viernes, 30 de abril de 2010

La bacante y Dionisios


The Bacchante (1909), Arthur Wardle


La bacante y Dionisios


-En la noche escuché tu voz.
Entre sueños fui llamada por ti.

Sin pereza aparté la ropa de mi lecho.
En seguida puse mi pie en el frío suelo.

Y pisé las aliagas para subir a tu monte.
Apretando los espinos busqué tu cumbre.

En una mano el tirso, en la otra el collar de la fiera.
Levantaba la vid en la derecha, con la izquierda arrastraba el animal.

Bajo las estrellas desparramé mis cabellos.
En las sombras desaté mis ataduras.

A sedientos sorbos, mi sedienta garganta acabó con tu vino.

Borracha de ti mismo, en el gemido de mi boca ardes.

Puse mi corazón, como un racimo, bajo tus pies de vendimiador .

Mi espalda, como una yegua virgen, al estallido de tu relinga.

Me hice gesto en todas las liturgias que te honran.

Me hice palabra en todas las oraciones que suben hacia ti.

Sabes bien que soy tuya: desde tu trono recibiste mi ofrenda.

Mi amor resplandece a tus ojos: se ve su llama desde el más allá.

Sin embargo, me dejas arder en el fuego que me escuece.
A pesar de todo, no alejas el torrente de angustia que me empapa sin descanso.

Desde el fondo de mi amor despreciado clama a ti mi tormento.

Mi ternura de paloma lucha con tu crueldad de buitre desgarrador.

Si tu brazo poderoso me arrastró a la noche de tu misterio;
si con voz de tórtola acurrucada me llamaste al bosque de tu nido

¿por qué golpeas mis senos rendidos con el granizo de tu dureza?
¿hasta cuándo clavarás en mi dulce vientre las saetas de tu furor?

-Ama, calla y aguanta, si de verdad amas.
Envuélvete en tu dolor y en tu noche, si me tienes por placer y por luz.

¿Piensas que se puede amar a un dios sin llegar a ser diosa?
¿Piensas que puede nacer una diosa sin que muera una mujer?

Porque me eres bienvenida, he de macerar tu cuerpo para las nupcias.
Porque has de gozar conmigo, te igualaré a mí.

Te quemaré, te quemaré, para que en chispas subas.
He de herirte, he de herirte, para beber tu sangre.

¿Cómo has de nacer en tu ser de mañana si no agonizas en tu ser de hoy?
¿Cómo nacerías para mí si no murieras para ti?

De las tablas de tu ataúd he de hacer tu cuna.
Amasando tus cenizas esculpiré el cuerpo que ya no perderás.

Cuando me dices crueldad son tus labios de tierra los que me hablan.
Cuando tengas tus labios de cielo me has de decir
amor.

miércoles, 28 de abril de 2010

Cambios de opinión



Dualidad: arte y tecnología, por Kimi-mo, 2007

Es posible que en numerosas ocasiones la posibilidad de un sencillo cambio de opinión se convierta en un auténtico conflicto interno. Una parte de nosotros se aferra a la idea del camino único y directo, sin encrucijadas o desvíos, así como a la lista de elementos rígidamente asociados a cualquier definición con la que se pueda etiquetar a las cosas, a las acciones, a las expresiones, a los demás, o a nosotros mismos. Un cambio de opinión altera el orden de estas cosas, y por lo mismo resulta molesto.

La serpiente crece, y muda su piel, y nosotros deberíamos dejar de usar la ropa que llevábamos cuando éramos niños, porque por cómoda y funcional que fuera en un momento dado, la verdad es que ahora nos queda pequeña y no sirve. Pero en ocasiones nos identificamos tanto con creencias y opiniones a través de las cuales nos definimos, que llegamos a encerrarnos en ellas, privándonos de la opción de seguir creciendo como personas.
Por más que nos urja tomar ese desvío que imperiosamente nos llama tememos que el cambio tire por tierra nuestro historial, quiebre nuestra coherencia, o comprometa nuestra constancia. Es posible que también sintamos cierto temor respecto a la opinión ajena, en el entendido que otros nos identificaron también con aquello que fuimos, y el cambio podría ser considerado desde fuera como una incongruencia, una decepción, o incluso una traición.

Para evitar una sobredosis de autocastigo derivada de esta clase de pensamientos, hay que recordar que la vida nos enseña en ocasiones más de lo que quisiéramos saber y todo lo que podemos hacer al respecto es tratar de estar a la altura de las circunstancias. En ocasiones un cambio de opinión es necesario, y de hecho, mientras nuestra conciencia duda al respecto seguramente el resto de nuestro ser ya lo haya aceptado e incorporado a su realidad y sólo espera a que esa parte de nosotros que se obstina en censurarlo termine por rendirse.

Los cambios no suelen producirse gratuitamente, son provocados por nuestro contacto con una información que antes no teníamos, ya sea de golpe en una sola experiencia, o bien por acumulacion de pequeñas dosis de información que van sumándose en nuestro interior hasta llegar a una especie de "masa crítica" que hace que nos demos cuenta de algo y provoca una reacción consciente por nuestra parte.
Por lo mismo, los cambios tampoco son por lo general tan espectaculares como la sombra que proyectan sobre nuestro temor; No dejamos de ser una persona para convertirnos en otra completamente desconocida, simplemente se produce una variación de mayor o menor intensidad en algún área de nuestra vida.

Llevo más o menos una década escribiendo y publicando en la red lo que me ha venido pasando por la cabeza, y entre todos los escritos hay algunos con los que aún puedo identificarme, y otros que, aún recordando qué me llevó a escribirlos, siento prácticamente como ajenos. Sé que en su momento tuvieron sentido para mí y supongo que podrán servir a otros, y por eso opto por no eliminarlos, aunque no tengan demasiado que ver con lo que ahora soy.
Pero más frecuentemente podría decirse que discuto conmigo misma a través de lo que escribo. Tenía una opinión formada sobre un determinado tema, con el tiempo me llegó información al respecto que antes desconocía y ante la cual no me quedó otra opción que variar la opinión original respecto al tema. En la mayoría de los casos no se trata de una lucha a muerte entre dos aspectos opuestos e irreconciliables, sino de un diálogo que tiene por resultado una síntesis de lo que, para mí, es lo mejor de ambas partes. Sin embargo, sé que debo estar preparada para aceptar una nueva variación, un nuevo juego de matices que agregar, en caso de que llegue aún nueva información. Nunca hay una versión definitiva, y esto es bueno en el sentido que no hay un techo que pueda frenar el crecimiento al respecto.

Si hubiera optado por aferrarme a lo que pensaba en un momento dado, no habría escrito ni la mitad, y aún así sería demasiado repetitivo... porque obviamente no habría nada que añadir o variar. No obstante, esto no ha impedido que existan ciertos principios a los que sin dificultad alguna he sido fiel a lo largo de los años, y con los que sinceramente no creo tener que romper jamás.

