miércoles, 29 de octubre de 2008

Corrección Samhain - Perro Aullador (web)

Quería agradecer a B-Witched, que me avisó que el enlace al artículo de Samhain en la web de Perro Aullador estaba apuntando a otro. Ya está corregido.

Y leerlo, cuatro años después de haberlo escrito, fue uno de aquellos momentos en los que de un golpe recuerdas lo que ya sabías, y tratabas neciamente de evitar admitir. Mientras, nos acercamos a esas sombras,que de lejos parecen enemigas, pero se descubren cómplices al envolvernos en su manto.

“ All our times have come
Here but now they’re gone
Seasons don’t fear the reaper
Nor do the wind, the sun or the rain
We can be like they are
Come on, baby
Don’t fear the reaper
Baby, take my hand
Don’t fear the reaper
We’ll be able to fly (…)”

(Don't Fear) The Reaper, Blue Oÿster Cult

PD: Por cierto la canción es un poco suicida, pero sigue siendo excelente. Curiosos, seguir el enlace :)

lunes, 20 de octubre de 2008

Domesticación

Las normas crean espacios de orden en el caos, son construcciones que según se vea “estropean” la naturaleza, como cuando es necesario talar un bosque y quemar rastrojos para sembrar un campo; pero también puede entenderse que canalizan con un fin esas mismas fuerzas. Pero es necesario saber que es lo que se quiere construir, que frutos se quieren obtener, para trabajar en consecuencia.

En las últimas semanas, me ha tocado vivir en el mundo cotidiano situaciones muy absurdas respecto a normas, y también trampas. Se presentan unas normas para formar parte de una comunidad, la mitad de los integrantes no las respetan, y otra mitad las sigue. Sin embargo, los regaños se los llevan estos últimos. Los primeros se salvan creando a su alrededor un acolchadito abrigo de apariencias, los segundos son acusados en falso para justificar el regaño. Parece que se pusieran de acuerdo para unir dos de las cosas que más me desquician...

Cuando alguien rompe las reglas, no hay reglas; pero a veces es absurdo permitir que lo lleven a uno a la batalla, y lo único que me parece tener lógica en un lugar en el que prevalecen las apariencias y en vez de recurrir a la norma se recurre a la mentira, es salirse de allí. Todo se puede comprender, y se ven las buenas intenciones, pero el intento de construcción resulta fallido: nada humano puede construirse sobre la base de unos principios aleatorios.

Me hizo recordar otra cosa, relacionada a la domesticación.

A menudo pienso en esos perros o caballos salvajes, cuya domesticación reportaría beneficios extra por sus capacidades, sin necesidad de dañar al animal. Y es triste pensar que, a menudo, son manos demasiado inexpertas, cabezas demasiado estúpidas como para pensar en algo más que ese beneficio, entendido como mera explotación, las que colocan mal las bridas, de modo que cuanta más fuerza hace el caballo, o cuanto más se obstina el perro en la carrera del trineo, más dolor le provoca. La competición es la vida de los perros de tiro – al menos en las novelas de Jack London-, así que, aunque duela, ellos tiraran. El caballo se encabrita, los perros se tornan violentos, nadie entiende que están siendo azuzados por el dolor de la brida y aún por el azote del látigo que debería castigar a ese incompetente que se queja del tiempo o el dinero invertido en “ese animal que tanto prometía, pero al final resultó peor que cualquier otro”.

Personas que hablan de lo que otros “podrían llegar a ser”, presentándose como maestros, pero desconociendo en realidad la naturaleza a la que se enfrentan, el modo de canalizarla y hasta el fin del trabajo; pensando sólo en términos de explotación ajena, sin ni siquiera determinar el objetivo a lograr con esa fuerza. Personas a las que hay marcar claro el territorio, ante los que se puede ser fiero, cuando uno espera que llegue el que sí sabe, para sacar lo mejor de uno mismo. Entonces el animal más fiero se amansa; sabiendo en esas manos sí se puede confiar, sus ojos brillan, y todo lo que ocurre antes o después o alrededor no importa, porque el objetivo está ahí y puede al fin entregarse sin reservas a la carrera. Los primeros abundan como carroñeros, los segundos escasean. Yo creí en ello, y lo encontré, porque no dejé que nadie más me pusiera las manos encima.

Y, sin embargo, hay un momento en el que estamos solos, y es nuestra tarea conocer esa naturaleza en nosotros, ponerle las bridas del modo correcto, y fijarle un objetivo. Hay un momento en el que ya debemos haber aprendido, y si lo hacemos mal es nuestra responsabilidad, y lección, y no queda de otra que volver a intentarlo... porque es una tarea que nunca podremos desatender.

sábado, 18 de octubre de 2008

Noche oscura

De todos los motivos que pueden oscurecer aún más una noche, no hay ninguno que pueda compararse al haber sido traicionados. Ese momento en el que se pierde la última gota de aquella esperanza que nos decía que lo que temíamos no podía ser real, en el que bajo la llama de la evidencia se convierte en cenizas el último argumento a favor de aquella persona en la que un día pusimos nuestra confianza y contra la que nunca hubieramos osado alzar nuestras armas.

Y algo más se consume.

Noche larga, en las que parece que hasta las estrellas se apaguen, y el cielo se viste de luto porque un mundo se acaba... y al pensar en la mañana que seguirá, brota una triste sonrisa al pensar que nuestra realidad será otra, un universo nuevo de posibilidades que se nos ofrecen, porque las heridas que no se infectan son umbrales esperando a ser cruzados. Al pensar que, a pesar de estedolor extraño, volveremos a confiar, a arriesgar un mundo, y valdrá la pena.

