las múltiples maneras – tradicionalmente admitidas – de mostrar el respeto debido a una muchedumbre de dioses cuya presencia invisible prestaba calor, solemnidad y un toque de eternidad a esa gran colmena de comunidades superpuestas en la que, como hemos visto, se hallaban incluidos los habitantes del Imperio romano (...).
Las diversas religiones, naturalmente en plural, respondían a las supuestas alternativas de la fortuna humana y a un elevado sentido de la obligación para con las distintas comunidades (...) Así pues, religio podía ser tanto un graffito escrito en una pared de Ostia con el texto: “Hermes, buen amigo, séme propicio”, como la orden impartida a una sacerdotisa egipcia, en la que se le exhorta a acudir al templo del lugar”para realizar los sacrificios habituales por nuestros señores los emperadores y sus victorias, por la crecida del Nilo, el incremento de las cosechas y el saludable equilibrio del clima” (...)“
Por si fuera poco, no hay que olvidar que los mismos cultos y tradiciones cambiaron con el tiempo.
Bibliografía: BROWN, Peter: El primer milenio de la cristiandad occidental, Editorial Crítica, Barcelona, 1997 Extractos de los Capítulos 1 y 2
Artículo relacionado: Las Lupercales, evolución de los cultos arcaicos en Roma
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Edad Media y Edad Moderna
7- El muy mal entendido “Tiempo de las hogueras”.
7- El muy mal entendido “Tiempo de las hogueras”.
Otro de los mitos históricos recurrentes es el de la Inquisición, y el error común de situar su mayor crudeza en la Edad Media y a manos exclusivas de las iglesias cristianas. Los “Tiempos de la hoguera” se han estudiado y referenciado para multitud de propósitos; Jules Michelet describió a las “brujas” como heroicas marginadas sociales, y otros muchos autores han seguido el modelo para heroizar a científicos; algo de eso queda – como se ve en el artículo de Punset-, pero hay demasiado de reduccionista en esas interpretaciones y para entender algo de la situación que se dio, debemos ir algo más allá.
En los alrededores del año 1000 de nuestra era, tras la caída del Imperio Romano, existe una revivificación del paganismo. En este tiempo la gente hace más o menos lo que le parece, y obispos como Bucardo de Worms lo más que pueden hacer es escribir sus penitenciales, obras que detallan faltas cometidas y tarifas a pagar para “corregirlas”. Las faltas señalan antiguas creencias que recobran fuerza, así como prácticas y cultos. Durante la Edad Media, las instituciones eclesiásticas eran realmente escépticas hacia las posibilidades de la brujería y los antiguos cultos.
Las primeras persecuciones fueron católicas y se dieron también en la Edad Media, sí; pero se dirigieron a los cátaros/albiguenses. Las acusaciones que se dirigieron a este colectivo, y que se dirigirían más tarde contra los judíos, son la base de un cuerpo de acusaciones que se seguiría elaborando de forma acumulativa a lo largo de los siglos hasta llegar a los manuales empleados en posteriores inquisiciones... “Brujas” y “brujos” fueron de los últimos en entrar en el punto de mira, cuando se declaró la brujería como un acto de herejía.
Se ha insistido en que el Medievo es un periodo de oscurantismo, y, de hecho, el que se le llame “Edad Media” es una muestra del prejuicio sobre la época que “quedaba entre el resplandor de la cultura Clásica, y el del Renacimiento”. Esto dificulta enormemente la tarea de apreciar las libertades - o, si se prefiere, los “márgenes de tolerancia” -, que la sociedad conservaba por aquel entonces y el ver cómo éstos fueron eliminados a la llegada de la Edad Moderna. Lo que hay que tener en cuenta para entender la situación es que hay un cambio de mentalidad importante, que traerá como consecuencia un cambio paralelo en los métodos de la Inquisición, aumentando exponencialmente el número de víctimas.
Anna Armengol lo expone de un modo excelente en su estudio “Realidades de la brujería en el s.XVII”:
“(...)En el año 1484,(...) Inocencio VII publicó la bula Sumis Desiderantes Affectibus donde afirmaba la existencia de la brujería y autorizaba la redacción del Malleus Maleficarum. Fue el primer tratado que hizo accesible a un público amplio el concepto acumulativo de brujería. (...)
El Malleus no formuló el concepto acumulativo de brujería, pues éste ya había sido formulado cincuenta años antes. (...) No obstante, dicha obra ayudó a confirmar la fusión entre diversas creencias ya que se analizaba a las brujas en una obra de forma ordenada y sistemática. Sirvió como “enciclopedia de brujería” y transmitió un conjunto de creencias cultas a un público más amplio. También proporcionó un soporte teológico y asesoramiento legal para instruir causas de brujería y declaró que los que negaban la realidad de la brujería eran herejes. (...)