De hecho, considero que todas las pruebas de contraste, cambio y matización, nos ayudan enormemente a identificar aquellas cosas que sobreviven y permanecen en o con nosotros a lo largo de las diferentes circunstancias y etapas de nuestra vida y a ir perfilando el contorno de lo que realmente somos... algo que no es conveniente definir de antemano como algo terminado, ya que la construcción de nosotros mismos podría considerarse la única tarea que realmente nos pertenece por completo, un trabajo que no finaliza, cuanto menos, hasta nuestro último día sobre la tierra. Aprender y crecer es un ideal al que podemos ser fieles, coherentes y constantes , del mismo modo que deberíamos comprometernos con nosotros mismos, por encima de cualquier otra cosa y en primer lugar para que las cosas vayan bien.

Por último, respecto a las consecuuencias de nuestro cambio sobre otras personas, o sobre la opinión de éstas, es necesario recordar también que cada paso que damos es una experiencia personal, única, irrepetible y en muchos sentidos intransferible. Nunca estamos completamente solos, pero al mismo tiempo, el recorrido completo de nuestro camino individual sólo habremos de conocerlo nosotros. A lo largo de nuestro viaje por la vida, sin duda hemos de encontrar valiosos compañeros que nos acompañarán por un tiempo, a lo largo de tramos de mayor o menor longitud. En unas ocasiones sentiremos que son otros los que nos dejan, y en otras que somos nosotros los que nos separamos, pero el hecho es el mismo. No podemos temer nuestro propio camino, la necesidad de tomar el desvío, ya sea hacia una autopista o hacia un sendero de cabras. Es posible que volvamos a encontrar a nuestros compañeros, y es posible que una parte de ellos nos acompañe hasta el último de nuestros días, porque nos aportaron algo que ha llegado a ser parte de nosotros.

Desde esta perspectiva no queda espacio para el temor al cambio, y tampoco para el temor a las despedidas. Nunca lograremos que todas las personas nos entiendan y menos aún que nos aprueben, pero la disconformidad ajena también debe ser aceptada dado que no es algo que esté en nuestra mano poder cambiar. Si por el motivo que sea otra u otras personas no pueden acompañarnos en nuestro crecimiento, o a la inversa, es el momento de agradecer lo vivido y despedirse, con nuestros mejores deseos para que todos lleguen en las mejores condiciones al destino de su elección.

domingo, 25 de abril de 2010

Tropezar en el camino

Ofelia, John William Waterhouse, 1889

A medida que avanzamos en nuestro camino nos salen al encuentro numerosas dificultades; Tramos obscuros que parecen interminables, de los que sólo logramos salir ignorando la desesperación para descubrir la serenidad y abrazar la confianza. Sin embargo, nuestro camino no tendría demasiado sentido si careciera de estos tránsitos y experiencias que nos templan y fortalecen.

En cuanto nos damos cuenta de esto, tratamos de estar preparados para enfrentar dichas dificultades. Sin embargo, éstas siguen tomándonos por sorpresa, ya que no suelen ser las que imaginamos, o cómo las imaginamos. De hecho, a menudo no es sino después de un largo tiempo tras de haberlas pasado que nos damos cuenta de lo que fueron. Y aún con mayor frecuencia, por más que las hayamos superado exitosamente, no alcanzamos a identificarlas hasta que volvemos a vernos en una situación similar o paralela.

Así, mientras esperamos encontrarnos ante una hazaña que requiera un esfuerzo titánico por nuestra parte, o un monstruo de siete cabezas y colmillos venenosos, algo mucho más sutil llega arrastrándose por detrás para morder con fiereza nuestros tobillos. Con suerte, el dolor nos despertará de nuestra infinita ensoñación y tomar conciencia de la situación real en la que nos encontramos. Pero no pocas veces estamos tan obsesionados esperando la "cosa terrible" seleccionada por nuestra imaginación, que somos capaces de soportar el dolor y persistir nuestra temeraria invocación hasta que obtenga su respuesta... cuando nos damos cuenta de que ya no nos queda pie.

En ocasiones escrutamos el horizonte como si las nubes de la tormenta debieran acudir a nuestro llamado desafiante, y no vemos cómo los enemigos que dormitan en nuestra propia mente van ganando terreno. Tal vez sea porque nos cuesta admitir que las cosas puedan ser más sencillas, o porque hay algo en nosotros que adora el drama hasta el punto de creer depender de él, y empujarnos a darle una pequeña dosis con cada experiencia.

En el camino hay pruebas y trampas, pero hay muchos más tropiezos. Si vamos por la calle, tropezamos y caemos, posiblemente podemos levantarnos solos y seguir hacia dondequiera que fuéramos. Podemos hacer un auténtico drama de esto, pero no es el daño real y físico lo que más nos duele, sino la vergüenza de que otros nos hayan visto caer y puedan burlarse de nosotros, aún sabiendo que todos se habrán caído alguna vez.
En el camino del aprendizaje sucede igual. Tal vez hayamos pretendido proyectar una determinada imagen de nosotros mismos, apoyándonos en aquello que sabemos, en los buenos libros que atesoramos, en las fantásticas fotografías de nuestro último viaje, o en cualquier otra cosa... Pero tarde o temprano algo nos hará dar un traspié, y no será tanto para que otros descubran que hay detrás de la imagen proyectada, sino para que nosotros mismos podamos hacerlo.

Una vez hayamos rodado lo suficiente por el suelo, destrozando y empapando de fango nuestras mejores galas, llega ese momento en el que nosotros mismos reímos, no sólo por lo estúpido de nuestra torpeza, sino por darnos cuenta de todo aquello que no necesitamos. Con la caída nos levantamos más ligeros, y en lugar de tener una sensación de pérdida lo que sentimos es una vitalidad renovada.

De igual modo que por un sólo día, lluvioso o soleado, no puede determinar el clima, un tramo del camino es un fragmento que desprovisto de contexto pierde gran parte de su significado. Es difícil aceptar que incluso en nuestro momento más penoso, todo está bien; Que si nos hemos caído basta con levantarnos, y seguir, y que no pasa nada incluso si otros en lugar de tendernos la mano, se burlan o tratan de beneficiarse de nuestro tropiezo.

Lo aceptamos cuando comprendemos que no se trata de ganar o perder, de acumular o conseguir, de parecer o resultar... sino simplemente de acrecentar la conciencia acerca de nuestro propio ser, aquel que permanece tras el discurrir de los posibles acontecimientos y estados de ánimo, sin adornos y sin poses. Entonces caminamos mucho más seguros, tranquilos y confiados y, paradójicamente, terminamos por no tropezar tanto.

jueves, 22 de abril de 2010

Día de la Tierra

Doodle conmemorativo del día de la Tierra (2010)

El Dia de la Tierra se celebra en muchos países el 22 de abril. Sus inicios se encuentran en los EUA, cuando en 1970 fuera promovida por el senador Gaylord Nelson una manifestación en favor de la concienciación sobre los problemas medioambientales.

