Primero debes reconocer el mal. Luego, debes combatirlo.
Finalmente, debes evitar convertirte tú mismo en mal.
Finalmente, debes evitar convertirte tú mismo en mal.
A lo largo de nuestro aprendizaje acumulamos una serie de conocimientos teóricos y prácticos que, con suerte, no tardamos en comprender que quedan integrados de manera natural a las diversas facetas de nuestras vidas. Entendemos, también, que así como los Dioses pueden recibir varios nombres, o que cualquiera de éstos puede abarcar una diversidad casi infinita de significados; Sucede que aquello que nosotros guardamos en el baúl de la "magia", la "espiritualidad" o el "crecimiento personal" es muy similar a lo que otras personas creen y practican a diario, por más que nunca le asignarían dichas etiquetas.
Así mismo, se nos suele decir que hay que ser prudentes en el uso de la magia, procurar no tener ventaja sobre el resto de personas... lo que contribuye a que, en muchas ocasiones, no nos demos cuenta de que a menudo el mundo es un campo de batalla, en el que tratar de usar la magia como arma viene a ser como enfrentarse a una legión de tanques cargados con cestos de flores.
Por lo mismo, antes de pensar en un mundo de "no-magos" indefensos, deberíamos empezar a cuestionarnoa hasta qué punto son válidos nuestros criterios de delimitación. No sólo porque podamos aprender mucho de gentes que supuestamente nada tienen que ver con la magia, sino también porque nos tocará enfrentarnos a personas con el mismo o mayor grado de práctica y conocimiento, pero alineados en el bando contrario.
No existe, pues una "ética mágica", sino una "ética integral" a aplicar en todas y cada una de las situaciones que aparezcan o generemos en nuestras vidas.
Una de las cosas que me ha tocado conocer en los últimos meses es la cantidad de empresas fraudulentas que, de modo incomprensible, basan antes su negocio en estafar a la gente que en producir, transformar comercializar algún producto, o prestar servicio alguno.
No hace falta que me extienda acerca de las maldades de la publicidad (que parte de crear necesidades donde antes no existían) o el telemarketing (que añade un ingrediente de acoso a la cuestión), pero hay cosas aún peores. Por ejemplo aquellas "empresas" multinivel que funcionan a base de asegurar grandes comisiones a cambio de un reclutamiento continuo de nuevos vendedores. El sistema funciona de manera que es el "vendedor" el que compra los productos, de modo que la única manera de recuperar este gasto es sacarse la mercancía - posiblemente de dudosa calidad - de encima, y la única manera de sacar algún beneficio de esta trampa será entrampar a su vez a algunos "vendedores" más, y vuelta a empezar.
Como en los esquemas piramidales o el mil veces mencionado timo de las células de la abundancia, sólo los iniciadores de la estafa ganan, a expensas de aquellos que no pudiendo seguir con la cadena no sólo no conseguirán ganancia alguna, sino que perderán su inicial inversión. Es un sistema fraudulento, que busca sus "víctimas" entre los demasiado confiados, que juega por un lado con la ambición de aquellos que esperan "ganar mucho a cambio de nada", pero también con las necesidades básicas de aquellos otros que se encuentran en situaciones desesperadas.
¿Cuál es su procedimiento? Usualmente citan a las personas con ofertas engañosas que poco tienen que ver con lo que luego encontrarán. Luego, sometiéndolas a un sinfín de charlas "motivacionales", dosifican la información creando un auténtico espectáculo de humo y espejos. Estos curiosos "procesos de selección" constituyen auténticas guerras psíquicas que buscan acceder a la persona, desequilibrarla, confundirla y, finalmente, dominarla. Funcionan con argumentos del tipo "Si llevas x meses buscando trabajo y no encuentras, ¿Quién está fallando, las empresas o tú? La respuesta es: Tú. Pero si realmente quieres trabajar, te daremos una oportunidad". Y así generan grandes esperanzas, como quien pone la zanahoria ante el asno para hacerlo ir por donde le conviene, pero sin dársela jamás. Cuando la persona, lógicamente, empieza a dudar, si hace una pregunta le responden con una burla, excluyéndola del grupo, o bien se remarca la idea de "Ahora has recorrido 1/2 camino. ¿No se siente uno terriblemente mal cuando deja algo por terminar?". La realidad es que esas personas acuden a la cita pensando en un trabajo de archivista, administrativo, atención a clientes, etc. se les sorprende asegurándoles un sueldo mucho mayor y un horario mucho menos de los que serían lógicos, se les asegura que no son ventas, y no lo son, no se espera de ellos que sean vendedores, sino que, después de una semana de formación no remunerada (más charlas) compren el producto para "conocerlo" y recluten más gentes para la trampa.