Que verdad, que triste realidad
surgió de la nada
y se alza ante mí
me siento pequeña
pero nunca mas confiada

Como fue? Que tal la sensación?
de ver como ardían por ti
mis manos en el fuego?
ya nada será igual
es el final de la inocencia
ya no verás volar el Concorde
sobre nuestras cabezas

Iba a hacer una canción cruel
escrita en tu honor
que sacara de mi este veneno
pero en un sueño vi
tu alma destrozada
y al despertar llore
porque una vez creí ser tu hermana
(...)

Amaral,
Gato Negro, Dragon Rojo

sábado, 11 de octubre de 2008

Otoño

Calles silenciosas, oscuras, el frío en el ambiente. Montones de hojas amarillas y rojas, vagabundeando de un extremo a otro de las aceras. El cálido olor de las castañas tostándose en los puestos a aire libre... y al cabo del paseo ilumindo por farolas anaranjadas, ese mar bajo el cielo plomizo; suaves olas en una superficie de apariencia metálica, plata líquida en la que delicadamente rielan los tonos rosas del atardecer. La arena que se pega a los zapatos; esa brisa helada, húmeda y salada, que vuelve indómito cada mechón de cabello, que cala la ropa y parece adherirse a la piel...

Parece que fue ayer cuando nos reuniamos como una camada de cachorros salvajes, cuando buscábamos refugio en la desembocadura abandonado del sistema de alcantarillado y encendíamos una hoguera alrdedor de la cual reunirnos. Pero los años pasan, y después de la segunda cosecha, el otoño se torna serio, como un noble señor que alza su copa dorada entonando cualquier vieja canción, bella y un tanto triste.

Y quisiéramos descansar, porque todo nuestro ser siente que es tiempo de calma; pero a veces no nos está permitido. Y quisiéramos buscar un lugar cálido y seguro, entre los nuestros; pero en ocasiones lo que amamos está lejos, o incluso estando cerca no alcanzamos a verlo tras un velo de densa niebla. Pero sí oímos el murmullo de esas voces que siempre nos acompañan, y si cerramos los ojos podemos incluso sentir cómo su aliento se confunde con el nuestro.

Hay puertas que se cierran por siempre, y elementos tan atados a nuestras raíces, que desprenderse de ellos sería una mutilación. Dudas y pesadillas que ya no podemos temer. El otoño siempre será mi estación preferida, aunque sea un largo paseo hacia el inframundo, aunque hable de lo cierto de las despedidas y de la inseguridad de lo que está por llegar.

El otoño que nos toma de la mano y nos adentra en el silencio, que nos desnuda y azota como a los árboles, depojados de sus hojas, para llevarnos allí donde estamos solos, y enfrenarnos a un espejo de oscuras aguas, que devuelve, dolorosamente nítida, tanto nuestra propia imagen como las sombras que se alzan tras ella.

Otros olores, otras imágenes; pero hasta aquí llega también el otoño... y sigue el camino, sin perder su belleza, pero volviendose más duro. La vida nos soprende de los modos más inesperados, y al recorrer parajes descocidos, nuestra brújula puede perder el norte, mientras nos rodean los espejismos; no podemos ya distinguir quien es nuesto enemigo y quien nuestro aliado, pero el instinto nos hace aferrar la empuñadura de nuestras armas. Cuando nuestras creencias tiemblan en sus cimientos, cuando la noche más oscura se cierne a nuestro alrededor, sólo podemos entregarnos a la lucha por la supervivencia, esperando ver de nuevo la mañana que revelará lo correcto o incorrecto de nuestras acciones. Sabiendo que, pase lo que pase, no habrá arrepentimiento.

Brote y flor, fruto y semillas, círculos perfectos que se suceden, mientras estamos ocupads en cualquier otra cosa... que nos distrae de lo que en realidad importa. Podría estar contemplando ese mar de plata, surcado por filones rosados, muy lejos de aquí... Pero no es añoranza por esa tierra o sus gentes lo que ahora siento, sino añoranza por esa certeza del reflejo libre de intermediarios. Añoranza de contemplarlo sin interrupciones, lejos de lo que entre nosotros se interpone; de tomar su mano, de volver a ser una, y avanzar como tal abriendo un sendero único entre las múltiples posibilidades, sin importar las consecuencias.

viernes, 10 de octubre de 2008

El abismo

...De repente tengo en mis manos algo tan cándido que no sé como manejar, sostengo esa flor entre mis manos, pensando cuándo soplará el viento, deshojándola sin piedad. Pienso en ellos, en todos ellos, como si la visión de su alegría de vivir pudiera alimentarme.
Esa alegría de vivir que para ellos es un regalo, y para mí una conquista. No olvido a los amigos perdidos, ni esas corrientes de la misma vida que arrastran consigo aquello que más amamos, por lo que nada podemos hacer.

Nunca serás viejo ni débil, pero siempre estarás solo.

Y pienso en los parajes de mi ser que nadie podrá visitar jamás, en ese reino que no podré compartir con otro mortal. En que todo es espejismo, ilusión y es en vano tratar de retener algo. Que caerás y te volverás a levantar, orgullosa, contra ese viento cruel y amante a la vez. Que no lloraré como un día lo hice, y que aunque mi risa acaricie las heridas ya sanadas, aunque no me cale el dolor, aunque pueda limpiar las huellas de otros en mi, las señales de cadenas y bozales, ya rotos, lo que nunca dejaré de tener presente es ese abismo, compañero que hizo posible mi liberación. Y que el precio a pagar, a pesar de las apariencias, es una vida de lucha, contra un universo de fuerzas opuestas, y contra mi propia debilidad.