Sin embargo, la propuesta obtuvo una sorprendente respuesta por parte de la población, y el movimiento en torno a las revindicaciones del día de la Tierra creció y se organizó de forma autónoma y descentralizada. Aproximadamente 20 millones de estadounidenses se involucraron con la propuesta. Miles de colegios y universidades organizaron protestas en contra del deterioro del medio ambiente. Y los numerosos grupos que habían estado luchando contra los vertidos de petróleo, la contaminación industrial, los vertederos tóxicos, la pérdida de biodiversidad, etc. comprendieron que compartían valores y objetivos comunes. Por ello se considera que el Earth Day de 1970 marcó el inicio del moderno movimiento medioambiental (1).

En el 40 aniversario del evento, por primera vez la ONU se sumó institucionalmente a la celebración del día de la Tierra,(2) si bien éste ya era conmemorado de modo no oficial desde 1971, coincidiendo el equinoccio de primavera en el hemisferio norte.

También este año se celebró, coincidiendo con el día de la Tierra, en Bolivia, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los derechos de la Madre Tierra, en la que participaron dos tercios de los países del mundo (3). La CMPCC es llamada también "cumbre alternativa", en referencia a las cumbres mundiales sobre el clima, que si bien vienen celebrándose por la CMNUCC desde 1995, han defraudado especialmente en la última cita (Coppenhague, 2009), que no consiguó llegar a un acuerdo vinculante, ambicioso y justo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.





Recuperando el día de la Tierra


Como he mencionado en otros artículos, cuando contemplamos la vertiente política de la ecología corremos el riesgo de sentirnos impotentes. Creo que lo más importante del día de la Tierra es justamente lo contrario, la involucración y voluntad de acción de comunidades, pequeños grupos e individuos, capaces de funcionar de manera autónoma y descentralizada, en el trabajo por la conservación del medio ambiente. El día de la Tierra, no pertenece a un gobierno u organización, pertenece a las personas. Para muchas de las cuales el día de la Tierra, se celebra cada día.

Para recuperar esta dimensión, y centrarnos en aquello que sí podemos hacer, creo conveniente repasar el listado básico de acciones sencillas por el medio ambiente. Al tenerlo presente en nuestra vida diaria, desarrollamos una disciplina que nos permiten conectar, a través de pequeñas acciones, con la Tierra - y la Vida- que honramos y respetamos.



1. Reducir el consumo de agua.

Todo aquel que ha sufrido cortes de agua debido a la sequía sabe de la importancia de este recurso natural. Sin embargo, raramente las grandes ciudades se ven privadas de este bien, por lo que es más difícil concienciar a sus habitantes del valor del recurso que ellos desperdician, mientras otros carecen. No se trata de escatimar, o privarnos, sino de evitar malgastar.
No dejar correr el agua mientras nos lavamos los dientes o enjabonamos la vajilla, o tomar una ducha rápida en vez de un baño. Aprender a reutilizar el agua, por ejemplo, el agua del aclarado de los platos puede emplearse para la limpieza de suelos o en sustitución de la descarga del W.C. (la cantidad de agua potable que se pierde en el W.C. es vergonzosa). En caso de contar con terrazas o patios al aire libre, vale la pena recoger el agua de lluvia para el riego de las plantas.

2. Reducir el consumo de energía eléctrica.

No se trata de ir corriendo a la tienda de electrodomésticos para cambiar los que tenemos por otros de bajo consumo (aunque si vamos a comprar algo nuevo, tengámoslo en cuenta), sino, nuevamente, de no malgastar. Apagar luces y electrodomésticos cuando no se estén utilizando. Sustituir las bombillas convencionales por otras de bajo consumo eléctrico. Llenar la lavadora, en lugar de hacerla funcionar sólo con dos pares de calcetines y un suéter (con esto también se ahorra mucha agua), no dejar la puerta del refrigerador abierta.


3. Reducir el uso de vehículos privados.

Todos conocemos a alguien que usa su coche hasta para ir a comprar el pan, es obvio que eso no es necesario. Aunque el transporte público tiene sus desventajas, ciertamente termina compensando en lo que a tiempos y gastos se refiere. Si no hay más remedio que usar el coche, siempre podemos compartirlo con otros compañeros en nuestros desplazamientos al trabajo, centro de estudio o destino vacacional. Aunque en algunas ciudades se dificulta el ir en bicicleta, en otras no hay excusa. Por último, nunca está de más recordar que la mayoría de humanos cuenta con un par de piernas para desplazarse, y que caminar 30 minutos al día es una costumbre que puede ayudarnos a mantenernos saludables.


4. Reducir el consumo de bolsas y empaques.

En cuanto comprendemos cuánto tiempo tardan en degradarse el plástico y otros componentes de los empaques comerciales, nos invade una cierta angustia (4). Sobrepasándola, lo cierto es que no necesitamos todas esas bolsas y empaques con los que volvemos del supermercado, la panadería o la frutería. Podemos tener nuestra propia bolsa de la compra, y simplemente separar las verduras y demás a la hora de pesarlas. Cuando, de todos modos llegamos a casa cargados de bolsas, porque nos dejamos la nuestra en casa, o porque no había más remedio, siempre es posible darles al menos un segundo uso, empleándolas como bolsas de basura.


5. Gestionar correctamente los residuos y reciclar.

Por lo mismo que se comenta en el punto anterior, los humanos gastamos cantidades ingentes de energía y otros recursos en la fabricación de materiales y productos de poca utilidad que teminarán contaminando el medio ambiente.
Reciclar es la manera de reducir tanto la producción como la contaminación, dando un segundo uso al material. Tampoco se trata únicamente de tirarlo al contenedor correspondiente: en primer lugar deberíamos preguntarnos si realmente ha finalizado la vida útil del producto ( es decir: ¿realmente ya no sirve?), si podemos seguir usándolo como veníamos haciendo, o bien emplearlo para otra cosa. Si realmente ya no sirve para nada, entonces sí, depositémoslo en el contenedor correspondiente.

Estoy segura de que la mayoría de las personas que lean este artículo cumplen con al menos dos puntos de la lista en su vida cotidiana, ahora, pueden probar con otros. Si se cumple con todos, en mayor o menor medida, puede ser una buena ocasión para plantearse nuevas propuestas y acciones :)



NOTAS:

(1) Earth Day, Wikipedia.
(2) La ONU celebra el Día de la Madre Tierra con llamado a desarrollo sostenible EFE
(3)
ONU considera que dos tercios de los países del mundo alzaron su voz en Bolivia ABI
(4) Cuanto tarda.

martes, 20 de abril de 2010

Tradición, conocimiento y ética


En ocasiones el poder de una palabra nos ayuda a establecer relaciones, a encontrar la siguiente pieza del rompecabezas, o el siguiente peldaño de la escalera. En otras, lamentablemente, actúa como un cerrojo o una trampa, despistándonos, haciendo emerger nuestros propios prejuicios o ideas preconcebidas, que nos impiden acercarnos a la realidad tal como es.