¿Qué es lo peor? Como en el caso de las células de la abundancia , que en su versión más reciente se extendieron en grupos de terapias alternativas o movimientos supuestamente "antisistema", se alude a la autoestima, a la generosidad, a la solidaridad, a la "mente abierta", a lo lógico de unos horarios reducidos, o del reparto lógico de las ganancias. Lo peor es que las charlas motivacionales emplean toda una serie de conocimientos y prácticas comunes al "crecimiento personal". ( En una ocasión conocí incluso cierta empresa que bajo esta fachada newagera no sólo seguía un procedimiento de estafa similar, sino que el producto en cuestión que manejaba era una línea de cosméticos y productos dietéticos elaborados a base de una planta patentada , que antes había sido sagrada durante siglos entre ciertos indígenas que, por lo mismo, ya no podían tener acceso a ella).
En "Buenos Presagios" (Pratchett y Gaiman) aparece Crowly, un demonio frustado porque sus jefes no entienden que generar el caos en la red viaria, con toda la reacción en cadena que provocará en las vidas de los implicados, es una acción mucho más malvada que tentar a un solo hombre para que, por ejemplo, cometa una infidelidad. Por desgracia, parece que los que técnicamente están del otro bando tampoco acaban de comprender este razonamiento. Muchas estructuras e individuos, aún con buenas intenciones, están haciendo algo peor que una camada cualquiera de magos negros, delante de nuestras narices y sin ser molestados. Debería tenerse en cuenta.
Estamos en una época relativamente difícil, la nuestra es una generación que, por primera vez en siglos, no sólo se enfrenta al hecho de ver descender su nivel de vida ante el que tuvieron sus padres, sino que además ha sido educada a base de "grandes esperanzas" de modo que es lo último que esperaba, lo último que estaba preparada para enfrentar.
Crecimos y vivimos envueltos en un escenario ficticio de bienestar, porque un i-Pod no compensa el que uno no pueda independizarse, uno se pregunta si realmente los jóvenes han querido convertirse en niños eternos, o si más bien esto se ha fomentado porque conviene más al mercado. Como sea, tarde o temprano, este mundo ficticio se desmoronará por completo, y se necesitarán hombres y mujeres dignos de ese nombre. Muchos habrán de quedar bloqueados por el pánico en el proceso, y otros deberán asumir la responsabilidad de construir soluciones con lo que tengan a mano.
En este marco quiero hablar de los seminarios, cursos y cursillos, etc. de "magia" , "autoayuda" o "superación personal". Desde mi punto de vista están actuando en demasiadas ocasiones como estafas piramidales, dando un uso pésimo, contrario a los principios que dicen defender. Por ejemplo, tomemos a un individuo que realiza un curso "x" con el fin de "mejorar su vida". La cosa funciona en cierto modo, por lo que toma algunos cursos más y se convierte en instructor para "ayudar a otros a mejorar su vida". Éstos siguen el mismo proceso, se convierten en instructores y, consecuentemente, a la larga se necesitarán más y más clientes dispuestos a pagar por ser instruidos y "mejorar sus vidas". Para que todos realmente ganaran y pudieran seguir cobrando las cantidades exorbitadas que se manejan para este tipo de cursos, se necesitaría un crecimiento infinito...