A finales del siglo XV la nueva infraestructura ideológica empieza a adquirir cuerpo de una forma decisiva. María Tausiet Carlés opina que a finales del siglo XV en Europa, coincidiendo con la eclosión de los procesos por brujería, aumentó el número de tratados contra la superstición. Esto no había preocupado hasta el momento en que se empezaron a construir los Estados modernos.
No obstante, no es extraño encontrar opiniones divergentes. (...)Pero los escépticos rápidamente fueron atacados por demonólogos como Jean Bodin.”
Existieron inquisiciones tanto católicas como reformistas. Precisamente una de las faltas que los reformistas ven en los católicos es que muchas de sus tradiciones (el culto a la Virgen y a los santos, las procesiones, los exvotos...) parecen venir del antiguo paganismo, y lo que están buscando es una depuración de estos elementos. Las persecuciones tuvieron más impacto en las zonas protestantes, pero, en general, si hasta el momento había habido una cierta tolerancia a partir de este momento se empiezan a activar controles mucho más exhaustivos.
Como ejemplo, en la Castilla medieval existieron movimientos religiosos cristianos netamente femeninos, por un lado se desarrolló cierta devoción hacia la “Santa Parentela”, la familia femenina de Jesús ( y principalmente a su abuela Santa Ana), por otro, algunas mujeres fueron místicas, otras decidieron dedicar sus vidas a Dios, de un modo seglar, algunas iban de pueblo en pueblo enseñando a leer a la gente, y otras se recluían en pequeños recintos individuales a llevar una vida muy austera, otras crearon comunidades femeninas con el mismo propósito. Con el cambio de mentalidad y el aumento del control social estas ramas de espiritualidad cristiana, surgidas de la conciencia y devoción personal, también fueron duramente censuradas y cortadas de raíz. Se prohibió que hubiera comunidades de mujeres – tenía que haber al menos un cura para vigilarlas - , o se las acusó de “falsas santas”, y algunas fueron igualmente perseguidas.
Es muy importante entender la diferencia entre las primeras inquisiciones, de época medieval, y las de la época moderna (que llegaron a América). Las segundas tratarán de ajustarse a los métodos científicos, y se recupera la tortura como medio para lograr la confesión : “La investigación como búsqueda autoritaria de una verdad comprobada o atestiguada se oponía así a los antiguos procedimientos del juramento, de la ordalía, del duelo judicial, del juicio de Dios o también de la transacción entre particulares. La investigación era el poder soberano arrogándose el derecho de establecer la verdad por medio de cierto número de técnicas reguladas” (M. Foucault, 1986).
Es normal que el poder vigente trate de sacar de en medio posibles peligros, existía cierta idea de que algunos perseguidos se habían convertido falsamente al cristianismo para escapar de la amenaza, y era necesario descubrir quienes eran y eliminarlos.
Al mismo tiempo se trató de eliminar toda forma de “superstición”, pues se buscaba una religión única que pudiera estar a la altura de la “ciencia” que parecía estar ocupando posiciones importantes, de modo que los místicos y muchos cristianos también fueron perseguidos. - Sí, sabemos que algunos científicos eminentes habían caído antes a manos de los mismos tribunales, pero las cosas cambian... así como Robespierre envió a unos cuantos a la guillotina, hasta que le llegó el turno de probarla en su propio cuello-.
Las autoridades eclesiásticas insistieron en solicitar la colaboración de los poderes civiles, y finalmente el de peso las persecuciones pasó del terreno teológico al civil; de las manos de los tribunales eclesiásticos derivó los tribunales civiles - si había una “metodología científica”, bastaba con seguir los pasos para llegar al resultado -, que agravaron sustancialmente la situación: la mayor parte de las ejecuciones fueron llevadas a cabo por estos últimos. Y, sin embargo, hay que señalar que ni todos los juicios acabaron en ejecución, ni las persecuciones tuvieron la misma fuerza en todo el tiempo y extensión geográfica que el fenómeno abarca.
Bibliografía:
Caro Baroja, Julio: “Las brujas y su mundo” (ese es el que leí yo, aunque no tengo referencia bibliográfica, porque me lo prestaron. Hay otros del mismo autor que tocan el tema, pero creo recordar que con todo lo discutible que tiene el autor, en este queda bastante claro lo del cambio de mentalidad).