Hay palabras que ejercen cierto poder sobre nosotros en función de aquellas imágenes o significados asociados que son capaces de evocar en nuestra mente. Los publicistas -profesionales o vocacionales- lo saben, y localizando las palabras adecuadas en un momento determinado, las emplean en las etiquetas de los productos que desean vender, ya se trate de ropa, alimentos, publicaciones o paquetes vacacionales. Entre esas palabras, prácticamente mágicas por sí mismas, con la que a menudo nos enfrentamos es "tradicional" (1).

Una "tradición" es un cúmulo de información transmitida de generación en generación, lo cual no indica nada acerca de la relevancia, la calidad o la utilidad de dicha información y, dicho sea de paso, tampoco especifica cuántas generaciones se ven implicadas en el proceso.

Cuando alguien trata de vender bajo la etiqueta tradicional posiblemente esté tratando de evocar un origen más remoto en el tiempo - ligándolo a ese otro prejuicio común según el cual "todo pasado fue mejor" - , pero ciñéndonos a la definición del diccionario, cualquier cosa que pase de abuelos a padres y de éstos a hijos podría considerarse una tradición familiar. Sin embargo, muchos compradores del yogur "tradicional" de fábrica lo están eligiendo precisamente por la imagen de la leche ordeñada a mano que centellea en la antesala de la conciencia.

Obviamente, existen también tradiciones que han implicado un número mucho mayor de generaciones, tradiciones antiguas que comúnmente se ligan a una localización geográfica específica, o a un grupo humano limitado. Sin embargo, considero que la antigüedad como valor sólo puede aplicarse en dos casos; cuando el cúmulo de información no ha sido fragmentado en el proceso de transmisión, o, de modo secundario, cuando aún habiendo sido sesgado/transformado lo que ha quedado del origen ha seguido resultando al menos útil y funcional a lo largo del tiempo.

Desgraciadamente la tradición y el conocimiento pueden tomar direcciones opuestas. Existen muchas tradiciones antiguas vacías o medio vacías, en las que se mantiene la forma externa, pero se olvida el contenido, los porqués y los cómos. Si conseguimos un fuego, y lo mantenemos vivo, gozaremos de los beneficios que éste trae a nuestras vidas, pero si por cualquier eventualidad esa llama se extingue, y no sabemos o hemos olvidado cómo volverla a encender, todo se perderá con ella. Sólo cuando sepamos encender el fuego, éste nos va a pertenecer por derecho propio, sin que dependamos de la conservación íntegra de una reliquia concreta.

La tradición medio vacía corre el riesgo de devenir algo rígido y sin demasiado sentido. Dado que sólo posee un número limitado de opciones para conseguir el resultado deseado pretende conservarlas celosamente envueltas en secreto y misterio, porque al igual que esa llama de la que hablábamos antes, al desconocer los mecanismos que operan tras éstas, si se pierden será incapaz de recuperarlas.

Cuando tenemos idea de porqué o cómo funcionan las cosas, cuando contamos con el conocimiento real, somos capaces de experimentar en un campo mucho mayor de opciones y posibilidades para alcanzar los mismos resultados, pudiendo incluso llegar a mejorarlos. En el conocimiento real, el misterio se reserva al nivel de lo inefable... El misterio no se puede rebajar a echar tierra sobre lo que simplemente no sabemos, puesto que en todo caso eso es sólo ignorancia disimulada.

Es necesario entender, por lo tanto, que el conocimiento puede tener un origen remoto y haber sido transmitido a través de las tradiciones, pero siempre es actual. Y por otro lado, que las tradiciones en sí pueden igualmente haberse desvinculado del conocimiento en uno u otro momento. La tradición es como la corriente del río, mientras está viva hace correr el agua, sin embargo hay que tener en cuenta que lo hará tanto si se trata de agua potable como de agua residual.

Desgraciadamente, una tradición puede arrastrar elementos que en origen debieron ser funcionales, pero que en la actualidad y tal vez tras unas cuantas modificaciones - errores de copia- a lo largo del tiempo resulten irrelevantes, equívocos o incluso nocivos (2). Dada la rigidez , provocada por el temor, de las tradiciones vacías, estos mismos elementos contrarios al conocimiento real, pueden perpetuarse mucho más allá de lo que la lógica nos haría pensar.

Este es también el punto en el que la tradición y la ética pueden chocar y, por lo tanto, aquel en el que deberemos esforzarnos por encontrar ese difícil equilibrio entre la tendencia de imponer nuestros propios valores sobre otros y el relativismo absoluto.

Hace tiempo supe de un caso en el que los parientes de una persona con problemas de adicción habían llegado a contactar con un brujo indígena tradicional buscando una solución al problema. Este brujo no era en absoluto un impostor, y la efectividad de sus trabajos estaba comprobada. Sin embargo, el trabajo mágico debía realizarse sin que el sujeto al que se pretendía ayudar supiera nada de ello. En consecuencia, cuando preguntaron mi opinión, comenté que no tenía motivos para dudar de la autenticidad de las prácticas de aquel brujo, ni de su efectividad, pero que aquella no podría ser una opción para mí, dado que el procedimiento a seguir era contrario a mi ética.

perfectamente que a través de la magia, incluso de la magia desligada del conocimiento de los porqués y los cómos, se pueden lograr cosas increíbles ( y esto puede ser una auténtica tentación, sobretodo si hemos caído en la desesperación); Pero el hecho de convertir a alguien en marioneta de una voluntad ajena no me parece precisamente una ayuda a esa persona, independientemente de que esa marioneta vaya a ser enviada a robar un banco o a un centro de rehabilitación. Cualquier individuo, en cualquier situación, debe tener la voluntad de ayudarse a sí misma, siendo consciente de sus procesos, tomando sus decisiones, y todo lo que podemos hacer por ella es apoyarla en el trabajo que ha iniciado por sí misma.

No se trata de que las tradiciones sean auténticas o falsas, provechosas o nocivas, sino de que esto dependerá del tipo de contenido que se esté transmitiendo de generación en generación. Hay de todo. Y como queda claro que no podemos generalizar, cada elemento deberá ser analizado de modo independiente, teniendo en cuenta su contexto íntegro.

En ocasiones, incluso cuando podamos comprender y respetar parte o la totalidad de una tradición, podremos también no estar de acuerdo con ello, no contemplarlo como una opción en nuestra vida, por motivos personales. Sin olvidar que tampoco será demasiado cortés (ni sensato) entrar en casas ajenas para decir qué deberían cocinar para la cena... Todo cuanto podemos hacer es tener unas cuantas recetas a mano, por si llegan a preguntarnos por ellas.

De todos modos creo que el buscador deberá plantearse una o varias veces a lo largo del camino si su búsqueda está enfocada a ese conocimiento ulterior y siempre actual localizable tras multiplicidad de manifestaciones o si la búsqueda se dirige prioritariamente hacia la pertenencia a (o identificación con) un grupo humano y una construcción cultural determinados por factores como la geografía, la etnia, o un periodo en la historia de la humanidad.