Podemos pensar que se podría dar, porque todas las vidas son susceptibles de mejora. Pero el paro crece, la gente no tiene ni para pagar su hipoteca, que vale ya más que su casa, y aquellos aspectos de "mejora personal" sólo funcionan cuando las necesidades básicas están cubiertas (ver la pirámide de Maslow, como ejemplo). De modo que toda esa gente de los cursos - que debo suponer bienintencionada- está generando una fantasía horrible acerca de si pagas lo suficiente encontrarás la verdadera felicidad, pero aunque pueda ser un negocio rentable, los últimos en llegar sean los grandes perdedores, al darse cuenta de que lo que aprendieron no sirve para solventar sus problemas más inmediatos.
En otras palabras; Aunque las casas deban tener un tejado, no puede ser éste lo primero que se construya. Una tradición, ideología o sociedad en la que los productores de tejados son excedentes y faltan, por el contrario, cimentadores, no tiene futuro.
No es mi intención ser pesimista, y, como mencioné con anterioridad, está claro que, además de destruir hay que saber crear, sólo me preguntaba hacia donde debía dirigirse esta energía creadora (que, a su vez, es una modalidad de combate en sí misma). Existe la necesidad de ser productivos, de ser capaces de poner cimientos que soporten lo que nos viene encima. Pues aunque soy consciente de la incidencia del pensamiento sobre la realidad que generamos, considero que viene un tiempo de prueba, en el que deberemos enfrentar y vencer no sólo la tan mentada crisis, sino también a aquellos que generaron el discurso ficticio del bienestar, los mismos que ahora tienen la desfachatez de advertirnos del monstruo que crearon y nos echan encima como una patata caliente.
Lo que nos enseñaron puede quedar obsoleto antes de lo que se espera. Pero podemos aún, con nuestros propios medios, recuperar la relación con la realidad del mundo que nos rodea, por triste que en un primer momento nos pueda parecer, y empezar a construir algo diferente para nosotros mismos, y los que nos sucederán. Tenemos, una vez más, la oportunidad de reencontrarnos con nuestra propia humanidad, algo que no se forjó entre cojines. La magia, bajo ese mismo u otros nombres, estará con nosotros, porque creció con ella.
De darnos cuenta de que todo lo que tenemos, entre tanto caos, es un número de recursos limitados, incluyendo nuestro tiempo, que pueden aprovecharse de mejores maneras que aquellas a las que nos malacostumbraron. Darnos cuenta, también, que las personas podemos tenernos las unas a las otras, y que una buena conversación de café con alguien que apreciamos puede ser mucho más efectiva para nuestro bien que un montón de frases repetitivas ordenadas de manera que queden al servicio de aquellos que quieren "cobrarnos" por "mejorar nuestras vidas".
Así mismo, se nos suele decir que hay que ser prudentes en el uso de la magia, procurar no tener ventaja sobre el resto de personas... lo que contribuye a que, en muchas ocasiones, no nos demos cuenta de que a menudo el mundo es un campo de batalla, en el que tratar de usar la magia como arma viene a ser como enfrentarse a una legión de tanques cargados con cestos de flores.
Por lo mismo, antes de pensar en un mundo de "no-magos" indefensos, deberíamos empezar a cuestionarnoa hasta qué punto son válidos nuestros criterios de delimitación. No sólo porque podamos aprender mucho de gentes que supuestamente nada tienen que ver con la magia, sino también porque nos tocará enfrentarnos a personas con el mismo o mayor grado de práctica y conocimiento, pero alineados en el bando contrario.
No existe, pues una "ética mágica", sino una "ética integral" a aplicar en todas y cada una de las situaciones que aparezcan o generemos en nuestras vidas.
Una de las cosas que me ha tocado conocer en los últimos meses es la cantidad de empresas fraudulentas que, de modo incomprensible, basan antes su negocio en estafar a la gente que en producir, transformar comercializar algún producto, o prestar servicio alguno.
No hace falta que me extienda acerca de las maldades de la publicidad (que parte de crear necesidades donde antes no existían) o el telemarketing (que añade un ingrediente de acoso a la cuestión), pero hay cosas aún peores. Por ejemplo aquellas "empresas" multinivel que funcionan a base de asegurar grandes comisiones a cambio de un reclutamiento continuo de nuevos vendedores. El sistema funciona de manera que es el "vendedor" el que compra los productos, de modo que la única manera de recuperar este gasto es sacarse la mercancía - posiblemente de dudosa calidad - de encima, y la única manera de sacar algún beneficio de esta trampa será entrampar a su vez a algunos "vendedores" más, y vuelta a empezar.
