sábado, 21 de marzo de 2009

Equinoccio de Primavera

Subo a la terraza, es de noche... un avión cruza el cielo y recuerdo aquella sensación de cabalgar en el reino de las nubes, y me pregunto cómo es posible que hayan sucedido tantos cambios en menos de un año.

Extraña primavera, ésta, en la que se cruzan los caminos de ida y regreso; en la que el caos se arremolina y me envuelve con toda su fuerza, mientras el suelo tiembla bajo mis pies, y mi alma vaga en un sueño consciente, entre montañas de recuerdos. Sabiendo que no puede ceder a la tentación de permanecer en aquellos más agradables, que nos acunan como niños, sabiendo que no puede apoyarse en aquellos más duros que son reflejo de pasadas conquistas... Sabiendo que el único que importa, el que hay que buscar, es aquel fragmento -aparentemente insignificante- capaz de dar orden y sentido a todo, capaz de volver a crear un mundo que se extinguió en llamas.

Tal vez al salir de la cueva nos deslumbre el sol, hiriendo nuestros ojos; pero hay que seguir adelante. Aún desnudos, aún encadenados, aquello que habita en nuestro interior resiste, brilla, con luz propia, golpea con fuerza nuestro pecho recordándonos que seguimos vivos, y se ríe en complicidad con las danzas de hojas y aguas; con el silencio de las piedras. Aún envuelto en sogas, ríe, pues el espíritu, como el mar o el viento, no puede ser apresado, ni herido.

Busqué un video de Fantasía 2000, sobre "El Pájaro de Fuego", de Stravinsky. [No quiero pensar en lo que a éste le parecería, dado que el argumento de "El Pájaro de Fuego", basado en un hermoso cuento del folklore ruso, que, al igual que la misma "Consagración de la Primavera", poco tiene que ver con la interpretación que le diera Disney).] No encontré lo que esperaba ver, y, sin embargo, resultó una excelente metáfora respecto al momento presente, o lo que puede suceder cuando nuestros ciclos personales se desincronizan, al menos aparentemente, de los naturales...

Después del largo invierno, las fuerzas de la primavera despiertan del sueño en el centro de la tierra, y salen a fertilizar el mundo. Pero en ocasiones, en su alocada carrera, en su ciego ímpetu, despiertan a su paso otras criaturas o fuerzas, de signo contrario, que debieran permanecer inactivas. Y se produce el desastre. Como un incendio que arrasa los bosques en su momento de mayor esplendor, reduciéndolos a un lecho de ceniza gris. De vez en cuando pasa, a veces, si hay la suficiente paciencia, si no siguen terribles lluvias, la ceniza es fértil a su vez , y todo vuelve a empezar, mientras el espíritu no se separa de las fuerzas de la Vida, mientras recuerde que, aquello que vive, jamás se rinde.



1 comentarios:

Francis Ashwood dijo...

El tiempo se me hecha encima y tengo la vista cansada de tanta lectura... Te leeré mañana, pero no quería que pasara esta noche sin dejarte un abrazo enorrrme y ¡¡desearte que tengas una feliz primavera!!