En realidad, cualquiera de los dos senderos puede llegar, en un momento dado, a fundirse con el otro, pero antes de que esto se produzca, deberemos haber tomado importantes decisiones y resuelto conflictos internos de los que nadie podrá ocuparse en nuestro lugar.


Notas:

(1) Otro día hablamos de lo "natural", o de lo "innovador" :)

(2) "En toda cultura hay costumbres importantes que celebran las transiciones del ciclo vital, perpetúan la cohesión comunitaria o transmiten valores tradicionales a las nuevas generaciones. Estas tradiciones reflejan las normas de cuidado y comportamiento basadas en la edad, la etapa de la vida, el sexo y la clase social. Si bien muchas tradiciones fomentan la cohesión y la unidad sociales, otras menoscaban la salud física y psíquica y la integridad de los miembros de la comunidad (...). Factores como el acceso limitado a la educación, la información y los servicios permiten la persistencia de las que resultan más nocivas." Lauren Hersh, en su artículo " Renunciar a las prácticas nocivas, no a la cultura".

(3) La imagen del artículo es un fragmento de " La fabula de la joven y el cubo de leche", de Kate Greenaway (1905) tomada del blog Odisea 2008 .

viernes, 16 de abril de 2010

Enheduanna y los himnos a Inanna


Enheduanna vivió entre el 2285 a.n.e y el 2250 a.n.e. Hija del rey Sargon de Acadia, fue nombrada suma sacerdotisa del dios lunar Nanna, en Ur. Sus himnos a la diosa Inanna son una de las primeras manifestaciones literarias conservadas, siendo la primera autora conocida por la historia ( la primera persona que firma los escritos con su nombre). Los himnos muestran una relación personal con la divinidad, siendo la manifestación verbal más temprana de una conciencia individual acerca de la vida interior.

Enheduanna veneró especialmente a la diosa a la que van dirigidos los Himnos, jugando un destacado papel en la fusión de las figuras de la Ishtar acadia y la Inanna sumeria. Su himno más famoso, el Nin-me-sara , fue escrito como una petición a la diosa, al haber sido desplazada de su cargo de suma sacerdotisa por la rebelión rey sumerio Lugal-Ane.

"Yo, la que alguna vez se sentó triunfante
fui arrojada del santuario,
como una golondrina [Lugal- Anne]
me hizo volar por las ventanas,
y mi vida se fue consumiendo…” (1)



"¡Soy tuya! ¡Siempre será así!
Aunque tu corazón se enfríe para mí
Aunque su comprensión... compasión...
He experimentado tu gran castigo." (2)


De acuerdo con
Annette Zgoll, el pueblo sumerio creyó que el Nin-me-sara fue escrito de un modo tan efectivo que las pregrarias a Inanna obtuvieron como respuesta las 9 victorias que dieron fin a las batallas entre sumerios y acadios. Tras estas victorias, Eneheduanna recuperó su puesto como suma sacerdotisa de Nana.

"Señora de todas las esencias, llena de luz,
Mujer vestida con el resplandor de la bondad
A quien aman los cielos y la Tierra,
Del templo amigo de An,
Te vistes de grandes ornamentos,
Deseas la diadema de las grandes sacerdotisas
Aquellas que sostienen las siete esencias,
Tú las has tomado y las has colgado
En tu mano.
Tú has reunido las santas esencias
Y te las has puesto
Ajustadas en tus pechos.

(...)

Como un dragón has llenado la Tierra
Con veneno.
Como un rayo cuando ruges sobre la Tierra,
Los árboles y las plantas van cayendo delante de ti.
Eres la sangre que desciende de la montaña,
Eres la primera,
¡Inanna, Diosa de la Luna, del Cielo y de la Tierra!
Lanzas tu fuego y lo derramas en nuestra nación.
Señora que vas montada en una bestia,
An te da los atributos, las órdenes santas;
Y tú decides.
Tú estás en todos nuestros rituales.
¿Quien puede entenderte?" (3)

El Nin-me-sara fue venerado como texto sagrado y 500 años después de la muerte de Enheduanna, aún se empleó como un texto copiado por los escribas durante su formación.




Notas:

(1) El Imaginario femenino, Andrea Saldaña (PDF)
(2) En-hedu-ana (Wikipedia)
(3) La Prostituta Sagrada, Nancy Qualls-Corbett. Colección La Lámpara de Psique.Ed. Obelisco, Barcelona ,1997

La imagen corresponde al "disco de Enheduanna", una placa votiva de alabastro encontrada en las excavaciones de Ur (Iraq). En él aparecen cuatro figuras en una ceremonia, un sacerdote desnudo que realiza la libación en frente de un elemento arquitectónico de cuatro niveles. Este edificio suele interpretarse como una primera forma de zigurat. La mujer identificada como Enheduanna, sostiene su mano levantada en señal de saludo. Es la figura más alta, con la cabeza tocando la parte superior del friso, y por lo tanto el más importante de las cuatro personas que aparecen.
Detrás de Enheduanna se hallan dos figuras adicionales. Beijing World Art Museum.

domingo, 11 de abril de 2010

Regreso al bosque




Al pisar el camino semi-oculto me di cuenta que hacía mucho que mi cuerpo reclamaba el cúmulo de sensaciones que en aquel momento salían al encuentro; el olor a hierba y tierra húmeda, el tacto de las plantas de los pies sobre el irregular sendero, salpicado de rocas y barro, la visión de la luz filtrada por las hojas de los árboles... Y dejar que nuestros sentidos roben toda la atención de nuestro ser, centrándola en un presente que escapa del tiempo, abrazando esa serenidad y silencio que no requieren forzosamente de la quietud.


Recuperar esa sensación de espacio, la posibilidad de caminar, de explorar un territorio a la vez tan nuevo y tan familiar, sin encontrar más que un anciano en su burro, o un pastor con su rebaño de ovejas, cruzar el breve saludo de los caminos y seguir... Transitar sin prisa por los bosques sombríos y las pequeñas laderas soleadas, sin saber exactamente dónde nos encontramos, pero sin miedo a la pérdida. Constatar que hay cosas que no cambian con el paso del tiempo, que aquellos juegos de la infancia no han dejado de ser nuestros preferidos, que hemos abierto nuevas preguntas sobre las mismas cuestiones.



Tomar el sol, disolvernos en ese silencio lleno de sonidos, comer con tanto deleite que el bocado más sencillo se ve elevado a la categoría de manjar. No percibir dolor ni molestia alguna, ni cansancio, ni aburrimiento. Sentir que todo está bien, que todo es perfecto y poder abandonarnos al latido de nuestra propia vida como un niño dormido entre los brazos de sus padres, con una sensación de tranquilidad y confianza absolutas, muy lejos de las garras de cualquier temor.



Y respirar, sin a penas darnos cuenta, de un modo distinto, como si con cada exhalación fuera posible llevar algo del maravilloso entorno a nuestro interior, como quien toma una llama de una gran hoguera para encender la propia. Exhalar como si tras un largo viaje nos fuera al fin permitido dejar ir viejas y pesadas cargas que ya no nos corresponde llevar. Sonreír al sol, a las nubes y a la lluvia por igual, y dejar que el ambiente nos envuelva con su esencia, como nuestra piel pudiera absorber aquello que nuestro cuerpo buscaba, o como si el bosque mismo pudiera recubrirnos con un manto verde y sutil, reflejado en un nuevo y extraño brillo en nuestros ojos.