Como en los esquemas piramidales o el mil veces mencionado timo de las células de la abundancia, sólo los iniciadores de la estafa ganan, a expensas de aquellos que no pudiendo seguir con la cadena no sólo no conseguirán ganancia alguna, sino que perderán su inicial inversión. Es un sistema fraudulento, que busca sus "víctimas" entre los demasiado confiados, que juega por un lado con la ambición de aquellos que esperan "ganar mucho a cambio de nada", pero también con las necesidades básicas de aquellos otros que se encuentran en situaciones desesperadas.
¿Cuál es su procedimiento? Usualmente citan a las personas con ofertas engañosas que poco tienen que ver con lo que luego encontrarán. Luego, sometiéndolas a un sinfín de charlas "motivacionales", dosifican la información creando un auténtico espectáculo de humo y espejos. Estos curiosos "procesos de selección" constituyen auténticas guerras psíquicas que buscan acceder a la persona, desequilibrarla, confundirla y, finalmente, dominarla. Funcionan con argumentos del tipo "Si llevas x meses buscando trabajo y no encuentras, ¿Quién está fallando, las empresas o tú? La respuesta es: Tú. Pero si realmente quieres trabajar, te daremos una oportunidad". Y así generan grandes esperanzas, como quien pone la zanahoria ante el asno para hacerlo ir por donde le conviene, pero sin dársela jamás. Cuando la persona, lógicamente, empieza a dudar, si hace una pregunta le responden con una burla, excluyéndola del grupo, o bien se remarca la idea de "Ahora has recorrido 1/2 camino. ¿No se siente uno terriblemente mal cuando deja algo por terminar?". La realidad es que esas personas acuden a la cita pensando en un trabajo de archivista, administrativo, atención a clientes, etc. se les sorprende asegurándoles un sueldo mucho mayor y un horario mucho menos de los que serían lógicos, se les asegura que no son ventas, y no lo son, no se espera de ellos que sean vendedores, sino que, después de una semana de formación no remunerada (más charlas) compren el producto para "conocerlo" y recluten más gentes para la trampa.
¿Qué es lo peor? Como en el caso de las células de la abundancia , que en su versión más reciente se extendieron en grupos de terapias alternativas o movimientos supuestamente "antisistema", se alude a la autoestima, a la generosidad, a la solidaridad, a la "mente abierta", a lo lógico de unos horarios reducidos, o del reparto lógico de las ganancias. Lo peor es que las charlas motivacionales emplean toda una serie de conocimientos y prácticas comunes al "crecimiento personal". ( En una ocasión conocí incluso cierta empresa que bajo esta fachada newagera no sólo seguía un procedimiento de estafa similar, sino que el producto en cuestión que manejaba era una línea de cosméticos y productos dietéticos elaborados a base de una planta patentada , que antes había sido sagrada durante siglos entre ciertos indígenas que, por lo mismo, ya no podían tener acceso a ella).
En "Buenos Presagios" (Pratchett y Gaiman) aparece Crowly, un demonio frustado porque sus jefes no entienden que generar el caos en la red viaria, con toda la reacción en cadena que provocará en las vidas de los implicados, es una acción mucho más malvada que tentar a un solo hombre para que, por ejemplo, cometa una infidelidad. Por desgracia, parece que los que técnicamente están del otro bando tampoco acaban de comprender este razonamiento. Muchas estructuras e individuos, aún con buenas intenciones, están haciendo algo peor que una camada cualquiera de magos negros, delante de nuestras narices y sin ser molestados. Debería tenerse en cuenta.
Estamos en una época relativamente difícil, la nuestra es una generación que, por primera vez en siglos, no sólo se enfrenta al hecho de ver descender su nivel de vida ante el que tuvieron sus padres, sino que además ha sido educada a base de "grandes esperanzas" de modo que es lo último que esperaba, lo último que estaba preparada para enfrentar.