Ginzburg, Carlo: “Historia nocturna”, Ediciones Península. Barcelona 2003 y “Les batailles nocturnes: sorcellerie et rituels agraires aux 16e at 17e siècles” (sorry, no tengo a mano la referencia editorial, creo que no lo llegaron a traducir al español, “El queso y los gusanos” creo que también toca el tema).
En los alrededores del año 1000 de nuestra era, tras la caída del Imperio Romano, existe una revivificación del paganismo. En este tiempo la gente hace más o menos lo que le parece, y obispos como Bucardo de Worms lo más que pueden hacer es escribir sus penitenciales, obras que detallan faltas cometidas y tarifas a pagar para “corregirlas”. Las faltas señalan antiguas creencias que recobran fuerza, así como prácticas y cultos. Durante la Edad Media, las instituciones eclesiásticas eran realmente escépticas hacia las posibilidades de la brujería y los antiguos cultos.
Las primeras persecuciones fueron católicas y se dieron también en la Edad Media, sí; pero se dirigieron a los cátaros/albiguenses. Las acusaciones que se dirigieron a este colectivo, y que se dirigirían más tarde contra los judíos, son la base de un cuerpo de acusaciones que se seguiría elaborando de forma acumulativa a lo largo de los siglos hasta llegar a los manuales empleados en posteriores inquisiciones... “Brujas” y “brujos” fueron de los últimos en entrar en el punto de mira, cuando se declaró la brujería como un acto de herejía.
Se ha insistido en que el Medievo es un periodo de oscurantismo, y, de hecho, el que se le llame “Edad Media” es una muestra del prejuicio sobre la época que “quedaba entre el resplandor de la cultura Clásica, y el del Renacimiento”. Esto dificulta enormemente la tarea de apreciar las libertades - o, si se prefiere, los “márgenes de tolerancia” -, que la sociedad conservaba por aquel entonces y el ver cómo éstos fueron eliminados a la llegada de la Edad Moderna. Lo que hay que tener en cuenta para entender la situación es que hay un cambio de mentalidad importante, que traerá como consecuencia un cambio paralelo en los métodos de la Inquisición, aumentando exponencialmente el número de víctimas.
Anna Armengol lo expone de un modo excelente en su estudio “Realidades de la brujería en el s.XVII”:
“(...)En el año 1484,(...) Inocencio VII publicó la bula Sumis Desiderantes Affectibus donde afirmaba la existencia de la brujería y autorizaba la redacción del Malleus Maleficarum. Fue el primer tratado que hizo accesible a un público amplio el concepto acumulativo de brujería. (...)
El Malleus no formuló el concepto acumulativo de brujería, pues éste ya había sido formulado cincuenta años antes. (...) No obstante, dicha obra ayudó a confirmar la fusión entre diversas creencias ya que se analizaba a las brujas en una obra de forma ordenada y sistemática. Sirvió como “enciclopedia de brujería” y transmitió un conjunto de creencias cultas a un público más amplio. También proporcionó un soporte teológico y asesoramiento legal para instruir causas de brujería y declaró que los que negaban la realidad de la brujería eran herejes. (...)
A finales del siglo XV la nueva infraestructura ideológica empieza a adquirir cuerpo de una forma decisiva. María Tausiet Carlés opina que a finales del siglo XV en Europa, coincidiendo con la eclosión de los procesos por brujería, aumentó el número de tratados contra la superstición. Esto no había preocupado hasta el momento en que se empezaron a construir los Estados modernos.
No obstante, no es extraño encontrar opiniones divergentes. (...)Pero los escépticos rápidamente fueron atacados por demonólogos como Jean Bodin.”
Existieron inquisiciones tanto católicas como reformistas. Precisamente una de las faltas que los reformistas ven en los católicos es que muchas de sus tradiciones (el culto a la Virgen y a los santos, las procesiones, los exvotos...) parecen venir del antiguo paganismo, y lo que están buscando es una depuración de estos elementos. Las persecuciones tuvieron más impacto en las zonas protestantes, pero, en general, si hasta el momento había habido una cierta tolerancia a partir de este momento se empiezan a activar controles mucho más exhaustivos.
Como ejemplo, en la Castilla medieval existieron movimientos religiosos cristianos netamente femeninos, por un lado se desarrolló cierta devoción hacia la “Santa Parentela”, la familia femenina de Jesús ( y principalmente a su abuela Santa Ana), por otro, algunas mujeres fueron místicas, otras decidieron dedicar sus vidas a Dios, de un modo seglar, algunas iban de pueblo en pueblo enseñando a leer a la gente, y otras se recluían en pequeños recintos individuales a llevar una vida muy austera, otras crearon comunidades femeninas con el mismo propósito. Con el cambio de mentalidad y el aumento del control social estas ramas de espiritualidad cristiana, surgidas de la conciencia y devoción personal, también fueron duramente censuradas y cortadas de raíz. Se prohibió que hubiera comunidades de mujeres – tenía que haber al menos un cura para vigilarlas - , o se las acusó de “falsas santas”, y algunas fueron igualmente perseguidas.