Y en un paseo, ajeno al tiempo del reloj, muy cerca y muy lejos al mismo tiempo, dejar que la vida nos tome de la mano y nos lleve a reencontrar lo que somos por debajo de las capas que eventualmente hayan podido eclipsarnos. Amor salvaje, infinito agradecimiento.




PD: Como decía al hablar de las necesidades y los recursos, en la mayoría de casos no necesitamos demasiado tiempo, esfuerzo o dinero, ni grandes desplazamientos para satisfacer nuestras necesidades. Todas las fotos fueron tomadas en la reserva ecológica de los Dinamos, dentro del mismo Distrito Federal, aproximadamente a una hora de mi casa, gastando 10 pesos (menos de un euro) por el transporte público... lo complicado es aclararse con los camiones.

sábado, 10 de abril de 2010

Necesidades y recursos disponibles

Si en algo estoy de acuerdo con el fragmento de Matthews que comentaba el otro día, es que, en demasiadas ocasiones, nos encerramos torpemente, incluso sin darnos cuenta, en una cárcel de muros invisibles. Una parte de nosotros lo sabe y nos reclama, otra (u otras) voces en nuestro interior tratan de silenciarla con un listado casi infinito de excusas; no tenemos tiempo, está demasiado lejos, es demasiado caro, demasiado complicado... Una larga lista de prejuicios internos nos impiden ver lo que está a nuestro alcance, y los recursos con los que contamos, por más que estén delante de nosotros.

La cultura de la abundancia ( y del desperdicio), en la que muchos hemos crecido nos aleja de la conciencia de que las auténticas necesidades nunca se refieren a grandes cantidades de nada, sino a las cantidades suficientes, que además suelen ser muy pequeñas. En la mayoría de casos, una inversión mínima de tiempo, dinero, desplazamiento o atención bastaría para satisfacer la necesidad que nos apremia y se agudiza con el paso del tiempo.

Cuando pensamos atender esa necesidad con una considerable cantidad de recursos, nos vemos obligados a aplazar la respuesta, para descubrir finalmente que, en el tiempo en que tardamos en reunir o acumular estos recursos, la necesidad original ha cambiado, y han venido a reunirse bajo su sombra muchas otras. Nuestra generosa respuesta a sus reclamos termina por resultar inútil, dejándonos una desagradable sensación de haberlo malgastado todo para nada.

En lugar de dejarnos frustrar y desanimar por la experiencia, vale la pena aprender de ella, y dedicar el tiempo de la lamentación y el arrepentimiento a algo más útil, como hacer una lista de aquello que realmente necesitamos, y aquello de lo que realmente disponemos. Ver luego el modo en cómo ambos se corresponden y darnos cuenta de cómo siempre, sea cual sea nuestro estado, tenemos lo suficiente para cubrir nuestras verdaderas necesidades, que son la base sólida sobre la que construir cualquier cosa que nos propongamos.

Toda nuestra visión sobre lo que estábamos haciendo puede cambiar, podemos ver cómo se esfuman muchas de las preocupaciones que arrastramos acerca de nuestro abastecimiento, y muchas dudas acerca de nuestras propias capacidades.

Posiblemente nos demos cuenta, también, de que mientras tratábamos de construir un delicada o ambiciosa obra estábamos racaneando algún elemento crucial de su base, sin la cual es imposible que nuestro proyecto pueda sostenerse. Por suerte, a estas alturas también sabremos que no es demasiado complicado enmendar esta falta.

Cuando se habla de buscar la satisfacción inmediata, usualmente se está hablando de la búsqueda infinita de distractores que nos sirvan para ignorar las auténticas necesidades. Esta satisfacción inmediata no tiene nada de satisfactorio, se trata de un mecanismo de evasión; Los elementos considerados "satisfactores inmediatos" son la otra cara de la moneda de las necesidades ficticias.

Por esto, a la hora de elaborar nuestras listas de necesidades y recursos hay que tener en cuenta el orden de prioridades, desde lo más básico a lo más elaborado, y su posición en el tiempo. Los elementos que constituyen el grupo más básico (como pudieran ser las necesidades de alimentación o de un auténtico descanso), pueden parecernos también los menos atractivos, pero son aquellos que debemos atender a la mayor brevedad.

Con frecuencia, estamos acostumbrados a prescindir de uno o varios de éstos elementos básicos, porque podemos "ir tirando" a pesar de estas carencias. Lo que usualmente no percibimos es que si solucionamos estos asuntos pendientes, en lugar de "ir tirando", podríamos avanzar mucho más ligeros, disfrutando del recorrido, y reservar nuestros esfuerzos para cuando realmente sean requeridos. El estado de estos básicos define bastante bien las condiciones de nuestro trayecto. Y puede ser bastante sorprendente darse cuenta de como un mínimo cambio en este aspecto puede modificar todo el resto.

Una vez repasamos el listado de necesidades básicas y las atendemos como debe ser, estamos mucho mejor preparados para dar el siguiente paso en la dirección que hayamos elegido. Por un lado, nada en nosotros nos está llamando la atención para resolver los problemas pendientes de esta área, por lo que tenemos mucha más energía y atención disponible para dedicar a otra cosa. Por otro lado, al estar más despiertos y enérgicos estamos también más capacitados para identificar los recursos a nuestro alcance y empezar a trabajar en la resolución de necesidades menos inmediatas o de cualquier proyecto nuevo, con la confianza de que las oportunidades para abastecernos de nuevos recursos aparecerán a medida que sigamos avanzando, y, lo más importante, estaremos en condiciones óptimas para identificarlas y aprovecharlas en el mismo momento en el que aparezcan.

jueves, 8 de abril de 2010

Los castigos a la franqueza




King Lear: Cordelia's Farewell, Edwin Austin Abbey, 1898


En la Historia Regum Britanniae , escrita por Geoffrey de Monmouth en el siglo XII, aparece la historia del rey Leir de Britania, que algunos siglos después Shakespeare adaptaría para su tragedia El Rey Lear.
A grandes rasgos, el rey decide retirarse y repartir sus territorios entre sus tres hijas, Goneril Regan y Cordelia, a las que somete a prueba solicitando que expresen su afectos hacia él . Goneril se deshace en halagos para con su padre, y Regan aún es capaz de superarla; Sin embargo Cordelia , abrumada por la descarada adulación de sus hermanas mayores, guarda silencio confiando en que la sinceridad de su afecto habrá de pesar más que la belleza de las palabras. Inquirida por el rey, Cordelia declara que lo quiere como a un padre. Sin embargo, no es esto lo que el rey quiere oír;

" LEAR
¿Tan joven y tan áspera?
CORDELIA
Tan joven, señor, y tan franca.
LEAR
Muy bien. Tu franqueza sea tu dote, pues, por el sacro resplandor del sol, por los ritos de Hécate y la noche y toda la influencia de los astros que rigen nuestra vida y nuestra muerte, reniego de cariño paternal, parentesco y consanguinidad, y desde ahora te juzgo una extraña a mi ser y mi sentir.(...)"
De este modo el rey reniega de su hija menor, retirándole de una vez dote, bendiciones y estima. Cuando el conde de Kent alerta al rey del desatino de su acción es desterrado. Por otro lado, al carecer de dote, el duque de Borgoña, pretendiente de Cordelia hasta el momento, la rechaza. Y es finalmente el rey de Francia, quien también la pretendía, el que se casa con ella a pesar de su cambio de estatus, declarando "ella misma es una dote".