Crecimos y vivimos envueltos en un escenario ficticio de bienestar, porque un i-Pod no compensa el que uno no pueda independizarse, uno se pregunta si realmente los jóvenes han querido convertirse en niños eternos, o si más bien esto se ha fomentado porque conviene más al mercado. Como sea, tarde o temprano, este mundo ficticio se desmoronará por completo, y se necesitarán hombres y mujeres dignos de ese nombre. Muchos habrán de quedar bloqueados por el pánico en el proceso, y otros deberán asumir la responsabilidad de construir soluciones con lo que tengan a mano.
En este marco quiero hablar de los seminarios, cursos y cursillos, etc. de "magia" , "autoayuda" o "superación personal". Desde mi punto de vista están actuando en demasiadas ocasiones como estafas piramidales, dando un uso pésimo, contrario a los principios que dicen defender. Por ejemplo, tomemos a un individuo que realiza un curso "x" con el fin de "mejorar su vida". La cosa funciona en cierto modo, por lo que toma algunos cursos más y se convierte en instructor para "ayudar a otros a mejorar su vida". Éstos siguen el mismo proceso, se convierten en instructores y, consecuentemente, a la larga se necesitarán más y más clientes dispuestos a pagar por ser instruidos y "mejorar sus vidas". Para que todos realmente ganaran y pudieran seguir cobrando las cantidades exorbitadas que se manejan para este tipo de cursos, se necesitaría un crecimiento infinito...
Podemos pensar que se podría dar, porque todas las vidas son susceptibles de mejora. Pero el paro crece, la gente no tiene ni para pagar su hipoteca, que vale ya más que su casa, y aquellos aspectos de "mejora personal" sólo funcionan cuando las necesidades básicas están cubiertas (ver la pirámide de Maslow, como ejemplo). De modo que toda esa gente de los cursos - que debo suponer bienintencionada- está generando una fantasía horrible acerca de si pagas lo suficiente encontrarás la verdadera felicidad, pero aunque pueda ser un negocio rentable, los últimos en llegar sean los grandes perdedores, al darse cuenta de que lo que aprendieron no sirve para solventar sus problemas más inmediatos.
En otras palabras; Aunque las casas deban tener un tejado, no puede ser éste lo primero que se construya. Una tradición, ideología o sociedad en la que los productores de tejados son excedentes y faltan, por el contrario, cimentadores, no tiene futuro.
No es mi intención ser pesimista, y, como mencioné con anterioridad, está claro que, además de destruir hay que saber crear, sólo me preguntaba hacia donde debía dirigirse esta energía creadora (que, a su vez, es una modalidad de combate en sí misma). Existe la necesidad de ser productivos, de ser capaces de poner cimientos que soporten lo que nos viene encima. Pues aunque soy consciente de la incidencia del pensamiento sobre la realidad que generamos, considero que viene un tiempo de prueba, en el que deberemos enfrentar y vencer no sólo la tan mentada crisis, sino también a aquellos que generaron el discurso ficticio del bienestar, los mismos que ahora tienen la desfachatez de advertirnos del monstruo que crearon y nos echan encima como una patata caliente.
Lo que nos enseñaron puede quedar obsoleto antes de lo que se espera. Pero podemos aún, con nuestros propios medios, recuperar la relación con la realidad del mundo que nos rodea, por triste que en un primer momento nos pueda parecer, y empezar a construir algo diferente para nosotros mismos, y los que nos sucederán. Tenemos, una vez más, la oportunidad de reencontrarnos con nuestra propia humanidad, algo que no se forjó entre cojines. La magia, bajo ese mismo u otros nombres, estará con nosotros, porque creció con ella.
De darnos cuenta de que todo lo que tenemos, entre tanto caos, es un número de recursos limitados, incluyendo nuestro tiempo, que pueden aprovecharse de mejores maneras que aquellas a las que nos malacostumbraron. Darnos cuenta, también, que las personas podemos tenernos las unas a las otras, y que una buena conversación de café con alguien que apreciamos puede ser mucho más efectiva para nuestro bien que un montón de frases repetitivas ordenadas de manera que queden al servicio de aquellos que quieren "cobrarnos" por "mejorar nuestras vidas".