viernes, 6 de noviembre de 2009

Muerte, según Neil Gaiman

Buscando información para completar un comentario , me convencí de que valía la pena publicar un fragmento de la reseña escrita por José Torralba en Zona Negativa acerca de las miniseries de Muerte, de Neil Gaiman, que de todos modos recomiendo leer completa.

Muerte es vitalista… (...) Tal vez por arrebatar la existencia y probarla cada cierto tiempo es capaz de valorarla mucho más. Y sin embargo, contrariamente al tópico (...) aceptamos que su optimismo implica un grado mucho mayor de comprensión de la realidad como si, más allá de la profunda reflexión, el grado máximo de conocimiento implicara cierta despreocupación. Nada –parece decirnos– puede conseguir perturbarla o abandonar la sonrisa. Nada –parece decir su actitud– es capaz de hacerle daño en ningún sentido. Ahí tenemos una segunda característica: Muerte es sabia.
Además, aunque se nos aparece con aspecto antropomórfico, su origen hay que buscarlo en el principio del universo y de la vida, como ella misma relata: “cuando la primera vida existió, yo estaba allí esperando. Cuando la última vida muera, mi trabajo se habrá terminado. Pondré las sillas sobre las mesas, apagaré las luces, y cerraré el universo tras de mi, cuando salga”. Ahora sabemos que Muerte es eterna. (...)
El equilibrio del Universo depende de sus acciones y no piensa abusar de su poder. Muerte es honrada (aunque algunas veces haga algunos apaños).

Ahora bien ¿Qué nos hace sentirnos tan atraídos por ella? ¿Por qué simpatizamos inmediatamente? La respuesta hay que buscarla en el matiz de su labor: Muerte, como personificación, ama a la humanidad en general y cada vida en particular. Pone cuidado y cariño en cada vida que arrebata. La Muerte, en su iconografía clásica, nos es presentada como una canina aterradora que “siega” las vidas; y segar no es sino arrancar a puñados, sin distinción particular, sin cuidado ni delicadeza; con la actitud de un burócrata desalmado. Sin embargo, esta Muerte bien podría asemejarse, –siguiendo el paralelismo– a una jardinera que comprendiera exactamente el valor de cada rosa que corta; entendiendo que cada vida es única, irremplazable y digna de ser considerada de forma particular con sus sus colores, sus aromas… y sus espinas. No es raro pues que, según su leyenda, no te arrebate la vida sino que cuando la veas, caigas tan enamorado de ella que quieras seguirla y dejarlo todo atrás. Estoy seguro de que, si Ella existiera en estas condiciones, ninguno tendríamos miedo a morir.

3 comentarios:

Sibila dijo...

Los Eternos de Gaiman, en general, resultan fascinantes.
Esa Muerte sonriente, optimista y feliz le roba el corazón a cualquiera.

Pero ya sabes lo mío con Gaiman... ¿te has leído la serie de Lucifer? Me ha dado mucho que pensar, o más bien, ciertos puntos de vista de cómo pensar muchas cosas.

Vaelia dijo...

En realidad no he tenido ocasión de leer demasiado a Gaiman, las miniseries de Muerte llegaron a mi vida casi por casualidad. A artir de ahí, siempre quise leer Sandman, pero nunca supe por dónde empezar :(

De novelas leí "Neverwhere" y "American Gods" y, por supuesto la que escribió a medias con Pratchett "Buenos Presagios". Definitivamente, el mundo debería "terminar" siguiendo ese guión :D

Sibila dijo...

Pues te lo recomiendo encarecidamente.
Si puedes, búscate Stardust (el libro, la película es bonita, pero se queda en el cuento y pierde toda la segunda lectura). Verás cosas que te harán mucha "gracia".
Para lo de Sandman, cuando quieras te paso una guía de lectura, aunque yo de primeras lo leí desordenado y lo disfruté igual.

Buenos Presagios es genial... no podía ser de otra forma, con tanto talento junto. Me encanta Anatema, me encanta Adán, y sobre todo, me encanta el perro ("Le llamaré Perro", qué gran momento).