La parte correspondiente a Cordelia se divide entre sus hermanas, y el rey decide pasar un periodo en casa de cada una de ellas. Cordelia anticipa al despedirse de sus hermanas lo que sucederá a continuación:
"(...) Sé bien lo que sois, aunque, como hermana, no puedo llamar a vuestras faltas por su nombre. Quered a nuestro padre: lo encomiendo a vuestro amor declarado. Mas, ¡ay!, si gozase yo aún de su afecto, le depararía otro alojamiento(...)"
Las declaraciones de las hermanas mayores , efectivamente, no eran palabras vacías, y cuando el rey se hospeda en sus respectivas casas, sus hijas tratan de hacerle la vida imposible. En este punto la trama se complica y sólo añadiré que, tras algunas vicisitudes, cuando el rey ya enfermo se reencuentra con Cordelia, ésta hace lo posible por atenderlo. Y aunque la historia sigue, nos vamos a detener aquí.

Recuerdo un cuento paralelo, en el que un rey preguntaba a sus hijas cuánto le querían, y al responder la menos "te quiero como a la sal", ganándose el desprecio de su padre y la expulsión del reino. Entonces, después de que la reina ordenara retirar la sal de las comidas reales, el rey se daba cuenta de su error y, arrepentido, se reencontraba afectuosamente con la hija de la que había renegado.

Como en el cuento de "El traje nuevo del emperador", parece que todos están obligados a cumplir con la orden nunca expresada, de decir que se ve lo que nadie ve y que, además, es maravilloso. Pero si en el relato de ese emperador que desfilaba desnudo, engañado por astutos oportunistas, la sinceridad del inocente parece liberar a todo el pueblo de la mentira, en la historia del rey Lear queda reflejado como esta franqueza opuesta a la adulación es interpretada como signo de orgullo o desobediencia, y severamente castigada.


I.

El tema es, a pesar del paso de los siglos, tan actual ahora como en el tiempo en que nació el relato. Seguimos rodeados de corrientes que nos exigen alinearnos y adoptar determinados puntos de vista como si se tratara de dogmas de fe. Y cuando algo en esta lista de dogmas no nos parece correcto (o no lo vemos, o no lo entendemos) entonces somos nosotros los que estamos mal, los que disgustamos a la autoridad/es, al resto del colectivo, que ejemplarmente nos retira su afecto y su confianza, expulsándonos como a algo que se ha corrompido. Una nota discordante que es necesario acallar, por activa o por pasiva... Hasta que llega el momento en el que prevalece por encima de cualquier voz un tenso silencio.

Cordelia evita hablar de lo que sabe de sus hermanas, evita usar ese conocimiento en su defensa, porque el tiempo se encargará de demostrar la sinceridad y naturaleza de cada cuál. Y efectivamente, no tiene mucho sentido tratar de pelear por el afecto o reconocimiento que quienes no pueden aceptarnos tal como somos.

El dar vueltas y más vueltas al pensamiento tratando de encontrar las mejores palabras, los gestos más adecuados, la imagen que nos asegurará el éxito en un determinado contexto social, es una tortura que no lleva a nada bueno. Si construimos una máscara de tal grosor que eclipse por completo nuestro ser corremos el riesgo de desgastarnos para poderla mantener, o incluso de quedar presos en ella.

De hecho, mostrarnos tal como somos tiene a menudo la ventaja de esclarecer los caminos: En ausencia de la dote, el duque de Borgoña deja de pretender a Cordelia, mientras que el rey de Francia, que la pretende por lo que ella es y no por los beneficios que se le asocian, la acepta encantado.

En ocasiones, el precio de ser uno mismo es muy alto, pero en última instancia es lo único que uno puede ser, si pretende mantener la integridad de su existencia. El proceso puede ser doloroso, y tal vez debamos recordar muchas veces lo que Cordelia sí se atreve a alegar al padre que de ella reniega:
(...)No es ninguna mancha, crimen o vileza, indecencia, ni acto ignominioso lo que me priva de vuestra gracia y favor, sino algo cuya falta me enriquece: mirada obsequiosa y una lengua que me alegra no tener, aun cuando no tenerla me haya costado vuestro afecto.

II.

Pero no se trata sólo de cómo nuestra sinceridad nos enfrenta a un determinado medio social, o llega a afectar en nuestro rol dentro de un colectivo. Se trata también de cómo nosotros mismos, en el rol de Lear, podemos obcecarnos y errar el juicio en nuestras relaciones personales, cuando alguien no nos habla en los términos que esperamos o queremos escuchar.

Cometemos la misma injusticia cada vez que cerramos los oídos a las voces de aquellos que nos estiman y nos quieren bien, y son francos con nosotros... pero cuyas palabras no nos gustan o simplemente no nos parecen lo suficiente importantes.

Hay que tener en cuenta que cada persona se expresa en función de sus posibilidades, que pueden variar dependiendo del contexto, o de su propio estado anímico. Más que las palabras perfectas, o las demostraciones puntuales, tenemos que tener en cuenta a la persona que se encuentra detrás de ellos, tratando de comunicarnos algo que, tal vez, le sea difícil de expresar - sobretodo cuando es algo que sabe o intuye que no nos va a gustar demasiado-.

En ocasiones generamos tantas espectativas que somos incapaces de reconocer el valor de lo real, en ocasiones estamos inmersos en ensoñaciones o proyecciones ornadas conforme a un modelo artificial que nos espanta la desnudez de lo sencillo.Y esto también nos ocurre, desgraciadamente, con aquellos que nos rodean.

Es importante no ignorar o censurar a nuestro interlocutor, sino prestarle toda nuestra atención, tratando de entender qué hay detrás de aquello que nos parece irrelevante, o no nos gusta. Tampoco es conveniente caer en la autocensura, pues al callarnos vamos acumulando emociones negativas, mientras que privamos a la otra persona de la oportunidad de saber qué es lo que nos molesta -algo que tal vez no le importaría evitar-. Por otro lado, no solemos disimular tan bien como para que la otra persona no se de cuenta de que algo de lo que nos dice no nos gusta, pero si no le aclaramos lo que es, llegará un momento en el que la sensación será tan incómoda que ya no nos querrá hablar.