Es muy importante entender la diferencia entre las primeras inquisiciones, de época medieval, y las de la época moderna (que llegaron a América). Las segundas tratarán de ajustarse a los métodos científicos, y se recupera la tortura como medio para lograr la confesión : “La investigación como búsqueda autoritaria de una verdad comprobada o atestiguada se oponía así a los antiguos procedimientos del juramento, de la ordalía, del duelo judicial, del juicio de Dios o también de la transacción entre particulares. La investigación era el poder soberano arrogándose el derecho de establecer la verdad por medio de cierto número de técnicas reguladas” (M. Foucault, 1986).
Es normal que el poder vigente trate de sacar de en medio posibles peligros, existía cierta idea de que algunos perseguidos se habían convertido falsamente al cristianismo para escapar de la amenaza, y era necesario descubrir quienes eran y eliminarlos.
Al mismo tiempo se trató de eliminar toda forma de “superstición”, pues se buscaba una religión única que pudiera estar a la altura de la “ciencia” que parecía estar ocupando posiciones importantes, de modo que los místicos y muchos cristianos también fueron perseguidos. - Sí, sabemos que algunos científicos eminentes habían caído antes a manos de los mismos tribunales, pero las cosas cambian... así como Robespierre envió a unos cuantos a la guillotina, hasta que le llegó el turno de probarla en su propio cuello-.
Las autoridades eclesiásticas insistieron en solicitar la colaboración de los poderes civiles, y finalmente el de peso las persecuciones pasó del terreno teológico al civil; de las manos de los tribunales eclesiásticos derivó los tribunales civiles - si había una “metodología científica”, bastaba con seguir los pasos para llegar al resultado -, que agravaron sustancialmente la situación: la mayor parte de las ejecuciones fueron llevadas a cabo por estos últimos. Y, sin embargo, hay que señalar que ni todos los juicios acabaron en ejecución, ni las persecuciones tuvieron la misma fuerza en todo el tiempo y extensión geográfica que el fenómeno abarca.
Bibliografía:
Caro Baroja, Julio: “Las brujas y su mundo” (ese es el que leí yo, aunque no tengo referencia bibliográfica, porque me lo prestaron. Hay otros del mismo autor que tocan el tema, pero creo recordar que con todo lo discutible que tiene el autor, en este queda bastante claro lo del cambio de mentalidad).
Ginzburg, Carlo: “Historia nocturna”, Ediciones Península. Barcelona 2003 y “Les batailles nocturnes: sorcellerie et rituels agraires aux 16e at 17e siècles” (sorry, no tengo a mano la referencia editorial, creo que no lo llegaron a traducir al español, “El queso y los gusanos” creo que también toca el tema).
El estudio que documenta lo que yo he intentado resumir mucho mejor de lo que yo podría hacerlo:
Armengol, A. REALIDADES DE LA BRUJERÍA EN EL SIGLO XVII, Tiempos Modernos Nº 6
Maria Teresa Fuster escribió un artículo interesante sobre la Caza de Brujas en la Edad Moderna, que está en la web de Temakel.
Otro artículo interesante que recopila la visión de diversos investigadores acerca de la brujería y las persecuciones está en la página de Gonçal Vicenç Bòrdes: La Velleta Verda - Las brujasArmengol, A. REALIDADES DE LA BRUJERÍA EN EL SIGLO XVII, Tiempos Modernos Nº 6
Maria Teresa Fuster escribió un artículo interesante sobre la Caza de Brujas en la Edad Moderna, que está en la web de Temakel.
*Acerca del resurgimiento pagano del año 1000:
FOSSIER, R. : “La Fin de la Pensée Sauvage” Le Moyen Age , ( vol. II, L’éveil d’Europe.) Ed. Armand Colin, Paris, 1982 Extractos pp.62-69
*Sobre las beguinas, emparedadas, etc. castellanas y la Santa Parentela no hay mucha información en la red, pero localicé un par de notas que con reservas pueden servir:
El Voto de Tinieblas o el Emparedamiento en las Comunidades de Monjas
Santa Ana Madre y Santa Ana Maestra
* Procesos inquisitoriales, como ejemplo el que aparece en Lecouteux, Claude; “Hadas, brujas y hombres lobo en la Edad Media. Historia del doble.”, Ed. J.J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 1999: Proceso a Thies, el "hombre lobo" de Livonia
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