Cuando las vías de la comunicación - no sólo las palabras, sino las miradas, los gestos, las acciones, etc.- se van volviendo intransitables y descuidándose hasta perderse, cualquier relación humana se condena a la extinción. Hasta el punto que, un mal día, podemos encontrarnos que cualquiera de nuestros allegados más próximos se ha convertido en un vecino con el que hablamos del tiempo.


Notas:

1. Todas las citas del Rey Lear de Shakespeare se tomaron de la versión en línea de e-text.org .
2. La imagen está tomada de Wikimedia Commons.

lunes, 5 de abril de 2010

Dion Fortune y el paganismo moderno

Soy la que antes de que la tierra se formó
Rosa del mar.
Oh primogénito Amor, ven a mí,
Y permite que el mundo se forme de mí y por ti.

Dador de la vid y el vino y el éxtasis,
Dios del jardín, pastor del prado -
Portador del miedo, que hace huir a los hombres,
Yo soy tu sacerdotisa, respóndeme!

He aquí que yo recibo los dones que me traes -
La vida y más vida, en pleno éxtasis.
Yo soy la luna, la luna que te acercaré.
Yo soy la tierra esperando que te necesita.
Ven a mí, Gran Pan, ven a mí!

Dion Fortune
Durante años, he asociado el nombre de Gareth Knight a una breve publicación que lleva por título “Ejercicios y prácticas ocultos”, misma que lo convirtió en uno de mis autores de referencia, por su sencillez y practicidad, pero sobretodo por la ausencia de ese terrible olor a desprecio que se desprende de aquellos autores que o bien ven a la humanidad como una masa de potenciales clientes, o bien como un rebaño de "dormidos" o "esclavos" entre los que raramente destacará un grupo selecto - por supuesto, el público al que dirigen sus obras-.

Pero lo cierto es que hasta el momento en que encontré la conferencia publicada en Ouroboros, extraída del blog del autor Gareth Knight News & Ideas, no se me hubiera ocurrido relacionarlo directamente con el movimiento pagano (tampoco a Dion Fortune). Lo cual, por otra parte, es uno de esos descubrimientos muy personales que nos hacen sentir como llegando tarde a un banquete en el que la mayoría de invitados van por el segundo o tercer plato, recordándonos una vez más las particularidades de seguir un camino de aprendizaje no lineal. Es motivo de alegría recordar que ya sabemos todo o mucho de cuanto necesitamos en el presente, pero también lo es darse cuenta de las cosas que nos quedan por saber, o por descubrir. Incluso independientemente de que se trate de cuestiones de conocimiento general.

Por estos motivos - y, adicionalmente, porque se menciona a Prattchet-, me decidí a traducir la conferencia, aunque el inglés no sea lo mío, tratando de adelantar la tarea hasta un nivel de comprensión básico (bienvenidas sean las correcciones), volviendo a la filosofía del Do it Yourself, y desde el planteamiento de que un poco es, en muchas ocasiones, mejor que nada.


"Vida Mágica" me pareció un título poco descriptivo - por ello creí conveniente añadir una nota preliminar y escribir al respcto en Perro Aullador- para una conferencia en la que, salvo por un par de pinceladas en la introducción, Gareth Knight habla poco su propia vida y obra para centrarse, en una primera parte, en las de Dion Fortune, citando algunos pasajes de sus novelas, remontando hacia sus fuentes de inspiración y remarcando su influencia en el paganismo actual.

Y una vez que se empieza algo, hay que procurar terminarlo. Por eso he decidí conservar la segunda parte de la conferencia, en la que Knight pasa a hablar del trabajo con los mundos feéricos, tal como lo han presentado los autores modernos R.J. Stewart y John Matthews. Aunque el material feérico no es algo que llame demasiado mi atención, tengo que añadir que por muy bien que me caiga Knight (uno de los pocos autores que he conservado conmigo), creo que es interesante y necesario contrastar la información proporcionada, por ejemplo, con el artículo de Robin Artisson "El reino de las hadas", traducido al español y publicado recientemente por Francis Ashwood en Dioses Eiralbos, a fin de localizar un término medio en lo que se refiere a una posible relación humana con el reino feérico.

sábado, 3 de abril de 2010

NdP: Retoños del árbol caído

Fuente: RIA Novosti

Los primeros retoños aparecieron en la base de un árbol sagrado que cayó en el templo sintoísta de Tsurugaoka Hachiman-gu (Kamakura, antigua capital del Japón, prefectura de Kanagawa) al empuje de un ventarrón en marzo último (...). Ese árbol llamado ginkgo, de treinta metros de altura, tenía al menos 800 años y se consideraba sagrado. La administración del tempo pidió consultas a unos científicos, los que aconsejaron volver a colocar en el suelo las raíces del árbol que habían quedado intactos. Y he aquí que la base del antiguo árbol dio los primeros retoños.(...) Tsurugaoka Hachiman-gu puede considerarse el principal entre los numerosos templos sintoístas de Kamakura. El ginkgo fue su símbolo a lo largo de siglos y se protegía como un objeto sagrado. (...)

La foto del árbol cuando aún no había sido arrancado, la encontré en la página de Oscar Terrapin, dónde se pueden encontrar además otras imágenes del citado templo. Quise encontrarla, al imaginar cómo debieron recibir la noticia - para la mayoría de lectores anecdótica- aquellas personas ( incluso familias o comunidades) que conocían al viejo árbol sagrado, bajo el cual debieron amontonarse durante tantos años pensamientos, gestos y recuerdos.






Es conocida y admirada la capacidad de los árboles para reverdecer, tras el golpe del hacha o del rayo, tras la caricia devastadora del fuego (1). Y ésta es, de hecho, una de las lecciones más importantes que la contemplación de los árboles nos puede ofrecer.

También nosotros estamos expuestos a la devastación de nuestro universo personal, del modo en el que creemos que se puede ordenar el mundo, el modo en el que entendemos a nuestros congéneres y a nosotros mismos... de un día para otro, aunque el proceso pueda ser dilatado en el tiempo, perdemos todo lo que creíamos seguro. Pero la vida sigue, y ese impulso incesante como el latido de un tambor inagotable nos lleva a descubrir nuevos órdenes y significados, a abrir caminos nuevos hacia claridades y sombras aún desconocidas, a establecer nuevas relaciones o redirigir las que ya teníamos... El impulso sigue y no nos concede por el momento el cerrar los ojos y dormir el sueño de los muertos, pues los mecanismos de la vida, primarios como las raíces, aún funcionan y no nos queda más remedio que terminar aceptando que nos queda aún mucho por ver y por hacer.


Notas: (1) En el blog Tradición Clásica , de Gabriel Laguna, hay un post al respecto del sintagma latino "Ab Ipso Ferro" (del hierro mismo), originario de una Oda de Horacio en la que equipara la recuperación y regreso con fuerzas renovadas de las tropas romanas, al reverdecer con fuerza redoblada de la encina herida por el hierro de las hachas. Posteriormente, otros poetas retomarían este motivo, como Fray Luis de León y Antonio Machado.